Conforme pasan los años para los individuos, para las instituciones, uno va reafirmando más y más que las cosas son como son y no como uno quiere que sean. Aun así uno, que en este caso no es más que un hincha del fútbol, un enamorado del deporte y un concubino de los sueños, no puede creer que las cosas sean así, y no como deberían ser.
Particularmente me refiero a que no tiene goyete que frente a la mayor instancia internacional que ha tenido Defensor en toda su historia -semifinal de la Libertadores- por una cuestión de negocios, de intereses económicos de terceros y, arriesgo, (muy subjetivamente y sin la menor prueba) con muchísima mezquindad, una organización, que parece ser Tenfield, pero con el aval tácito de Antel como patrocinador, y de la AUF como soporte institucional, termine armando un partido en el Centenario, que se superpondrá por una hora con la semifinal de la Libertadores en Asunción. Es decir, un amistoso de ocasión, contra el partido más importante de la historia de un club. Los aficionados uruguayos en el medio.
Acá, evidentemente, no hay más que un nuevo rebote de la pugna Tenfield (dueña de los derechos del fútbol uruguayo) y Fox Sport, (dueña de los derechos del fútbol de la Conmebol), que acaba de desembarcar en Uruguay con equipo propio, dejándose, y peleándose, con sus viejos socios. Algún defensor del capitalismo salvaje nos dirá que no es más que una opción que toma una empresa para salvaguardar su negocio, o sin ir tan lejos, sólo captar en pantalla a miles de sus potenciales clientes, antes que los otros hagan lo mismo.
Está bien, eso es negocio, y en mis cosas como quisieran ser hablo de otra cosa, de sueños, de gloria, de esfuerzo, y de fútbol. Del fútbol uruguayo que hoy y la semana que viene y ojalá por unos cuantos días más, será Defensor.
¡Vamo arriba la viola, bo!