El equipo trinitario nuevamente ganó el partido y el derecho a jugar la final. Ganó ayer, pero la gesta había comenzado en la ida, en aquel triunfo en una tarde invernal a orillas del río Uruguay. Ganó porque fue mejor en el global y no sólo porque los goles mandan. Fue mejor en fútbol, y esto es fútbol.
Tulipán, sabiendo de su necesidad, no dudó en salir a buscar el partido desde el vamos. Juega bien el equipo fraybentino, demostró durante todo el torneo su juego dinámico, al toque, buscando abrir la cancha por los laterales, con delanteros veloces y rápidos, y con volantes con llegada y gol, como Villalba o Cristian Rodríguez. Porongos, siempre firme. Es un equipo con oficio, que conoce su potencial y lo ejecuta de una manera tal que elimina las intenciones de sus rivales.
La intención de Tulipán, lógicamente, dejó espacios para los contragolpes del equipo trinitario. Y son bravos arriba De Carlo, Schneider y Berot. Juegan por todo el frente de ataque, cambiando puntas permanentemente. Así estuvo planteado el primer tiempo: propuso Tulipán, esperó y golpeó Porongos. La primera fue de Schneider y atajó el golero González. La segunda, cuando apenas iban 8 minutos, fue el gol de Diego de Carlo. Todo era más negro aun para los fraybentinos, además de su preciosa indumentaria. Contra todo, a los 10 minutos el árbitro cobró penal a favor de la visita y el volante Ángelo Cabral convirtió el 1-1. De nuevo iguales, y esta vez más cerca.
Nada. No duró nada la ilusión de saber que metiendo un gol más Tulipán empataba la serie. Al minuto 16, en una jugada rápida de la ofensiva de Porongos, Schneider, que acapara marcas, mientras lograba habilitar una vez más a Diego de Carlo, que puso el marcador 2-1 que hizo volver la calma al equipo local. El partido no cambió demasiado. Su dinámica tampoco. Ni el resultado.
Con claridad
En el segundo tiempo Porongos administró. Era grande la renta en su favor, y suponía el arriesgado descontrol en que caería el equipo de Fray Bentos en la desesperada búsqueda de revertir el resultado y la serie. Sapiente, conocedor de estas instancias, jugó con mucha cautela el equipo dirigido por Sergio Vázquez. Bien plantado, con una mediacancha con presencia, quite y buen fútbol. Gadea mandó un cambio desde el inicio, tratando de lograr una profundidad más incisiva hacia el arco defendido por el arquero Revello. Se comenzaron a juntar los Cabral, apareció Villalba con sus incursiones, Castro intentó moverse entre líneas. Pero ganó la desesperación. El paso de los minutos era implacable y la visita comenzó a dejar espacios demasiado bondadosos en defensa. Para colmo de males, promediando el segundo tiempo el árbitro Martínez expulsó a Jeiko García y dejó con diez a Tulipán. Y Porongos capitalizaba. Ya lo había logrado en la ida, convirtiendo en situaciones claras y momentos precisos, y en la jornada de ayer lo ratificó. Quedó con diez el rival, Schneider se quitaba jugadores con dribling corto y habilitaba a Richar Martínez, que entraba solo al área para decretar a los 26 el 3-1 definitivo.
Nada cambió. Un expulsado más en la visita. Porongos se perdió alguna que otra ocasión. El tiempo se diluía y con ello se deshacía el sueño del Tuli y su barra consecuente, que arribó en buen número a la capital de Flores; el tiempo se diluía y la emoción inundaba a la parcialidad trinitaria. Un equipo armado para eso. Una selección entre propios y foráneos, con la suma de dos jugadores que supieron jugar en el profesionalismo. Los campeonatos largos pueden definirse en pequeñas instancias. Y en ésta, que es la decisiva, Porongos atraviesa el mejor momento del torneo. Eso es un plus. Significa estar en el lugar indicado en el mejor momento.