Tras la conversada semana, finalmente se jugó el partido entre negriazules y carboneros. Y fue en el estadio Centenario, ante poca gente en las tribunas pero con un ambiente que ya de pique indicaba que iba a ser una tarde vibrante, que podía determinar varios cambios en las tablas de posiciones del Campeonato Uruguayo. Y así fue. El encuentro salió empatado a 1 y Peñarol, que arrancó la tarde como puntero del Torneo Clausura, la terminó como escolta del Montevideo Wanderers. Liverpool, que llegó con la soga al cuello en las posiciones de descenso, durante un rato largo fue ganando el partido ante Peñarol y sumando 3 unidades importantísimas, pero con el empate final quedó posicionado junto a Cerro, con 69 puntos, y a la espera de la próxima fecha, en la que definirá su suerte justamente ante los cerrenses en Belvedere, en lo que será un partidún.

Hablemos del partido de ayer. Estuvo lleno de imprecisiones, y en tiempo real vaya a saber uno cuánto se jugó, porque Liverpool cortó el juego en reiteradas ocasiones, cada vez que Peñarol amagó con atacar. Vale decir que los carboneros tampoco tuvieron una buena tarde. Ni Tony Pacheco ni Zalayeta estaban encendidos, y cada vez que recibieron el balón fueron neutralizados de gran manera por Tito Ferro, Papo Barboza, Agustín Peña y Caué. Además, Jonathan Rodríguez no fue determinante como en los partidos anteriores, a pesar de que sobre el final del encuentro se convirtió en el artífice de las mejores jugadas en ataque de Peñarol.

Empañó ese rendimiento con una tonta expulsión: el juez -que tuvo una dudosa actuación- le mostró la tarjeta roja al Cabecita y a Agustín Peña.

Defensa y ataque

Los negros de la Cuchilla se pusieron en ventaja temprano en el encuentro cuando Damián Macaluso le cometió una dura falta al floridense Facundo Barceló dentro del área. El penal favorable para Liverpool lo pateó el símbolo actual del club: Paulo Pezzolano. El Papa cambió su remate por gol, desparramó su talento por el césped del Centenario y Liverpool, con la ventaja del 1-0 apretó las líneas y los dientes, y se dedicó a defenderla. La defensa fue una muralla y el mediocampo, un ahogo constante. Le dio la pelota a Peñarol pero lo marcó bien de cerca, utilizando el recurso del corte constante para afirmarse atrás. Cuando pudo, mandó a correr a los muy buenos delanteros que tiene: Barceló y Rodrigo Aguirre. Jonathan Barboza se comió la cancha y le metió tremenda dinámica. Peñarol intentó sin ideas claras y sin la efectividad que lo venía caracterizando. La tuvo Jonathan, pero tapó notable Guille de Amores; después, con el ingreso de Estoyanoff, Fossati abrió la cancha y por el lado de la platea Olímpica llegó el empate: el Lolo metió un zapatazo cruzado al palo derecho del golero negriazul. Los últimos minutos consistieron en el aurinegro yéndose al área y fue el mismo Estoyanoff quien podría haber hecho el segundo gol, pero la pelota se fue a las nubes, y con ella, el liderato del Clausura.