La IASA está picante, entretenido, y se cambió los lentes. Miraba con sumo cuidado la tabla del descenso, pero desde ahora la olvida y piensa en otras cosas. Julio Avelio Comesaña nutrió de suma inteligencia al buzón. Es cierto: había una base muy buena, sembrada en el proceso dirigido por Jorge Vivaldo, y de eso se agarró el nuevo técnico. Aprovechó los circuitos de juego generados, potenció jugadores y mejoró detalles en el fondo, lo que permite que los naranjas estén más tranquilos y puedan subir escalones. Como frutilla de la torta, desde que asumió el nuevo cuerpo técnico ganaron los tres partidos que disputaron.
Esta vez la víctima fue Wanderers. No iba a ser sencillo lograr el triunfo: los de Gastón Machado tenían la obligación de ganar para meterles presión a los punteros del campeonato, arrimarse de a poco y esperar que alguno cayera. Pero nada le salió a Wanderers, que no fue ni de cerca el equipo al que nos ha acostumbrado.
Los naranjas dominaron prácticamente durante todo el primer tiempo. Arrancaron con la fácil: presionaron en todas las líneas de los del Prado y los pusieron nerviosos. Wanderers, sobre todo en la salida, perdió varios balones que los buzones aprovecharon. Con ese trámite, los visitantes cometieron errores en la defensa, y en eso apareció el gol.
Jonathan Barboza sacó desde el lateral, sin peligro, y toda la defensa bohemia durmió con la regla que dice que desde esa situación de juego no hay posición adelantada. Como el vivo, Gonzalo Vega se alejó y recibió solo. Tuvo tiempo el volante, que pensó y vio venir como moco a Nicolás Royón al área. Vega tiró el buscapié, y, en el camino, el arquero Leonardo Burián cortó, pero la dejó boyando. Con todo, como el gran delantero que es, Royón la empujó y puso el 1-0.
Sobe el final, Wanderers emparejó, porque Sud América se quedó. Kevin Ramírez la mandó desviada, y a los minutos Gastón Rodríguez hizo lo mismo. Sobre el final, cuando los locales esperaban, el Mago Matías Santos tuvo la suya, pero el Perro Javier Irazún (que viene dulce) le tapó el tiro.
Con todo, el complemento fue buzón. Burián fue la gran figura, que mantuvo con vida a Wanderers hasta el final. El talentoso volante isabelino Fernando Arismendi tuvo dos, pero el Cachorro los ahogó. Y no pasó mucho más. Con el trajín de los minutos, Sud América, erróneamente, se metió en el fondo y obligó -por lógica- a que los de Machado se le fueran. La más clara fue para Kevin Ramírez, que quedó mano a mano, pero otra vez Irazún le salió con alma y vida.
Comesaña le dio a la IASA la dosis de inteligencia que le faltaba. Sacó a los buzones del fondo y los hace soñar. El palacio vuelve a prender las luces, y los viejos recuerdos vibran una vez más.