Es la sexta victoria al hilo que meten los tricolores. Ayer se impusieron a Racing de forma concreta y concisa, sin brillar, con dos goles conseguidos en cada extremo del partido: Gastón Pereiro al comienzo del primer tiempo y Carlos de Pena cuando faltaban tres minutos para el cierre. Con esta victoria el bolso llega a 24 puntos en la tabla del Apertura y saca distancia de cinco unidades respecto de sus dos perseguidores: Peñarol y su rival de ayer, Racing.
El bolso fue práctico y eso le valió para ganar un partido deslucido. No lo fue por las propuestas con el balón -de hecho, ambos equipos buscaron siempre mover los hilos con cierto orden, sin arriesgar con pelotazos y buscando el arco rival preferentemente por abajo-, sino por lo opaco, si se quiere hasta apático en la escasa generación de chances de goles. Al mirarse al espejo no fueron ni por asomo lo que venían siendo en partidos anteriores. En ese marco, Nacional fue efectivo porque tuvo a De Pena, que cada día juega mejor, y porque defendió muy bien cuando Racing propuso.
En tan poco fútbol, fue práctico el primer gol de Nacional: Gustavo Munúa sacó para Alfonso Espino, éste metió el bochazo para Iván Alonso, que amortiguó de pecho, bajó y pasó en profundidad para De Pena, quien tiró el centro rastrero para la entrada por el carril del 10 de Pereiro y su golpe certero de gol. Cuatro pases, mucha velocidad, 1-0.
Después Nacional moduló, y eso también le sale bien. Es una marca registrada de estas nueve fechas del Apertura: el equipo de Álvaro Gutiérrez decide compactarse del medio hacia atrás, para sacar contragolpes mediante cualquiera de los tres volantes ofensivos que pone por detrás de Iván Alonso. En ese repliegue, la escuelita pagó con su fútbol. Buscó con Cristian Tabó por la derecha y con Juan Pablo Rodríguez por el centro, todo desde la primera tarea de construcción que salía de los pies de Carlitos Díaz. Insinuó, sí, pero no concretó; generó, también, pero no profundizó, y en ese panorama Mauricio Affonso fue consumido por la tarea de Diego Polenta y Rafa García, cada vez más afianzados. Sin chances claras más que el gol de los tricolores y un tiro cruzado de zurda de Tabó, el primer tiempo se fue con cara de pretencioso sin consuelo.
Aguantarlo para eso
Lo de Nacional fue en efectivo: corte, ya sea en la última zona o en la mitad de la cancha, y pase para los volantes que salían en velocidad. Marcó la cancha y puso la flecha en dirección al arco de Contreras. En esa postura, el rendimiento por encima del resto fue de Carlos de Pena. Aparte de la jugada del primer gol, del volante por la izquierda de los tricolores salieron las otras oportunidades claras para su equipo: a los 48 minutos probó desde lejos, la pelota rebotó y le quedó para la carrera de Alonso, pero su disparo, con el arquero en el suelo, no fue gol porque dio en el palo.
Ya con Álvaro Recoba en la cancha (que ingresó por Leandro Barcia, quien ligó tan poco que se lesionó a los 10 minutos) llegaron las pinceladas de color entre tanto gris. Primero metió un pase milimétrico a De Pena, que cabeceó de espaldas, y Contreras restó volando. Cuando faltaban cinco para el final, el Chino pateó un tiro libre a modo de córner corto olímpico que pareció gol cuando el Loco la sacó y el línea no lo advirtió. Más que protestar, Carlos de Pena se guardó la última corrida del partido para bajar el telón: tremendo zapatazo desde lejísimos que entró arriba, contra el techo del arco. Fue el cierre perfecto para su tarea personal, que puso un poco de melodía a tan poca letra.