Primero lo primero: es un reclamo histórico y justificado. Años, décadas tal vez, pasaron para que la FIFA atendiera los derechos de los equipos y las ligas. El fútbol (el deporte en sí) forma y es una realidad indiscutible. Cuando la cosa se regía sólo por discusión, la acumulación de fuerzas de los clubes ricos hacia o sobre los equipos con menos recursos (por lo general latinoamericanos, africanos o asiáticos) hacía imposible cualquier convenio con espíritu de justicia. Fue así -o sea, pan de contratistas y equipos forrados en dinero- hasta 2001, cuando se modificó el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA. Entonces surgieron la Indemnización por Formación y el Mecanismo de Solidaridad como forma de recompensación para las instituciones que participaron en la formación.
Todo siguió siendo una lucha entre timadores y justos reclamos. Lo más difícil era la comprobación del pasaporte futbolístico de un jugador, desde su primera participación en la infancia hasta los 23 años. En 2010 la FIFA creó el Transfer Matching System, software dedicado a recabar todas las transferencias mundiales, y entonces las asociaciones y las federaciones de cada país pudieron empezar a volcar la información y a construir la historia oficial. A modo de ejemplo, en ese pasaporte figura que la carrera de Luis Suárez comenzó en Deportivo Artigas, de Salto, y siguió en Urreta y Nacional, de Montevideo, más la conocida aventura futbolística europea en Groningen y Ajax, de Holanda, Liverpool, de Inglaterra, y el Barça de hoy en día.
De lo puntual a toda la vida
El recuadro ilustra bien cómo se resuelven las transferencias según la Indemnización por Formación o el Mecanismo de Solidaridad. El primero de los artículos cubre hasta los 23 años de cada jugador. Una vez cumplidos los 24, no se activa más. El artículo de Solidaridad sí corre para toda la vida futbolística de cualquier jugador, y no se activa en sólo dos casos: cuando el pase sea dentro de una misma federación (por ejemplo, cuando Edinson Cavani fue vendido del Palermo al Napoli, en Italia: no hubo plata) o cuando el jugador en cuestión no tenga contrato vigente.
Leyes FIFA
El artículo 20 dice: “La indemnización por formación se pagará al club o clubes formadores de un jugador: 1) cuando un jugador firma su primer contrato de profesional y 2) por cada transferencia de un jugador profesional hasta el fin de la temporada en la que cumple 23 años. La obligación de pagar una indemnización por formación surge aunque la transferencia se efectúe durante o al término del contrato. Las disposiciones sobre la indemnización por formación se establecen en el anexo 4 del presente”. Mientras que el artículo 21 expresa lo siguiente: “Si un jugador profesional es transferido antes del vencimiento de su contrato, el club o los clubes que contribuyeron a su educación y formación recibirán una parte de la indemnización pagada al club anterior (Mecanismo de Solidaridad). Las disposiciones sobre el Mecanismo de Solidaridad se establecen en el anexo 5 del reglamento”.
El Mecanismo de Solidaridad enuncia y establece que 5% del precio de una transferencia internacional realizada durante la vigencia de un contrato (técnicamente, indemnización que paga el nuevo club al que deja el jugador) se deduce de ese precio y se destina por el nuevo club al club o a los clubes que formaron y educaron al jugador. El monto, para todos los casos, es de 5% y se distribuye proporcionalmente entre los equipos en los que el jugador se haya formado desde los 12 hasta los 23 años. Entre los 12 y los 15 años, la indemnización que se percibe es menor a cuando el jugador tiene entre 16 y 23 años.
Asegurar la reinversión
La historia atraviesa diferentes realidades en el ámbito nacional. Desde el fútbol profesional de Primera y Segunda División, pasando por los equipos y las ligas del fútbol de interior (que figuran con carácter de amateur), hasta la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI) y su sostenida tarea de atender la formación para los niños.
