Jorge Omar Ferreri, el Pato, desequilibró en las décadas del 60 y el 70. La afirmación no tiene más sustento que datos estadísticos y la opinión de todo aquel que lo haya visto jugar en las canchas floridenses. En esa perversa necesidad creada de rankings que terminan opacando -por no estar en lo más alto- a quienes no dejan de ser brillantes, es inusual la unanimidad para definir quién fue “el mejor de todos”. Pero en Florida la unanimidad es prácticamente unánime: fue el Pato, dicen.
Un deportista excepcional; no hay dos versiones. Veloz, fuerte, de patada potente y calibrada, y de ganar una y otra vez cuando saltaba a cabecear, haciendo valer en la elevación misma el resto de sus virtudes: potencia y precisión tanto con el pie como con la cabeza. Era un extraordinario deportista y, a los 75 años de edad, parece que lo sigue siendo. Empieza a hablar con la diaria pidiendo disculpas por si se le nota “un poco agitado”, pues, se excusa, acaba de hacer 40 kilómetros en bicicleta como parte de su rutina de atleta eterno. Pero no, notoriamente no está agitado. Entra rápidamente en clima para hablar de su trayectoria. Recita de memoria formaciones base de equipos profesionales en los que jugó, sobre todo la de Wanderers de mediados de los 60, y repasa sin dar mayores detalles su historia previa en formativas y Primera División tricolor, en la que llegó a tirarse alguna pared con Walter Gómez. En sus años de futbolista profesional, en los que en Uruguay jugó en Nacional, Wanderers, Cerro y Defensor, fue compañero de Emilio Cococho Álvarez, Guillermo Chongo Escalada, Ángel Castelnoble y Víctor Guaglianone, entre otros. Varias veces se puso la celeste, con la que incluso se fue de gira por Europa. Sin embargo, la mayor parte de su carrera fue en Florida, aunque “por falta de motivación” -aclara que no se trataba de la económica- sólo estuvo en la selección en un par de oportunidades. Alcanzó para salir dos veces campeón del Sur y una del Interior, más precisamente en la temporada 66-67, cuando se perdió de jugar las finales ante Paso de los Toros porque retornó al profesionalismo contratado por San Lorenzo de Almagro; se fue a jugar junto al Bambino Veira y el Lobo Fisher.
El debut en la Primera División floridense había sido en Atlético, “cuando los rasgos de la niñez aún no habían desaparecido de su rostro”, según escribió el periodista -y ex futbolista- Edgardo Ariel Ferreyra en uno de los tantos párrafos dedicados al Pato en el libro de los 100 años de la Liga de Fútbol de Florida. Se retiró cuando tenía 45, recuerda el propio Ferreri. Entre el debut y el retiro salió campeón en todos los cuadros en los que jugó: Atlético, Mundial, Candil, River Plate, Tabaré y Nacional. Se había ido de Florida a tierras canarias en la segunda mitad de la década del 50 siendo aún menor de edad; lo llevó el profesor José Ricardo de León. De ahí al profesionalismo. Regresó por un rato en 1966. “Fue una vuelta al pago que marcó al fútbol de Florida, transformando al fútbol gris y opacado de entonces en algo brillante, esplendoroso”, escribió Ferreyra.
Jugaba tanto de delantero como de volante. Aunque para quienes lo vieron, las diferencias estaban en casi todos los frentes. Él las relativiza. “Lo que yo tenía es que hacía goles”, comentó a la diaria. En la liga local se apuntó un centenar para los diferentes clubes en los que jugó, y en una sola temporada, la de 1971, contando los partidos oficiales de selección y de clubes, sumó 50. En el 66-67 fue goleador del Sur y estuvo entre los máximos artilleros floridenses en el campeonato del Interior pese a irse, para retomar su carrera profesional, tres partidos antes de concluir el certamen.
También fue profesional su hijo Juan, el Chara, quien en los 90 le dio tanta piola a la cometa de la farola que la hizo llegar hasta el sol. Juan, el hijo, en el cierre de 2014, con 44 abriles y desde adentro de la cancha, ayudó a Atlético Florida a no descender, pocos meses después de haber colaborado en el ascenso de La Vascongada en la primera mitad del mismo año. Jorge Omar Ferreri, el Pato, que también suma títulos como entrenador, sigue vinculado al fútbol. Su voz suele aparecer comentando partidos en las transmisiones de la 105.5 FM Piedra Alta. Su debut con los micrófonos data de sus años de jugador celeste, cuando en Rusia, a donde había llegado integrando la selección, aceptó el pedido de La Voz del Aire (la actual CX24) de transmitir a los uruguayos lo que harían sus propios compañeros en el campo de juego. “Estaba lesionado, no iba a jugar; me lo pidieron y no tuve problema”, comentó a la diaria. Excepcional.
Levántate y anda
Sin mejores jugadores de la historia local, pero con un plantel parejo y raspador, la albirroja de estos días, la de 2014-2015, arrancó la Copa Nacional de Clubes. No ha sido a paso de gloria; cierra la tabla de su serie, la F, sin punto alguno. Empezó cayendo ante Zona Oeste de Maldonado primero (2-1) y ante Canelones capital después (1-0). Fue visitante en ambos partidos. El sábado, de local, enfrentó a Canelones del Este en el Campeones Olímpicos, donde no pudo encontrar la redención , y después vendrá la segunda rueda. Una de las figuras del plantel, el arquero Fabio García (golero menos vencido y campeón de la Liga Universitaria jugando para Nacional Universitario), se fracturó tras una entrada de un rival en el primer partido. En el mismo encuentro también se lesionó, aunque de menor entidad, el goleador de la temporada local, Sebastián Aguirre, que había marcado el tanto albirrojo para un empate transitorio. La selección es dirigida por el laureado Pedro Cacho Mansulino, quien no la ha tenido fácil. El DT tuvo que ir recomponiendo el cuadro antes de comenzar el certamen, por una acumulación de lesiones que llevó, incluso, en los partidos preparatorios, a bajar dos líneas al delantero Luis Retamoza. Los nombres conocidos para el no floridense son pocos: el que más, quizás, el volante Marco Mansulino, que hasta la primera mitad de 2014 jugó en Fénix. Por resurgir, como el ave, va Florida en lo que le queda de primera fase.