Una vez más, los reclusos de las cárceles de Canelones, Comcar, Centro Nacional de Rehabilitación Femenino y de Lavalleja construyeron carros alegóricos que participarán mañana en el Desfile Inaugural de Carnaval. Aunque menos vistosos que otros años, los nuevos carruajes fueron presentados ayer en la Torre Ejecutiva y fueron estacionados frente a la Plaza Independencia. Autoridades de las diversas instituciones y organizaciones sociales involucradas estuvieron a cargo de la presentación. Antes de que los oradores empezaran a hablar se proyectó un video en el que una persona que ahora recuperó la libertad contó su experiencia en el trabajo de la construcción de los carros. Uno de los primeros aspectos que destacó es que “a través del trabajo se muestran sentimientos”. Contó que no era necesario darles órdenes a quienes trabajaron porque “ellos llegaban y sabía lo que tenían que hacer”. Aunque era fundamental la “ayuda” para orientar la construcción, la mayoría estaba motivada.
Lo resumió en pocas palabras: de no haber tenido la posibilidad de construir los carruajes, la condena se hubiera alargado. Asimismo, destacó que es una forma de que los reclusos hagan “un aporte a la cultura, a pesar del encierro”. A este último punto se refirieron algunas de las autoridades que hablaron en la presentación. Así se expresó el director del Instituto Nacional de Rehabilitación, Luis Mendoza, quien recordó que la institución considera como principios básicos “el trabajo, el estudio, el deporte, la recreación y la cultura”, para que las personas privadas de libertad puedan expresarse. Puntualizó que los reclusos están pagando por el delito que cometieron y ahora están “pidiendo oportunidades”.
John, el magnífico
Estaba previsto que el acto de presentación abriera con las palabras de Texeira, pero éste optó por no hablar y en ese tiempo entregó regalos elaborados por las personas privadas de libertad a los representantes de las distintas instituciones. El resto de los voceros se encargó de enaltecer la figura del docente coordinador, quien desde 2006 está a cargo de los talleres que tantas satisfacciones les han brindado a los reclusos. La importancia de su rol quedó en evidencia en expresiones como “No en todos lados hay un John” o “John Texeira hace trabajo de hormiga todo el año”. También se evidenció la falta de más compromiso en frases como: “Pido un compromiso cada vez mayor de las autoridades públicas y de las organizaciones sociales, porque es un proyecto que tiene una capacidad impresionante para seguir creando cosas en todo el país”.
Consultado por la diaria sobre el rumbo que ha tomado el programa, Texeira comentó: “¡Yo quiero desaparecer!”. Y enseguida aclaró: “Éste es el último año, en el que voy a hacer un esfuerzo grande para que se unan todos, para que las cosas salgan con más gente, más talleres, más materiales, más recursos”.
Para que el proceso productivo sea adecuado, el trabajo debería empezar en julio, pero nunca arranca a mitad de año. En esta oportunidad recibieron algunos materiales en diciembre y otros “recién hoy están llegando”. “La idea es que se junten las instituciones o que haya un líder que lo tome como propio, una institución que lo gerencie, y que las otras aporten lo que exija la gerencia”, puntualizó.
Más allá de las dificultades que Texeira encuentra para desarrollar la tarea, aseguró que el resultado siempre es positivo. “Puede ser lindo el carro, puede ser feo, puede tener detalles, puede tener muchas cosas, pero es el trabajo de personas que no saben hacer esto”, resumió. Contó que durante el proceso hay mujeres que aprenden a soldar o a hacer instalaciones eléctricas y hombres que aprenden a coser. Desde el punto de vista humano, el resultado es positivo, porque permite a quienes están privados de libertad darse a conocer. Indicó que para los ojos de la sociedad se trata de “presos o reclusos”, y que “hay que considerar que son personas”. “Son personas y van a salir en libertad. Lo que queremos es que la persona salga mejor”, concluyó.