El partido que la selección sub 20 le ganó a Chile bien nos puede hacer acordar a otras épocas del fútbol uruguayo, cuando la celeste lograba un gol y defendía con uñas y dientes la ventaja en el marcador. Ayer, en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, se vio algo así.
El entrenador Juan Verzeri ensayó algunas modificaciones con relación al equipo que jugó en la derrota ante Colombia. Emiliano Velázquez, que volvió tras la suspensión, ingresó por Maximiliano Amondarain y Leonardo Pais ocupó el lugar de volante central que tenía Jim Morrison Varela. Además, hicieron su debut el papal Matías Abisab y el tricolor Maximiliano Moreira, tras las salidas de Rodrigo Aguirre y Gianni Rodríguez.
La primera parte tuvo lo mejor de Uruguay desde el punto de vista futbolístico. Los dirigidos por el ingeniero manejaron bastante el balón y se arrimaron con peligro al arco defendido por Darío Melo. Antes de los diez, el atacante de Roma, Nicolás López, tenía la primera posibilidad de gol. El defensorista Diego Rolan, ayer como delantero neto, también se animó con un remate.
La chance más clara llegó tras un disparo con mucha potencia de Sebastián Cristóforo, pero entre el arquero trasandino y el horizontal salvaron a Chile. El volante de Peñarol no sólo apareció con esa llegada al arco rival; en la mitad de la cancha cortó fainá como durante todo el campeonato, poniéndole mucha presencia al mediocampo celeste.
Pero los rojos no se quedaron y apenas unos minutos después tuvieron en los pies de Diego Rubio la apertura del marcador, pero el horizontal en esta oportunidad se vistió de celeste, obviamente en sentido figurado, porque seguía vestido de blanco. Uno que aparecía con peligro para el arco defendido por Guillermo de Amores era Nicolás Castillo, delantero de Universidad Católica, que antes de dedicarse de lleno al fútbol profesional formaba parte de la barra de aliento de los cruzados.
Rolan tuvo otro avance claro, cuando tras una buena recuperación de Cristóforo tomó el balón, enganchó al medio y el balón se fue apenas abierto. La última llegó tras un cabezazo de Fabricio Formiliano, que no tuvo la misma puntería que en el primer encuentro del hexagonal ante Perú.
Acierto de ingeniero
La segunda mitad tuvo una clara superioridad de Chile, no sólo en la tenencia del esférico, sino en el ping pong de esos 45 minutos finales. A los diez, De Amores tuvo una de sus tapadas más destacadas de la tarde al desviar un fuerte remate desde afuera del área. Uruguay no lograba armar juego, los trasandinos estaban mucho en el campo celeste y el encuentro se hizo cuesta arriba.
Sin embargo a los 56 Verzeri mandó un cambio que, al igual que otros que ensayó en el certamen, le dio resultados: Gonzalo Bueno ocupó el lugar de Abisab. Apenas seis minutos en la cancha le bastaron al Bueno de Gonzalo para marcar la diferencia, que sería definitiva. Una gran combinación por la derecha de Guille Varela y Rolan terminó con una asistencia perfecta del primero para la definición.
De Amores siguió siendo figura, el línea anuló muy bien un gol chileno por posición adelantada y la celeste aguantó, tal vez no de la manera más conveniente, pero se quedó con los tres puntos. Al cierre de esta edición, Colombia vencía a Perú 1-0 y más tarde se enfrentaban Paraguay y Ecuador, los próximos rivales uruguayos.