Desde fines de mayo, cuando la Reserva Federal anunció su perspectiva de poner fin a los estímulos monetarios, el mercado financiero global atraviesa turbulencias, dado el temor a un aumento de las tasas de interés y la disminución de las inyecciones de dólares a la economía global. Esa eventualidad se daría en caso de que el empleo y la producción en Estados Unidos mantengan el ritmo de crecimiento y se alejen los síntomas de la crisis iniciada hace cinco años. Si esa ayuda disminuye, el volumen de dólares en circulación será menor y de esa forma aumentará su precio en todo el mundo.
En Brasil la cotización del dólar es la principal discusión económica en estos días. Según varios analistas, el alza reciente del dólar ante la moneda local -situación que se repite en varias economías de la región- posibilitó a la producción brasileña recuperar competitividad, y por esta vía la economía productiva mejoró. Sin embargo, la moneda brasileña todavía sigue siendo fuerte en relación al dólar si se considera el largo plazo. Las cifras estimadas por la Fundación Getúlio Vargas sobre datos del Banco Central (BC) indican que el poder de compra de dólares en Brasil -considerando la inflación estadounidense y la brasileña- cayó 55% en diez años, lo que significa que si con 100 dólares antes se compraban 100 unidades de un producto, hoy apenas se compran 45. Los datos de la Getúlio Vargas recuerdan que en enero de 2003 -al inicio del gobierno de Lula- la cotización del dólar era de 3,59 reales, mientras que en junio de 2013 (el dato más reciente) fue de 2,17 en promedio.
La espada y la pared
Sin embargo, el diario Folha de San Pablo consultó en su edición de ayer a asesores de inversión de empresas privadas que creen que el BC podría -no se aclara si creen que debería hacerlo- retomar las intervenciones en el mercado de cambios inyectando dólares de las reservas, para contener la cotización de la divisa y evitar su traslado a los precios. Como en muchos países, pero con particular dramatismo en Brasil, el gobierno se enfrenta a la disyuntiva entre la competitividad y la presión sobre los precios que una mayor valorización del dólar podría generar. En este sentido, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, anunció ayer que el gobierno no descarta actuar para impedir que la depreciación del real impacte en la inflación. “Tenemos algunos antídotos”, dijo, y mencionó entre ellos la reducción de tarifas de algunos insumos. Mantega destacó que desde la conducción económica no se tiene una idea clara de la evolución futura del tipo de cambio. “Nosotros no sabemos dónde va a parar esto [en referencia al aumento del dólar]. Alguna influencia tendrá, pero todavía no la tuvo”, declaró, y garantizó que la inflación está controlada. Destacó adicionalmente que para ello “tenemos 370 millones de reservas para sustentar algún problema mayor”.
En los últimos meses el gobierno brasileño, además de vender dólares en el mercado a futuro, eliminó restricciones de plazos para que los exportadores financien pagos anticipados. Asimismo retiró las barreras a la entrada de capitales extranjeros y la venta de moneda extranjera quedó exenta del Impuesto sobre Operaciones Financieras.