El poblado ha seguido creciendo en los últimos años, y hoy cuenta con más de 2.500 habitantes que trabajan esencialmente en actividades rurales relacionadas con la ganadería extensiva, el cultivo de arroz, la esquila y la elaboración del ladrillo. Al contrario de lo que cabría esperarse, la población joven ocupa un lugar predominante entre sus habitantes. El liceo rural tiene mucho que ver en este proceso; 
“es un referente para la zona y la región”, dijo Arzuaga, ya que jóvenes de poblaciones vecinas como Diego Lamas, Yucutujá, Palma Sola o Colonia Artigas se trasladan hasta ahí para seguir sus estudios.

Hoy representantes de la Administración Nacional de Educación Pública están celebrando junto con los vecinos el aniversario número 25 del liceo; un cuarto de siglo apostando por los jóvenes, con un proyecto integral que nació de la propia comunidad. En mayo de 1988 se dio la primera clase en un edificio anexo a la escuela Nº 23 de Baltasar Brum, en aquel momento dependiente del liceo departamental de la ciudad de Artigas. Luego de varios cambios administrativos, con el apoyo de toda la población en-
globada en la “comisión pro liceo” y la donación del terreno por parte de una familia de la zona, se construyó el actual edificio, que donaron a Educación Secundaria, y al que casi 300 jóvenes acuden a diario. “El liceo es un anhelo de muchísimas generaciones que tenían que viajar a otras localidades para estudiar, y que tenían como referente el liceo popular que en los años 70 pusieron en marcha maestros comunitarios en nuestro pueblo”, cuenta la directora del centro, Nancy Elliot, orgullosa de su trabajo y de que hoy en día el liceo siga creciendo y cuente con un amplio abanico de posibilidades para que los jóvenes sigan formándose.

Desde 2009, además de Bachillerato Biológico y Humanístico, existe la posibilidad de realizar un Bachillerato Agrario, además de un ciclo de Formación Profesional Básica enfocado a la hostelería y con miras a las termas de Arapey en Salto, a escasos kilómetros del pueblo. La idea, como afirma Elliot, es que “los jóvenes se desarrollen y capaciten en el medio donde están insertos, apostando por dar herramientas para que ellos se radiquen en el medio”.

Jóvenes rurales

Como en otros puntos de la ruralidad uruguaya, muchos niños y adolescentes viven en entornos aislados, alejados de alternativas culturales, y desarrollan sus capacidades en un entorno donde sus sueños y expectativas muchas veces se difuminan. Para combatir esta situación, existe un hogar estudiantil auspiciado por la Iglesia y demandado por los jóvenes del pueblo, que alberga a hijos de peones rurales que no tenían posibilidades de asistir regularmente al liceo. Desde la comisión de recreación los jóvenes proponen alternativas de ocio diversas, pensadas por ellos y para ellos, para lograr espacios de esparcimiento que en la generalidad del campo uruguayo son inexistentes.

Uno de los alumnos es Agustín. Tiene 15 años, estudia guitarra, es vocal del gremio estudiantil, participa en la huerta comunitaria y estudia para ser sociólogo en el futuro. Pero eso no es todo; como muchos otros jóvenes del medio rural, trabaja junto con su padre y hermano en la empresa del ladrillo y en la huerta que ellos mismos construyeron. “Con el trabajo me doy cuenta de lo que uno tiene que luchar para tener determinadas cosas, y de lo importante que es para mí poder estudiar. Es muy bueno participar en todas las actividades”, explicó Agustín mientras agarraba la bicicleta a la salida del liceo.

Además de la apuesta por los jóvenes, lo comunitario está presente en muchas de las esferas vitales de Baltasar Brum, con un trabajo en red importante. El liceo cuenta con una huerta para la realización de prácticas de jóvenes y, además, desde 2002, con Fundación Logros, arrancó el proyecto de huerta orgánica en una escuela de la localidad. “Queríamos que fuera algo sentido por la comunidad, que implicara a padres y madres, a los niños, a maestros”, contó Marcos. Aquello fue el germen de lo que hoy en la actualidad es un gran proyecto comunitario. La huerta cuenta con seis hectáreas y produce duraznos, frutillas y tomates, entre otras cosas, junto al apoyo de más de 100 familias y productores de la zona; la idea de generar un mercado local y orgánico está cada vez más cerca de dejar de ser un sueño pensado por algunos para ser una realidad palpable.

Este aniversario del liceo rural en Baltasar Brum es una excusa para que en comunidad, como siempre, sus habitantes celebren la construcción de un espacio novedoso y más vivo que nunca.