El mismo día de su asunción el presidente Tabaré Vázquez había hecho un extenso discurso televisado en el que enumeró una larga lista de medidas que pensaba implementar en el transcurso de su gobierno. En aquel entonces un dirigente del Frente Amplio (FA) calificó el discurso del mandatario de “desleal”, ya que “con la edad que tiene es obvio que antes de terminar su mandato va a estar internado en un asilo con demencia senil y [Raúl] Sendic va a ser el vicepresidente. Y ojo que yo no pienso mal de Vázquez, al contrario. Confío en él, y por eso estoy seguro de que va a hacer lo que José Mujica y Jorge Batlle deberían haber hecho”. Pero, a medida que fueron pasando los meses, fue ganando terreno entre la dirigencia del oficialismo la idea de que el mandatario lanzó una serie de ideas que tras cinco años se iban a demostrar irrealizables, para así terminar el mandato con el país en el mismo punto en el que lo había dejado José Mujica. “Fue un año redondo. Se logró mantener la trayectoria circular y hoy en día podemos decir que estamos en el mismo lugar en el que empezamos. Si en los próximos cuatro años repetimos esta performance, estaremos cumplidos”, aseguró un integrante de la Mesa Política del FA.
La estrategia trazada por la izquierda durante la elaboración del programa de gobierno y la campaña electoral consistía en “profundizar los cambios manteniendo el rumbo”. “Es una apuesta arriesgada, porque significa algo así como cambiar sin moverse, lo que es claramente imposible desde todo punto de vista. Pero lanzando propuestas que no se van a cumplir uno se mueve pero al mismo tiempo se está dirigiendo al lugar en donde estaba en un principio, por lo que el resultado final no cambia”, afirmó un integrante de la Comisión de Programa del FA. “Es cierto que hubo momentos en los que pareció que íbamos a perder el rumbo, como cuando se lanzó con todo el Sistema Nacional [Integrado] de Cuidados. Pero durante la votación del Presupuesto se eligió no meterse con los milicos, y la cosa volvió a la normalidad”.