Para la ONFI tampoco fue fácil obtener los beneficios por el Mecanismo de Solidaridad. Primero, peleó por la necesidad de ser identificada como una organización que funciona como agente asocial. Gastón Ramírez, hoy jugador del Hull City, de Inglaterra, lo tuvo claro desde el inicio y, en tal sentido, envió en su momento una carta a la ONFI en la que pedía que se hiciera todo lo posible para que los clubes donde él jugó (baby fútbol en Tulipán y divisiones inferiores de Anglo, ambos conjuntos de Fray Bentos, más Peñarol de Montevideo) recibieran dinero por sus pases. Fue un envión para el empuje sin pausa de los dirigentes de la ONFI. A eso se sumó incondicionalmente la ministra de Turismo y Deporte, Liliam Kechichián. Entre todos los esfuerzos, apareció el convenio. El 8 de mayo de 2013 la ONFI y la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) dejaron en papel firmado y refrendado el mandato para que la organización del fútbol infantil controle el destino de los fondos que se reciben por las transacciones de jugadores. Es 0,5% del total del 5%. No es poco: son obras de carácter cultural, son mejoras en infraestructura que posibilitan la mejor interacción social y deportiva, son condiciones de alto valor para realidades que se construyen a voluntad, amor propio, millones de tortas fritas e ilusiones.
Federico Perroni, abogado y especialista en derecho deportivo, en charla con el Deportivo Uruguay, habló sobre el convenio firmado entre la ONFI y la AUF: “Sin duda que fue muy positivo. Los dineros que se manejan en el fútbol profesional, por más que se reciba el dinero correspondiente a un año, para el fútbol infantil es un dinero fresco, que será bienvenido”. “La diferencia ya está dentro del propio concepto de los dos mecanismos. La indemnización por formación apunta a indemnizar a los clubes que formaron a los jugadores. Se entiende que los futbolistas se forman hasta los 21 años. Veamos un ejemplo: supongamos que un jugador se transfiere de Uruguay a Italia; lo que se paga es lo que le costaría, desde el punto de vista teórico, al club italiano formar a ese jugador. Entonces lo que invierte el club italiano, de acuerdo a una tabla que la FIFA actualiza todos los años, en formar ese jugador es lo que se reparte, haciendo un prorrateo, a todas las instituciones que formaron al jugador entre los 12 y los 21 años”, agregó Perroni. Previamente, ese dinero, los fondos que se generaban en la formación del deportista entre los 12 y los 13 años, nunca aparecía. Pero tampoco era reclamado. Las instituciones de la AUF no lo reclamaban. Entonces entró a actuar la ONFI, que tenía derecho a cobrar ese porcentaje. Pasó un tiempo, se peleó para llegar a esta situación y se logró.
Jorge Burgell, presidente de la ONFI, también lo tiene clarísimo. “Hace 14 meses se viene recibiendo dinero por estas transferencias. Y no sólo valoramos la entrada de dinero, sino también la reivindicación conseguida tras décadas de buscar el reconocimiento al trabajo en el fútbol infantil y en la formación de esos chiquilines. El objetivo nunca será crear cracks, sino que los chiquilines disfruten jugando”, expuso en conferencia de prensa el miércoles 17 de diciembre de 2014.
Equitativamente, el monto recaudado por la ONFI cada vez que se da un pase de un jugador con trayectoria en el fútbol infantil se dividirá en diez partes. Ocho partes para el club o los clubes por donde pasó el jugador traspasado; otra parte es destinada a la o las ligas en las que participó, y la décima porción es para la ONFI. Apoyados en el ejemplo de Suárez, las octavas partes fueron para Deportivo Artigas, de Salto, Urreta y Nacional, de Montevideo. En el caso de las ligas, quienes obtuvieron dinero fueron la liga salteña, la liga Parque capitalina y la Asociación Uruguaya de Fútbol Infantil (AUFI). Y, como hubo un año en el que el delantero no jugó, ese dinero va para un fondo común de la ONFI, el cual reparte sus recaudaciones entre todas las ligas al día, otro fenómeno de solidaridad en el que entran todos los equipos que aún no han tenido jugadores vendidos al exterior. Sobre eso, la mirada del presidente y su equipo: “El destino se reinvierte 100% en el fútbol infantil; no hay otra alternativa posible. Hay que cumplir con el control, ir viendo en qué se va gastando y qué planes de futuro hay. En muchos casos podrá haber obras de coparticipación, y se entiende. Pero la idea absoluta es que el dinero sea invertido en los niños en las diversas formas que existan”.
