-¿Cómo y cuándo le llega la noticia de que va a ocupar el cargo?

-Empieza con algunas preguntas de las autoridades, con algunos intercambios conceptuales acerca de cómo se podría reordenar, pero era algo informal que luego empezó a afinarse. Llegó un momento en que se hizo un planteo informal. Cuando me di cuenta de que era en serio -porque me lo tomé como un tanteo-, cuando hubo una pregunta que esperaba una respuesta de la que podía desencadenarse una decisión, acudí a mi familia. Quizá, un tiempito antes, había algunas cuestiones planteadas en términos de intercambios de qué podríamos hacer y muy al final del año hice el planteo a mi familia.

-¿Qué plan de trabajo propuso?

-Mi tarea en estos días, además de adaptarme, es tener un encuadre. Parece menor, pero no lo es. Estuve trabajando con los otros dos consejeros sobre cómo es el estado de situación. Tengo algunas preocupaciones, nudos generales que creo que los comparte la opinión pública: el tema del relevamiento edilicio -ya estuve en contacto con los arquitectos y volveremos a reunirnos el jueves-. Está el tema de cómo generar una organización clara de cara al inicio de los cursos -elección de horas, relevamiento de horas vacantes, asegurarnos de que estén asignados a los centros todos los equipos estables y de que los horarios estén en tiempo y forma- y, fundamentalmente, esto que yo planteo de hacer una recorrida por los centros para ingresar en un vínculo franco, estrecho y directo con los equipos directivos, porque ellos son los líderes pedagógicos de las instituciones.

-Habló de iniciar procesos. En su planificación, ¿está pensando en una próxima gestión del Frente Amplio?

-Hay algunas cosas que son inmediatas, en las que siento que se me reclama que tome decisiones y que sea ágil, porque hay una operativa que tiene que resolverse de acá a un mes y medio. Lo que quisiera aprovechar es eso de darme el gustito de empezar a generar un debate de más largo aliento, que va a exceder mi gestión. Si me toca estar, voy a estar encantada -y esto lo digo a una semana de asumir-, pero así como cada vez concurrí al llamado de quien me necesitó -porque la educación siempre fue mi vocación-, pienso que seguiría estando disponible. No obstante, no es un objetivo para mí permanecer por permanecer. Si la próxima gestión de gobierno quiere contar con mi presencia y me convoca para seguir, porque está satisfecha y yo pude cumplir las expectativas y tengo encaminado un proceso interesante junto con los otros consejeros, pienso que estaré encantada. [...] Como sociedad tenemos que reencontrarnos con lo educativo.

-¿Cómo se hace?

-La tarea inicial es la de movilizar las fuerzas. Me encantaría convencer de que la educación tiene una fuerza en la gente que es impresionante. Tenemos un plantel docente muy formado y muy comprometido, a veces un poco desanimado. A veces no pueden presentarse en los territorios con la fuerza que verdaderamente portan, porque están un poco descorazonados. Apuesto a movilizar esas energías, ese potencial que tenemos y que está presente en los equipos de aula, en los docentes de adscripciones, en los equipos directos, de inspección, técnicos.

-Se habla de “tasas de repetición” o de “deserción” como si la falta de respuesta no fuera del sistema, en un contexto en el que hay una campaña a favor de bajar la edad de imputabilidad penal. A su vez, está lo que se espera de los docentes. ¿No se le exige demasiado a la educación?

-Creo que sí, pero la educación tiene que poder movilizar otras fuerzas sociales. Hay una imagen culpabilizadora de los jóvenes, de la que tenemos que tomar conciencia. Vivimos en una sociedad que tiene una fuerte pulsión individualista, una gran compulsión consumista, y la única respuesta que da es encerrarlos. Damos unas pautas para vivir y después, cuando viven y ejercen, decimos: hay que encerrarlos y cuanto más chicos, mejor. Me parece una mirada equivocada. Es cierto que a los docentes se les achaca todo, y eso forma parte de esa sensación descorazonadora, pero también hay una línea de pensamiento interesante para desarrollar.

