Estados Unidos celebró el acuerdo, pero se mostró escéptico acerca de su aplicación. “Lo que importa ahora son las acciones”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, y agregó que “la verdadera prueba del acuerdo estará en su implementación completa y sin ambigüedades”. También dijo que “Estados Unidos está particularmente preocupado por la escalada de los combates” de ayer, que es “incoherente con el espíritu del acuerdo”.

Antes de las negociaciones, que comenzaron el jueves, Washington se había mostrado más favorable que los países europeos a enviar armas a Ucrania, algo a lo que algunos gobiernos, como el de Alemania, se oponían de plano por considerar que sólo empeoraría la situación. La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, dijo que *Washington todavía no descarta esa posibilidad.

El enfrentamiento entre el Ejército ucraniano y los separatistas pro rusos, que ya causó más de 5.000 muertes, no se detuvo. Ni bien terminaron las negociaciones, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andrei Lisenko, denunció que, mientras éstas se desarrollaban, Rusia aprovechó para reforzar el armamento de los milicianos pro rusos. Según Lisenko llegaron 50 vehículos de guerra, 40 lanzaderas de misiles y 40 transportes blindados.

Durante la negociación entre los presidentes, un grupo de contacto formado por los líderes de las regiones separatistas de Donetsk, Alexandr Zajárchenko, y Lugansk, Ígor Plotnitski, estaba en permanente comunicación con Rusia. De acuerdo con Merkel, el presidente ruso, Vladimir Putin, presionó a los pro rusos para que aceptaran el acuerdo, cosa a la que accedieron.

Se prevé que el intercambio de fuego se mantenga hasta la medianoche del sábado, cuando entra en vigor el cese de hostilidades. En ese momento los rebeldes deberán replegarse al límite territorial que se estableció en el anterior acuerdo de Minsk, firmado en setiembre.

El acuerdo incluye también la retirada del armamento pesado y de las tropas extranjeras, la liberación de rehenes y una amnistía general de la que estarán excluidos los responsables del ataque al avión MH17, que causó la muerte de 298 personas. Se acordó también la normalización del comercio y los servicios en la zona dominada por los rebeldes y el envío por parte de Kiev de ayuda humanitaria, así como la convocatoria de elecciones en esas regiones y la aprobación de una reforma constitucional para favorecer la descentralización de Ucrania.

Además de estos puntos, el documento incluye el reconocimiento del derecho de las zonas rebeldes al libre uso de la lengua que prefieran, que en este caso sería la rusa.