Esta vez el cerco que separaba al barrio Marconi del resto de la ciudad no era físico, como ya ocurriera en octubre del año pasado (ver http://ladiaria.com.uy/UCW). La línea 405 de la empresa cooperativa COETC, que une al Parque Rodó con Peñarol, hace cuatro días que cuando toma Aparicio Saravia en dirección a Coronel Raíz no cruza el camino Don Pedro de Mendoza.

Si bien los límites de los barrios son un tanto subjetivos y no siempre responden a los que fijan las autoridades, puede decirse que en esa esquina comienza una de las zonas con mayores apariciones en la crónica roja de los noticieros televisivos y de la prensa, y que lidera el ranking de los barrios inseguros en el imaginario colectivo.

Muchos uruguayos que nunca lo pisaron tienen su única imagen por medio de los recortes que ponen al aire los encargados de dar las noticias. Desde el jueves era un poco más difícil llegar hasta allí para contrastar esa realidad que se muestra en la tele, debido a que el 405 es el único ómnibus que atraviesa el barrio, hasta llegar a Casavalle, pasando también, entre otros, por 40 semanas, Colón y Lezica, para terminar en Peñarol.

Desde COETC informaron a las autoridades del Municipio D no sólo que la línea no pasaría por unos días por dicho tramo de Aparicio Saravia, sino que además tenían la voluntad de suprimir para siempre ese recorrido.

En el ágora

Ayer de tarde se convocó una asamblea entre vecinos, autoridades del Municipio D, delegados de la Asociación Sindical de Cooperativistas y Obreros del Transporte de COETC, concejales vecinales, policías y autoridades del Ministerio del Interior (MI).

Pese a que la cita era en la sede de la Organización San Vicente-Obra Padre Cacho, los convocantes decidieron hacer la asamblea en la plaza ubicada enfrente, espacio que además está rodeado por decenas de ranchos que se alojan en los márgenes de Aparicio Saravia.

Allí, los obreros del transporte explicaron a los vecinos lo que ya sabían: que hacía unos días un coche había sufrido una pedrea, situación que no era nueva y con la que ya se han “acostumbrado” a lidiar. Como forma de romper con eso que ya se estaba volviendo costumbre, decidieron que el 405 terminara su recorrido en Mendoza y no siguiera por Aparicio Saravia, principal arteria del Marconi, y la medida se convertiría en fija de no ocurrir cambios significativos en las garantías para el trabajo.

Cerca de 40 vecinos y técnicos que trabajan en la zona escucharon atentamente, hasta que llegó el momento de su turno en la lista de oradores, que si bien fue algo desordenada, fue moderada por la alcaldesa del Municipio D, Sandra Nedov. Para los vecinos, el caso del 405 era uno más de los actos de marginación a los que ya se acostumbraron y se encargaron de dejarlo en claro. En materia de transporte, se quejaron de que el 405 es la única línea que pasa por el barrio, lo que significa que la mayoría de las veces tienen que hacer trasbordos para llegar a sus destinos, sumado a las largas esperas cuando no llegan a tiempo al abordaje, situación que se agrava los fines de semana. Varios vecinos dejaron entrever que ese hecho era parte de un desestímulo para viajar hacia otras partes de la ciudad, lo que muchas veces los hace quedar sumidos en sus realidades.

Una cosa de locos

Uno de los asistentes lo graficó más claramente: “Esto que nos pasa es parte de una marginación mucho más profunda; es sólo un síntoma”. El hombre continuó su alocución y se preguntó por qué no podían tener un cajero automático, ya que el más cercano está en General Flores y Serrato. Sin embargo, el resto de los vecinos lo hizo callar y le preguntaron si estaba loco por plantear algo de ese estilo, que parecía que ni siquiera entraba en el imaginario de los presentes.

Una de las técnicas que trabaja en la zona expuso su punto de vista y vinculó la circulación urbana con la seguridad pública. Según ella, cuanto menos circulación haya en cualquier espacio público, éste es mucho más propicio para que se cometan delitos. Por eso llamó a que se restablezca el servicio de ómnibus como forma de favorecer la seguridad pública en el barrio.

Se manejaron varias ideas para impedir que las unidades sean apedreadas, como la contratación de servicio 222 para ese tramo del recorrido, o la ampliación del servicio que brinda “un coche gris” que se ubica detrás del ómnibus en marcha para protegerlo, algo en lo que todos coincidieron que había mejorado la situación. Hubo hasta quien llegó a plantear que se colocara un enrejado delante de los vidrios de la unidad de transporte colectivo, siguiendo la misma lógica de las medidas de seguridad que el hombre había tomado en su casa.

Por compromiso

Finalmente los trabajadores de COETC decidieron restablecer el servicio hasta la zona de Peñarol, pero sostuvieron que para que eso pudiera sostenerse en el tiempo era necesario el compromiso de los vecinos. Se fijó una nueva reunión para el viernes 8 en la que evaluarán el transcurso de los hechos y la continuidad de esta resolución. Acerca del compromiso que se les pidió, existieron diversas posturas entre los vecinos de Marconi. Una señora estuvo totalmente de acuerdo; pareció asumir responsabilidad por las repetidas pedreas y se comprometió a tener un mayor cuidado sobre sus hijos y los de los demás, porque, según ella, todos saben que los episodios de violencia comienzan cuando se juntan en la esquina de Aparicio Saravia y Trápani.

Pero hubo otros, entre los que se encontraban los propios trabajadores del transporte, que también reclamaban un mayor compromiso de la Policía. En respuesta, desde el MI, el coordinador de las Mesas Locales para la Convivencia y la Seguridad Ciudadanas, Miguel Ángel Mariño, sostuvo que la Policía no tiene mucho margen para evitar las pedreas, ya que éstas ocurrirán aunque haya un policía por ómnibus. Por lo tanto, llamó a fortalecer el compromiso de la gente que vive en Marconi y sostuvo que la mayoría no ocurre con el objetivo del robo sino que simplemente funcionan como divertimento de algunos niños y jóvenes. En esa línea, incitó a hablar con ellos y a pensar espacios que los incluyan para que puedan divertirse de otra forma.

Esa respuesta no satisfizo a muchos de los asistentes que pretendían el anuncio de algún cambio en la forma de actuar de los policías en el lugar, pero desde el MI únicamente se comprometieron a seguir manteniendo lo que hay.

Querer al barrio

Un vecino solicitó que el compromiso partiera del cariño que todos tienen por el barrio y tras el anuncio del restablecimiento del servicio la asamblea culminó con un fuerte aplauso. Mucha gente no participó en la reunión y únicamente se limitó a mirar de lejos el tumulto; otros emprendían viaje hacia el comienzo de su jornada laboral, porque tienen la suerte de contar con su propio vehículo, o mejor dicho, con un caballo que tira de un carro.

Desde el jueves las paradas de ómnibus eran sólo centros de reunión o simplemente ignoradas, pero ahora, y dependiendo del “compromiso” que la gente del barrio logre inculcarles a los más jóvenes, volverán a ser el punto de partida para el contacto del Marconi con el resto de la ciudad.