Dicen que la justicia en el fútbol no corre. Que no se gana con ella y que no amerita ver los partidos desde esa perspectiva. Los goles son los que valen, y la justicia queda para los débiles. Rentistas fue más porque jugó mejor y porque esta vez la equivalencia deportiva terminó fallando a su favor.
El director técnico de los bichos colorados, Valentín Villazán, no se tiene que ir. No sólo porque ganó, sino porque hace jugar bien a Rentistas. Es cierto, los resultados no se han dado, pero ese gran impostor, del éxito -y su contracara, el fracaso-, no mide las reales dimensiones de lo que genera el entorno. Los bichos colorados no son Real Madrid ni mucho menos, pero son algo y tienen algo.
En las peores, en las que más duelen, cuando la cornisa está ahí y el vacío es la única opción, los del Cerrito demuestran que tienen armas y corazón. Nadie dice que es fácil o que sea lindo de ver, pero los procesos tienen su tiempo y hay que respetarlo.
Todo el primer tiempo fue rojo. No hubo un River, no hubo un Juan Ramón Carrasco, no hubo nada; sólo una acción. Rentistas fue más, probó por todos lados, pero, por esas casualidades, no marcó. El arquero Nicola Pérez tuvo que ponerse la camiseta de héroe varias veces, y le dio vida a su equipo. Los darseneros, con muy poco fútbol, llegaron de contragolpe, por las bandas, pero con nula profundidad.
En la última jugada del primer tiempo, cuando todo quedaba en tablas, apareció un penal muy fino. Martín Alaniz dribleó en el área, encaró, y el zaguero Damián González lo bajó. El Morro Santiago García ni se inmutó: tomó el balón y, tranquilo -mucho-, ejecutó. La pelota fue al medio, suave, y dio en los pies de Guillermo Reyes, que ya se había volcado a su derecha. La fortuna, esta vez, fue para el goleador del campeonato: el rebote le quedó servido. Otra vez, con 0% de nervios, el Morro castigó, aunque sutilmente, y pinchó la globa para el primero. Una pinturita.
Rentistas salió a matar en el segundo tiempo, y vaya si lo hizo. En la primera, con talento y vehemencia, el zaguero juvenil Erick Cabaco empató. La pelota vino del córner y, tras la segunda pelota, le quedó servida al zaguero, que de volea lo empató. Pero apenas duró la alegría.
Con inteligencia, River Plate salió desde la mitad de la cancha a darlo vuelta, como en la PlayStation, y lo logró. Santiago Ciganda se mandó por la derecha y tiró el centro al ras del césped. La pelota pasó por toda el área y le quedó servida a Martín Alaniz, que, de zurda, puso el 2-1 para su equipo.
Para peor, o para bien de Carrasco, enseguida se fue expulsado el zaguero de Rentistas Sebastián Ramírez por una dura entrada, y el juego cambió. No para River, sino para Rentistas, porque salió el mejor fútbol de todo el campeonato. Con el corazón bien rojo, los bichos se la jugaron y tuvieron el premio.
El empate llegó con un gol de Danilo Cóccaro, tras un desborde por la izquierda que mató a River Plate. El Renta no se achicó y lo fue a buscar. Con otra dormida en la línea de tres del fondo darsenero, Rentistas aprovechó. El delantero Gonzalo Mastriani escapó y ejecutó a distancia una bomba que hizo callar a todo el Prado.
Colorado de alegría, Villazán no se va nada, y su equipo toma aire en la fatídica tabla del descenso, en la que aún sigue muy comprometido. Juan Ramón Carrasco, otra vez, es cuestionado en su River Plate.