Pases al pie
Los más renombrados fueron los de Edinson Cavani y Luis Suárez, ya sea por quienes son ellos o por el dineral que estuvo en danza. No es para menos: Cavani fichó la temporada pasada por 64 millones de euros con el Paris Saint-Germain francés procedente del Napoli, de Italia; Luis entró en la historia como el cuarto mejor vendido del mundo tras la cifra que pagó el Barcelona, que rondó los 81 millones de euros. Solamente están por encima del Salta el brasileño Neymar Junior, por quien el Barça abonó por ventanilla al Santos brasileño 99,7 millones de euros; el portugués Cristiano Ronaldo, comprado por Real Madrid en 94 millones, y el galés Gareth Bale, fichado en 91 millones también por los merengues madrileños. Suárez desplazó al quinto lugar de la lista al francés Zinedine Zidane, por quien los madridistas abonaron en su momento 73,5 millones de euros a la Juventus, de Italia. Nunca mejor dicho: los goles cotizan alto.
Lo que importa es lo de abajo
El seis es el número clave en la ONFI: 600 son los clubes que participan, 62 las ligas que integran la organización, 60.000 los chiquilines y 2.000 las chiquilinas que participan en el fútbol infantil en todo el país. Cada fin de semana se mueven aproximadamente 300.000 personas en todo Uruguay. La ONFI se divide en zonas: la Zona 1 está ubicada en el este del país y la integran Lavalleja, Rocha, Maldonado y Treinta y Tres; la Zona 2, en el noreste, la conforman Cerro Largo, Rivera y Tacuarembó; en el Litoral Norte está la Zona 3, integrada por Paysandú, Salto y Artigas; la Zona 4, en el Litoral Sur, con Río Negro, Soriano y Flores; y la Zona 5, en el centro del país, con Florida, San José, Durazno y la Liga Isabelina; la Zona 6 está integrada por diez ligas del departamento de Colonia; la Zona 7, por Canelones, y la Zona 8, por seis ligas de Montevideo, incluyendo la AUFI.
La AUFI integra la ONFI, por lo que Nacional, Danubio y Peñarol, entre otros, también la integran. Antes existía una división, y podía llegar a pasar que hubiera niños que jugaran en dos clubes a la vez. 85% del presupuesto llega desde el Ministerio de Turismo y Deporte, que ha intervenido y promovido este convenio. La ONFI tiene diez funcionarios -son menos, pero hay algunos que cumplen varias funciones-. El 15% restante del presupuesto que maneja la ONFI se consigue por medio de entes estatales: Ancap, UTE, Antel.
En números, la transferencia de Suárez de 2014 dejó a Nacional aproximadamente tres millones de dólares por la formación del jugador hasta los 19 años (desde esa edad y hasta los 21 el beneficiado fue el Groningen, de Holanda, y desde los 21 a los 23, el Ajax, también holandés). La ONFI, que cobra 0,5% por concepto del Mecanismo de Solidaridad, recibió por dicho pase 89.000 dólares. El caso de Cavani tiene rasgos similares. Si bien el gran beneficiado por sus dos transferencias entre ligas fue Danubio, de Montevideo, Ferro y Salto Uruguay, ambos equipos salteños, han sacado buena tajada. Nacional, Peñarol, Remeros de Salto y la liga salteña también recibieron dinero por el pase del Edi. Los tres clubes mencionados realizaron la división de dinero en partes iguales por decisión de Peñarol de Salto, que había sido el club en el que más se había desempeñado. El Matador jugó en el fútbol infantil en tres clubes. En cada uno de los equipos (Nacional, Peñarol y Remeros) participó diferentes cantidades de años. “Cuando recién empezó, le veía grandes condiciones. Alternaba en la selección y uno callaba un montón de cosas, porque recién empezaba. Hoy en día ya no se puede callar más, porque día a día demuestra -aunque yo sea el papá lo voy a decir- que es uno de los mejores”, le dijo Luis Cavani a Deportivo Uruguay. Carlos Rolfo, presidente de Peñarol de Salto, también hizo declaraciones: “Tres años jugó en Peñarol, y el técnico lo llevó a la selección de Salto. Después estuvo en otros clubes. Él estuvo más con nosotros, está en los formularios. Yo había propuesto, resolvimos entre todos, que lo más justo era repartir entre todos”. Por mes, Peñarol de Salto invierte 60.000 pesos, recibe 180 niños y tiene 800 socios. la diaria entrevistó en su momento a Roque Escobar, hoy ex presidente del equipo Salto Uruguay, quien sostuvo que, cuando Edinson fue vendido de Danubio al Palermo italiano, su equipo recibió 70.000 dólares y, además, cuando la venta fue entre el PSG y el Napoli, Salto Uruguay obtuvo unos 450.000 dólares, aproximadamente. También están los casos de Guillermo Varela, Gonzalo Bueno, Diego Laxalt, Brian Rodríguez, entre otros. En el caso del Zorrito Bueno -que hoy pegó la vuelta a Nacional-, el porcentaje del Mecanismo de Solidaridad para el fútbol infantil se dividió entre la ONFI, la Liga Parque y el Urreta, único club que lo formó en sus años de baby fútbol. El Urreta, del barrio La Blanqueada, recibió aproximadamente 19.000 dolares. A este mismo club le entró además dinero por Matías Malvino, que pasó de Defensor a jugar en el Lugano, de Suiza, y espera por futuras transferencias: Leandro Rodríguez (River Plate), Gonzalo Latorre (Peñarol), Franco Gentile (Wanderers), entre otros juveniles que tienen posibilidades de emigrar al fútbol internacional.