-¿Por qué un docente debería saber enfrentar situaciones vinculadas a la pobreza o a la marginalidad?

-Porque los docentes tenemos que tener la bandera del derecho a la educación. Uruguay resolvió que la educación media tenía que formar parte de la formación integral de todos. Lo que nos pasó es que no pudimos resolver con la misma eficacia la práctica, la organización. Venía un sinfín de jóvenes a las aulas que todavía no había llegado y que portan una variedad inmensa de historias previas, de realidades sociales, de procedencias, de mensajes diferentes de los adultos que son sus padres, niveles socioeconómicos distintos... Es natural que los profesores se sientan súper exigidos [...] Creo que el acompañamiento es fundamental. Por eso tiene que haber equipos en los territorios.

-¿Los hay?

-Hay una primera etapa, y creo que este año vamos a poder avanzar. Ya está encaminado, a partir de este diseño de lo regional. En marzo se va a resolver la figura del inspector articulador regional: inspectores que van a vivir en las zonas que ha señalado el Poder Ejecutivo. La expectativa es que puedan encontrarse las instituciones que están presentes en esos territorios, no sólo la educación, sino todas las dependencias del Estado, y no abandonaría la chance de que instituciones privadas puedan plegarse al trabajo. Ese inspector articulador va a residir en ese lugar, va a mapear la zona y descubrir las potencialidades, trabajará con todos los actores educativos para conseguir mejores resultados.

-¿Qué debería ofrecer la educación media?

-La educación media no tiene que olvidarse de que tiene una función esencial en esto de humanizar. Todos los que estamos acá nos hemos hecho muchas preguntas, te vas cuestionando el sentido de tu vida. Es muy importante el desempeño académico, pero no es lo único que tenemos que ofrecer. Tenemos que ofrecer un acompañamiento permanente en términos de desarrollo humano.

-¿Se reunió con Juan Pedro Tinetto y con el sindicato de profesores?

-No. Estoy esperando y probablemente la tengamos pronto. No me reuní con el sindicato. Tuvimos una primera aproximación por intermedio del consejero [Daniel] Guasco. No he tenido una solicitud de reunión aun.

-¿Cómo evalúas el desarrollo de los paros por presupuesto que se realizaron durante 2013?

-Lo viví con bastante preocupación. Hay una tensión entre el derecho del reclamo laboral que hacen los trabajadores de la educación, que es válido, y sostener el ritmo de las clases con el derecho a la educación. Hablar de derechos es hablar de tensiones. La verdad es que todos lo vivimos con preocupación. No creo que el gremio lo haya vivido como algo desprendido de lo que es la responsabilidad. Se dio una circunstancia que entrecortó el ritmo, y me parece que si miramos a los centros educativos perdimos chiquilines y horas de contacto, pero ya pasó. Hay que pensar hacia al futuro. Yo voy a convocar a la creatividad. Me preocupan los modos y las consecuencias que tienen.

-¿Qué opina sobre la idea de semestralizar el año?

-Hay que pensarla. Desde el vamos, digo que es cierto que son muchísimas asignaturas y que hay un alto nivel de fragmentación del conocimiento. Me parece difícil pensar en un chiquilín de 12 años que viene de primaria, con una maestra única, y pasa a la diversificación en tantas materias. Creo que habría que abrir un debate en torno a eso. Por otro lado, creo que hay una porción de jóvenes a los que les resulta muy largo y muy poco estimulante el año lectivo. A muchos se les hace largo y difícil de sostener, y probablemente una semestralización del proceso pudiera operar como un estímulo. La educación es una actividad que se va andamiando en fuertes rutinas. Hay una cosa muy fabril en juego. Quizá haya que generar seguridad en cuanto a que estamos dispuestos a discutir otros tiempos, cuidando que no se perjudique a nadie. Hay que asegurar que la discusión pueda darse resguardando que no se dañe el trabajo del profesor, sus horas de clase, su salario. Es posible.