El 5-0 da la diferencia. Uruguay es más equipo que Jordania, tiene jugadores con más calidad, suma mayor experiencia, es un equipo con más jerarquía. Demostrar esa mentada jerarquía fue lo que les solicitó el Maestro Tabárez a los jugadores en el cabezal de sus charlas más conceptuales que técnico-tácticas. Eso apareció en la despareja lucha futbolística desarrollada ayer en Amman.
Al final parecerá que tenían razón aquellos que afirmaban que el partido sería un trámite, un jugar por jugar, en tanto ambas representaciones estaban desniveladas, como pertenecientes a distintas divisionales. Casi le querían solicitar a la FIFA que le diera por ganado el partido a nuestro equipo nacional. Pero había que ganarlo en la cancha.
Tabárez tomó el camino correcto. No abrió sendas para que creciera el trillado camino de ganar hablando, de ser vencedores antes de jugar, pero tomó medidas para que el colectivo que dirige desde 2006 modificara algo en su forma de juego. En vez de “limitar al rival” como primer mandamiento, algo que tantas veces predicó, Tabárez aflojó las riendas y pensó un partido con su escuadra en ofensiva desde el pique, en protagonismo principal en el juego, y a cambiar ficha por ficha.
Como las modificaciones en el balance defensivo-ofensivo en el fútbol muchas veces se reducen a matices, esta vez el viraje quedó claro cuando eligió a Nicolás Lodeiro para la titularidad, dejando al sanducero Cacha Arévalo Ríos sin las compañías habituales para disputar el medio juego. Ni el Ruso Pérez ni el Mota Gargano. Ni siquiera el Tata González. Se elegía más técnica y menos preocupación defensiva. Buena elección. Preocupar al que se veía como rival dominable y no preocuparse por una alineación que se intuía muy accesible.
No fue tan simple
En el cambio de figuritas se dio un partido muy intenso en los primeros minutos. La intensidad llevó a la paridad inicial. Una chilena defensiva en la primera jugada entusiasmó a los jordanos. Incluso, a los 3 minutos, el 9 Adnan Hasan parece llamarse, recogió un despeje insuficiente de la defensa uruguaya, avanzó y, a pocos metros del área grande, tiró al arco.
Martín Silva estuvo atento y resolvió muy bien. (Luego tendría al menos otras dos buenas contenciones. Poco trabajo, bien realizado). En respuesta casi inmediata, un ataque uruguayo dejó a Luis Suárez solo en el punto penal, recogiendo un forzado pase de Edinson Cavani, y la mandó a las nubes. Era complicado y el salteño se quedó lamentándose. Un relámpago. El ida y vuelta frenético continuó. Uruguay esbozaba su superioridad pero Jordania, al parecer al límite de sus posibilidades, respondía y buscaba. A los 21 minutos se produjo una buena acción de ataque con participación de Christian Stuani en el centro lanzado de lado a lado, el cabezazo de Cavani muy sesgado que, de todos modos, produjo un rebote en el joven golero rival -el titular no pudo jugar porque había acumulado cinco amarillas-, y allí estaba Maximiliano Pereira al borde del área chica, en tanto había acompañado la jugada de ataque y la empujó al gol.
El partido viró. Aunque los celestes no llegaban a marcar una diferencia clara, cada vez esbozaban más. Quedó la duda sobre si le cometieron penal a Suárez en un cruce de área, pero casi enseguida también fue sospechosa una intervención brusca de Diego Godín en el área uruguaya. Mano a mano. Démosle razón en ambas jugadas al buen árbitro noruego. 20 minutos después del primer gol llegó el segundo, y el partido ya estaba ganado. El equipo se solidificaba y Tabárez confiaba en subir la apuesta con la charla del entretiempo.
Después del susto, la goleada
El segundo tiempo empezó con susto. El mejor de los locales, el 10, Ahmed Hayel Ibrahim, puso la pierna para impactar un centro peligrosísimo del 9, y la pelota dio en la red del costado del arco. Martín Silva estaba allí, pero si iba adentro era bravísimo. Fue el último susto.
En los 12 minutos siguientes el director técnico egipcio mandó los tres cambios sin producir mejoras ostensibles.
Uruguay jugaba con tranquilidad y buscaba, y a los 23 del segundo tiempo encontró. Participaron Suárez y Cavani, y concretó Lodeiro. Ya era goleada, la que aumentó con los restallantes goles del Cebolla Cristian Rodríguez y Cavani, este último en un tiro libre, en tiempo de descuentos, para encuadrar.
No hubo destaques individuales claros. Existió, sí, un aporte muy parejo en todas las líneas.
El día que se hicieron cinco goles, Luisito Suárez no convirtió. Queda simplemente en un detalle curioso. El salteño buscó por todos los medios. Merece reconocimiento Egidio Arévalo Ríos. Fue al teórico sacrificio de sostener el juego de media cancha y nunca desfalleció.
Lo que no hubo fue bajos rendimientos. El colectivo funcionó sin deserciones.
Brasil nos espera. El miércoles se festejará el fin de una etapa clasificatoria compleja y el inicio de otro ciclo que abre camino a la esperanza.