Poniendo estaba la gansa
Entre lo que hay y lo que es pasa de todo. Desde ligas europeas que pagan al día, casi automáticamente (el referente en ese sentido es la inglesa, que tiene prefijado quitar 5% en cuanto pase participe un club afiliado a ella), hasta quienes buscan las mil y una formas de no efectivizar la guita ni el reglamento. Se hacen los osos, pero les dura un rato. Por lo general, según las conversaciones que la diaria ha mantenido con abogados especialistas en derecho deportivo, primero se intima de forma amistosa. Es decir, contactos bilaterales entre clubes para llegar a buen puerto. De no ser así, se le da participación a los Tribunales de Arbitraje Deportivo (TAS, por su sigla en francés) y, en esos casos, el club que debe pagar el Mecanismo de Solidaridad tiene un plazo de 30 días para hacer efectivo el desembolso o manifestar una forma de pago. Estos casos no son fáciles, pero, al fin y al cabo, se cobran. El seguimiento es así: lo primero es la aproximación al pasaporte futbolístico del jugador, o sea, cuáles fueron los equipos en los que jugó. Una vez sabido eso, los clubes comienzan a participar en las gestiones. Por lo general, ceden sus poderes a los abogados para que gestionen con el club pagador. Entonces comenzaría la gestión, llamémosle, amigable. Si se da así, mejor, porque acorta los plazos. Los procedimientos ante la FIFA demoran, a veces hasta más de un año. Hay que darle tiempo al tiempo. Y si no se cobra así, se inician los procesos judiciales. Para las dudas, en el artículo 2 del anexo 5 queda establecido el procedimiento de pago exigido por la FIFA al club comprador: “… deberá abonar al club o los clubes formadores la contribución de solidaridad conforme a las disposiciones precedentes, a más tardar dentro de los 30 días siguientes a la inscripción del jugador o, en el caso de pagos parciales, 30 días después de la fecha de dichos pagos”. Además, indica que es responsabilidad del nuevo club calcular el total de la contribución y distribuirlo según lo indica el historial de pases del jugador.
Teoría y ensayo
Está claro que, una vez consumados los hechos, lo que importa es el destino del dinero que se recauda por formación. Cada institución será parte y juez de sus inversiones. Pero hay algo más. Todo esto desprende un movimiento que es necesario ver desde lo social. El fútbol es una usina cultural que desarrolla valores personales y humanos. El fútbol fortalece la salud (física y psicológicamente) mediante la práctica adecuada y evolutiva. Pero el fútbol también es expectativa sobre niños y jóvenes, muchas veces lobo en piel de cordero que presiona y exige rendimientos por parte de los padres, de los entrenadores, del entorno y, una vez convencido, hasta del propio individuo.
Una cifra en millones de dólares para el mundo del fútbol no es nada; para cualquiera de nosotros es inimaginable de recaudar juntando todos los años del laburo individual o familiar. Los billetes no compran alegrías, pero por ahí alguien con poca información puede llegar a creer que un gurí será vendido y salvará el resto de sus días. Es poner lo profesional antes que lo lúdico. Es darle la pelota para que corra detrás de una quimera inalcanzable: entre 80% y 90% de quienes practicamos fútbol alguna vez hoy no trabajamos como futbolistas. Soñar, soñamos todos. Pero la película, si tiene una trama sostenida en la experimentación del niño, con compañeros y amigos como coprotagonistas, con algunos partidos ganados y otros perdidos, sacando partido de sus propias decisiones (equivocadas o no), puede tener un final bastante bueno. Dejémoslos jugar y que, en todo caso, decidan ellos cuándo ser ex futbolistas.