El viernes se conocerá la composición de las ocho series iniciales de la Copa del Mundo 2014. Hablando en uruguayo, ese día sabremos contra qué selecciones se enfrentará la celeste en los tres partidos iniciales.
Otra cosa quieren saber los miles de uruguayos a quienes les gustaría estar allí, donde juegue su equipo nacional: para dónde hay que agarrar, qué viaje deben programar. ¿En qué sedes jugará Uruguay? Eso también se sabrá el viernes 6, y alguna previsión más precisa ya se podrá conocer mañana, cuando la FIFA defina aspectos de la mecánica del sorteo a realizarse tres días después.
Por ahora sabemos que Uruguay, como cabeza de grupo, no estará en el grupo A, reservado desde ya a Brasil. Por lo tanto, le puede tocar cualquiera de los otros grupos cudrangulares. Hay, entonces, siete posibilidades de recorrido por el vasto territorio brasileño, porque ninguna selección jugará dos partidos en la misma ciudad. Las 32 selecciones jugarán tres partidos iniciales en tres ciudades distintas. En eso hay ley pareja.
Sede a sede
Entre la sureña cercana Porto Alegre y la muy lejana Manaos, al norte, ubicada sobre el Amazonas a casi 2.000 kilómetros de las bocas de salida del gran río al océano Atlántico, otras diez ciudades sedes dan amplio espectro y distancias siempre considerables.
Desde Fortaleza, que mira al Atlántico hacia el noreste, y avanzando hacia el sur por la costa atlántica, están Natal, Recife y Salvador. En esa zona se pueden apreciar algunas cercanías relativas: entre Fortaleza y Natal hay alrededor de 500 kilómetros (como de Montevideo a Rivera) y una distancia similar separa Natal de Recife. Para el último salto, entre Recife y Salvador, ya hay que saber contar hasta más de 750.
Ni hablemos de Cuiabá, la capital del Mato Grosso, en el centro de Sudamérica, que se encuentra a aproximadamente 2.500 kilómetros del Atlántico. Hay que mencionar a Brasilia, luego al gran triángulo conformado por Río de Janeiro, Belo Horizonte y San Pablo, para terminar en la segunda ciudad mundialista más cercana a Uruguay, la coqueta Curitiba.
En cada una de estas 12 ciudades, en la fase inicial se jugarán cuatro partidos por ciudad. Cuatro de ellas tendrán sólo esos cuatro encuentros: Natal, Manaos, Cuiabá y Curitiba. Otras dos, Recife y Porto Alegre, serán anfitrionas de cinco partidos. Algunos uruguayos, nos consta, han planificado un viaje, sólo un viaje, a Porto Alegre para presenciar uno de los ocho encuentros de octavos de final, cuando la mitad de las selecciones hayan vuelto a sus respectivos países. Otras cuatro ciudades alojarán seis partidos: Fortaleza, Salvador, Belo Horizonte y San Pablo, esta última con el gran premio del partido inaugural, con la selección local jugando allí. Finalmente, Brasilia en el Estadio Nacional y Río de Janeiro en el Estadio Maracaná serán sede de siete partidos, en el primer caso con el partido por el tercer puesto, y en el último, incluyendo la final del torneo.
Los siete recorridos posibles
Óscar Tabárez y los jugadores que él decida tienen siete recorridos posibles en la primera fase. Para saber de primera mano cuál será ese itinerario, recabar los primeros datos y tomar las medidas iniciales necesarias en cuanto a alojamiento, campos de entrenamiento y previsión de viajes, estará en el ambiente tropical de la localidad Costa do Sauipe, en Bahía, una nutrida delegación que, al menos, será integrada por el gerente deportivo Eduardo Belza, el profesor José Herrera, los ayudantes técnicos Celso Otero y Mario Rebollo, y el neutral Donato Rivas.
El bolillero, o los copones, el sorteo digitado en cuatro grupos de selecciones (ver la diaria del 28/11/13), marcará el recorrido a realizar. Veamos las siete posibilidades.
Si Uruguay fuera cabeza del grupo B, jugaría primero en Salvador y luego haría un recorrido hacia el sur. El segundo partido sería en Río y el último en Curitiba. No está tan mal: buenas playas y bellas ciudades.
Si Uruguay estuviera en el grupo C, el orden sería Belo Horizonte, Brasilia y Cuiabá. Tiene sus atractivos, pero la ruta es por el interior, aunque “sólo” alrededor de 1.000 kilómetros separan la primera de la segunda y la segunda de la tercera.
La tercera posibilidad es que estuviera en el grupo D. En ese caso el recorrido sería Fortaleza, San Pablo y Natal. Hay que viajar en avión: un viaje de Montevideo hacia el lejano norte, otro hacia el sur paulistano y otra vez hacia el norte. Está bravo.
Cuarta posibilidad: en el grupo E, primero Brasilia, luego Salvador y, por último, Manaos. Al interior, al Atlántico y al Amazonas. ¡Andá vos! Si tocara el grupo F, el debut sería en Río, luego habría que ir por carretera a Belo Horizonte, para terminar arrimándose al paisito, porque se define en Porto Alegre. ¡Ah, capaz que juntamos ese tercer partido de grupo y el partido por octavos que se jugará en la capital de Rio Grande do Sul, aunque todavía no se sepa quiénes se enfrentarán!
Van las dos últimas posibilidades. En el G, Salvador, Fortaleza y Recife, todo en la esquina atlántica del noreste. El H es en el triángulo central: de Belo Horizonte a Río y de Río a San Pablo.
Como se ve, en medio de esa locura de cambio permanente de ciudad en ciudad, hay cierta racionalidad en el plan de FIFA y Brasil. Puede hacer su ránking de preferencias. Lo invito a rezar para que Uruguay no caiga en el grupo D ni en el E. En la segunda fase, en octavos, cuartos, semifinal y final, sigue el baile, pero qué bueno poder hacer estos cálculos para estar allí, si se puede, en junio y julio. ¡Sí, es cierto, estamos en la Copa del Mundo!