Con resultados vistos, Danubio tenía la posibilidad de copar el primer puesto del Apertura. Venía con viento favorable: buen juego colectivo, desequilibrio individual e invicto. Una contracara del bohemio, que hacía cuatro fechas que no ganaba. La franja quiso ponerse la mejor pilcha, pero Wanderers le robó el ropero.
Un recuerdo más que pasajero, otra ilusión que llega. Los Rodríguez se juntaron en el área, Federico la peinó al segundo palo y Gastón infló la red en palomita. El reloj indicaba 59 minutos de juego y era la primera acción del segundo tiempo, con asedio al arco para los dirigidos por Alfredo Arias. No importa el problema, importa la solución. Y con lo poco que estuvo cerca del arco danubiano, Wanderers facturó tres puntos que lo sacan del fondo y dejan al equipo de Maroñas con la dulce condena de haber querido y no haber podido.
Leo Ramos apeló a cubrir el fondo con el zaguero de la sub 20, Velázquez-Formeliano, y con Ricca por el lateral izquierdo. El objetivo fue disimular la ausencia de dos hombres fundamentales del sostén defensivo: el capitán Jadson Viera y el Bola Lima. Así atrás, y de la mitad de la cancha hacia adelante, el equipo se arma de memoria, con dos volantes por dentro, dos por fuera, y la inquietud permanente de los delanteros. Siempre apostando por el fútbol por las bandas, sustentado en permanentes cambios de frente luego de distraer con toques al pie. Una estrategia clara de Danubio, de abrir en abanico la táctica defensiva bohemia. Una razón evidente: Wanderers, por el medio, no deja jugar.
Arias optó por poner hombres con vocación y decisión de ataque. Riolfo quizá fue el más retrasado, jugando por la banda izquierda. Arriba el andamiaje, sin posición estática del Chapita Blanco y Rodrigo Pastorini. Si bien era una tesitura que presumía de ofensiva, muy pocas veces encontró la elaboración que la proyectara. Así se le pasó el primer tiempo al bohemio. Dan cuenta de esto los cambios inmediatos al comienzo del segundo tiempo, que buscaron otro aire y más insinuación.
Poco en los arcos
Mucha estrategia, poca llegada clara. También un lápiz y una hoja que extrañaron la sensación alarmante que produce un tiro libre en los pies del ausente Lima, o el peligro la cabeza de Mercado.
La jugada que más gustó se produjo a los 20 minutos del primer tiempo. Danubio la trajo disimulando por la derecha, con buena trepada de Soria. Cambió de frente para Álvez, que la cabeceó al pie de Míguez, que de aire y volea desde el borde del área mayor, exigió la estirada de Cristóforo. Nueve minutos más tarde, la tuvo Pastorini de contra por la izquierda, pero el mano a mano salvador fue de Ichazo.
El que no apareció fue Líber, y eso pesa mucho. Jonathan fue el que más intentó, pero siempre encontró al arquero bohemio como barrera. En el otro arco, el ingreso de Federico Rodríguez fue noticia, porque provocó más que el resto. Además de su participación en el gol, siempre buscó entrar y salir de la zaga danubiana para crear espacios.
Opacos, todos los intentos fueron apenas ocasiones tentativas en el complemento. Mucho córner, tiro libre en centro, poco tiro al arco. Deslucido partido, en blanco y negro. Metáfora de los colores del olvido; Danubio no logró pintar de franja la punta de la tabla y Wanderers, lejos de una dulce rendición, triunfó y cortó la seca de un recuerdo más que pasajero.