A partir de ayer los ómnibus montevideanos volvieron a estar llenos de mochilas desde bien temprano en la mañana, lo que hace que algunas veces quede poco espacio para maniobrar en los angostos pasillos de las unidades más nuevas del Sistema de Transporte Metropolitano. Además, la amenaza de lluvia que luego terminó concretándose, hizo que en el nuevo escenario también hubiera que hacer lugar para el paraguas. Es que coincidieron el inicio de cursos en Primaria, Secundaria, UTU y la Universidad de la República, lo que implicó la vuelta en masa del estudiantado a las aulas.

En el caso del liceo Nº43, que para algunos queda en Rincón del Cerro pero también hay quienes dicen que esa zona es parte de Santiago Vázquez, el comienzo fue un poco desordenado, pero nada a lo que docentes, padres y estudiantes no estén acostumbrados en un inicio de clases. Poco antes de las 8.00 el cielo se encapotó y el agua comenzó a caer y a embarrar las veredas, que en la zona son de tierra, pasto, y en el mejor de los casos de pedregullín. Pero a diferencia de otros días lluviosos, ayer no había mucho margen para pegar el faltazo, porque había que estar en el liceo para no perderse ningún detalle inicial.

Además, el Nº 43 fue el único caso en Montevideo para el que Secundaria dispuso el comienzo escalonado de los cursos, ya que todavía continúan obras de acondicionamiento y ampliación en el local, lo que generó que los gremios docentes prestaran especial atención a lo que ocurriera en ese local. La noticia llegó a los medios, y muchos de los padres que acompañaron a sus hijos en el primer día de clase no tenían la certeza de que los cursos comenzaran. Mientras esperaban noticias en el hall, resguardados de la lluvia, corría el rumor de que finalmente las clases no comenzaban y que los docentes del liceo citaban a los padres a una reunión para explicarles la situación.

En el patio esperaban también los niños -ya casi adolescentes-, algunos con más ganas de arrancar que otros, pero en el fondo, y ya que se habían levantado temprano a pesar de la lluvia, todos querían que algo pasara. También había un cierto descontento con el armado de las listas, y muchos no tenían claro en qué grupo les había tocado. Al costado de la cartelera en la que todos se fijaban en qué grupo y con qué compañeros les toca compartir el año, había un cartel hecho por las autoridades del liceo en el que rezongaban a algunos que al parecer arrancaron y rompieron las listas en estos últimos días.

En el hall también estaban los estudiantes, que en voz alta trataban de descubrir si había alguno que estuviera en la mañana y se quisiera cambiar para la tarde. Otros comentaban sobre el frío que tenían, que parecía acrecentarse ante la incertidumbre de no saber si contarían con un salón para resguardarse. Un grupito de seis varones que parecían conocerse comentaba en voz alta sobre los docentes a los que iban a tener que enfrentarse. Uno de los adolescentes, que en realidad estaba en segundo año, les explicaba a los demás con quiénes debían tener más recaudos a la hora de cometer alguna travesura, y el resto escuchaba con atención.

Rompehielos

Después de unos minutos quedó claro que en realidad estaban llamando a padres y estudiantes a una reunión para informarles que los cursos sí comenzaban. A primera hora fue citado únicamente el 1º 1, y después lo harían el 1º 2 y el 1º 3, en ese orden. En un salón la directora, Adriana Regueira, y varios docentes y adscriptos informaban a los padres de la situación del liceo y su vínculo con el entorno. En un salón estaban los padres, que en muchos casos también estaban acompañados por hijos más chicos, que con ojos bien abiertos prestaban atención a todo lo que pasaba dentro del aula, y en el otro los debutantes.

