“Jornadas de intercambio de cooperación internacional: dos lenguas y una salud integral” se denominó la propuesta que posibilitó el vínculo entre profesionales de Francia y Uruguay. Estudiantes, médicos, intérpretes y personas sordas participaron en las diversas actividades que se desarrollaron en Montevideo la semana pasada. la diaria concurrió el jueves a la conferencia “Atención a las personas sordas en la consulta médica. Aportes y debates para el acceso a la salud de las personas sordas”, que tuvo lugar en el Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina y fue organizada por la Federación Nacional de Instituciones de la Comunidad Sorda en Uruguay.
Al ingresar, había dos intérpretes, uno se dirigía a las personas sordas de Uruguay, el otro a los franceses. Y en las exposiciones se escucharon declaraciones en español y en francés. La ponencia principal en representación de la Unidad de Atención a Personas Sordas en Lengua de Señas, que funciona en el hospital estatal parisino Pitié-Salpêtrière, estuvo a cargo del médico psiquiatra Alexis Karacostas, quien habla español. Una de las primeras cosas que el profesional señaló fue: “No hay manera de trabajar como médico sin compartir la lengua con el paciente”. Esto no quiere decir que todos los médicos tengan que aprender lengua de señas para atender a sus pacientes. Si eso ocurre, es bienvenido, pero para eso está el intérprete. Elisa Lambiasse, doctora de la unidad que funciona en la policlínica capitalina Tiraparé, remarcó durante su exposición la importancia de que los médicos “reconozcan al intérprete como parte de la consulta”, puesto que es quien facilita la comunicación. “¡El intérprete es un profesional que estudió una carrera de cinco años para recibirse!”, enfatizó, de manera de certificar su trabajo y de que se abra la cancha. Agregó que la idea es que no siempre sea un familiar quien le explique al sordo lo que le ocurre, entre otras cosas, por una cuestión de intimidad. Sostuvo que muchas veces, cuando el paciente es el padre y el oyente el hijo, pareciera que se invirtieran los roles, cuando “la idea es que el hijo pueda ser hijo y el papá vaya al médico solo”.
Karacostas afirmó que la actuación del intérprete que medie entre el médico y el paciente en la consulta implica dejar a un lado esa idea del médico como omnipotente, lo que le da más humildad al profesional.
En común
La unidad local tomó como referencia a la francesa. Pero, aunque las dos son públicas, el respaldo que reciben es muy distinto. Karacostas explicó a la diaria que en Francia hay 15 unidades de similares características, cada una de las cuales cuenta con un equipo interdisciplinario. Además, no sólo reciben usuarios de París, sino también del entorno y de zonas más apartadas, incluidas las rurales.
Tanto él como Lambiasse demostraron estar comprometidos con mejorar la atención de los sordos y mostrar que son “personas con un potencial gigante, pero que están como atrapadas en un tubo”. “El sordo tiene que poder trabajar, estudiar y educar a los hijos como cualquier otra persona, pero si lo tratan como a un discapacitado no va a poder”, dijo Lambiasse. También señaló que desde la unidad están abiertos a las consultas de médicos de otras instituciones que no saben cómo brindar asistencia a los pacientes sordos. Una médica de familia que estaba entre el público dijo sentir “culpa” y “algo de vergüenza” por no poder atender correctamente a un paciente sordo.
Karacostas reflexionó que la demanda por parte de usuarios con estas características “cambia la práctica con los otros pacientes”, pues el médico aprende a atender mejor: les brinda más tiempo, presta más atención a lo que dicen y a lo que no dicen, y les brinda nuevas herramientas para expresarse, como, por ejemplo, mediante dibujos o escribiendo de forma más clara.
Lleva y trae
La figura del mediador estuvo muy presente. Una señora del público preguntó cuál era exactamente su función. En primera instancia, el rol de intérprete es distinto del de mediador: el primero traduce lo que el médico dice, el segundo puede pedir que el doctor amplíe la información, puesto que genera un intercambio con el paciente que le permite darse cuenta de lo que éste no entendió. Hablan el mismo idioma, lo que hace que su figura sea tan importante. “El resto de las personas que estamos en el equipo no somos sordos. El mediador vive lo mismo que el sordo y es el que tiene que ir adelante y abrir la puerta”, detalló Lambiasse. Entre el público, no faltó quien dijera que la figura del mediador es necesaria también con algunos pacientes oyentes, con los que el médico no logra hablar el mismo idioma.