El primero fue de Felipe Gedoz, con un remate que un jugador de Miramar Misiones interceptó en vano sobre la línea. El segundo fue de Giorgian de Arrascaeta, cuyo tiro apenas se metió por culpa de una intervención del arquero Adrián Berbia. Son imágenes funcionales a una manera de ganar que se vuelve un rasgo de Defensor Sporting. Los violetas vencieron 2-1 a un rival comprometidísimo en el descenso, que ayer estrenó su tercer director técnico y llegó a empatar transitoriamente. No aprovecharon sus momentos de lucidez; lo pagaron con angustia pese a que fueron superiores.
Volvieron a demostrar que la inspiración de De Arrascaeta es su activo más valioso. Tiene el preciado don de la habilitación entre líneas, imprescindible para abrir defensas numerosas. Ésa fue la apuesta del primer Miramar Misiones del Pecho Daniel Sánchez, que inició la tarde con cinco zagueros. Pero el Cocho portaba la llave y el violeta tuvo momentos de profundidad oceánica. No llamó la atención que Gedoz abriera la cuenta a los 23 minutos, cuando ya hacía un rato que Risso se había mandado un cabezazo que dio en el palo. Tanto Nacho como el brasileño volvieron a defender su recuperada titularidad. En cambio, se esperaba más de Nico Olivera, que a los 41 también tuvo su tiro al palo.
Con los minutos, Miramar mostró algo más que espíritu defensivo. Sin más herramientas que un plantel corto y joven, consiguió que sus esporádicos ataques ganaran en peligrosidad. Probó a Martín Campaña a los 35, cuando Miraballes se metió al área: hubo una gran atajada en medio de cuatro remates seguidos. Su director técnico se reforzó contra los desbordes con un cambio de sistema y armó dos líneas de cuatro. El guion lo premió con el empate de Colman, beneficiario de la sostenida inseguridad violeta ante las jugadas de pelota quieta.
Pero esta vez Defensor se valió de una paciencia abonada por la experiencia y el buen criterio de Andrés Fleurquin, que aportó para la distribución. El gol de la victoria llegó más temprano que tarde. Igualmente, el fantasma del empate cebrita se recostó cómodamente en ese tercer tanto que no llegó. Se alimentó de las últimas corridas del ingresado Leo Melazzi y de los centros del Hueso Adrián Romero, dos de los principales enemigos de un tuerto hijo del rigor.