Dos profesores de Educación Física y algunos estudiantes de quinto año se encargaron de recibir a los de primero. Si bien muchos de ellos ya se conocen porque vienen de la misma escuela o del mismo barrio, el liceo de Rincón del Cerro alberga a jóvenes de varias zonas cercanas como Paso de la Arena, Santiago Vázquez, Los Palomares o Maracaná. Por lo tanto, una dinámica de presentación vino más que bien para desestructurar, sacar nervios e integrar a quienes se mostraban más tímidos por no conocer a nadie en su grupo. Los presentes en el salón formaron una ronda y todos tenían que saber el nombre de la persona que tuvieran a su lado. Alguien pasaba al medio y “disparaba” contra uno, que tenía que agacharse y decir el nombre de quien tenía más próximo.

Después fue el turno de otra dinámica, en la que los estudiantes debían anotar cosas que se pudieran hacer en el liceo y otras que no, y compartirlas con sus compañeros. Mientras tanto, en el salón de al lado todo funcionaba bastante distinto. La directora, parada frente al auditorio de padres y algunos docentes, explicaba las cuestiones básicas que hay que saber para que el inicio de la vida liceal de sus hijos se dé en la mejor de las condiciones.

La vestimenta, el vínculo con los vecinos, las computadoras del Plan Ceibal y el relacionamiento con las empresas de ómnibus estuvieron sobre la mesa. La directora remarcó especialmente que la forma en la que los estudiantes fueran vestidos era importante. Si bien explicó que las primeras semanas iba a existir tolerancia en el control, en las siguientes se iría exigiendo cada vez más que ésta cumpla con las expectativas del centro educativo. En todo el liceo pueden verse carteles que prohíben expresamente concurrir al centro con indumentaria de equipos de fútbol, entre otras cosas.

Ruidos molestos

Acerca de los vecinos del local, la directora explicó que ya está “cansada” de recibir quejas porque estudiantes del liceo dejan basura en la puerta de las casas linderas o se quedan rondando fuera de hora por el barrio. En ese sentido, advirtió a los padres sobre los horarios en los que pasan los ómnibus y señaló que mientras no hubiera “gente rondando” en el lugar fuera de hora, no iba a haber problemas. Acerca de este tema, añadió que es de suma importancia para la institución que sus estudiantes mantengan una buena relación con las empresas de transporte, porque de esa forma se aseguran no tener inconvenientes de movilidad. También alertó que otros años se han producido robos en las cercanías del liceo, y que ése era otro aspecto a cuidar con sus hijos.

Mientras la directora hablaba podía escucharse el ruido de golpes que venían desde la obra de ampliación del local, que se está realizando en el predio de al lado. Ese detalle no pasó inadvertido en la charla, y la jerarca explicó que era una obra necesaria y que todos iban a tener que acostumbrarse a tratar con ello durante su vida cotidiana en la institución. En su discurso, que finalizó con la exhibición de un audiovisual, Regueira también hizo alusión a que la mayoría de la sociedad no quiere saber de nada con los adolescentes y prefiere tenerlos lejos, pero indicó que eso era exactamente lo inverso que ocurriría en el liceo que dirige.

En diálogo con la diaria, la directora explicó que las dificultades edilicias en ningún momento pusieron en riesgo el inicio de las clases. Si bien algunos docentes manifestaron malestar por titulares en la prensa que ponían en duda el comienzo en ese centro, la directora explicó que mantiene un muy buen diálogo con los integrantes del equipo y que nunca le plantearon reparos sobre el comienzo. Consultada al respecto, indicó que el mayor inconveniente que en estos momentos tiene el centro es la escasez de profesores con respecto al año pasado.

La directora manifestó además su conformidad con la atención recibida por los padres, que pareció haber sido retribuida también por ellos. Al final de la charla hubo espacio para evacuar dudas, y el docente encargado de Informática explicó que en las próximas semanas él les avisaría cuando tuvieran que llevar las laptops del Plan Ceibal recibidas en la escuela para cambiarlas por unas nuevas. Después de que terminó la reunión, y con la misma inquietud de un estudiante ávido que no se anima a plantear sus dudas en público en una clase, varios padres se acercaron a la directora para hablar con ella en privado. Mientras, los estudiantes y padres de 1º 2 esperaban ansiosos afuera para ser recibidos.