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Después de varias y angustiosas postergaciones en el que será recordado en el futuro como “el carnaval de la lluvia eterna”, finalmente los barrios Sur y Palermo celebraron ayer la mayor de sus fiestas, congregando multitudes al sonido del piano, el chico y el repique. Las Llamadas llegaron tarde, pero llegaron y se hicieron escuchar.
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