Hoy se cumple un año desde que los responsables de la diaria otorgaran a quien esto escribe la responsabilidad de recibir los mensajes de los lectores y darles la respuesta adecuada. Una ofensoría del lector genera sentimientos de lo más variados en todas las partes involucradas, y durante estos últimos 12 meses hubo de todo: polémicas, quejas, insultos, amenazas, mensajes cargados de ira (algunos de ellos, escritos por niños de tres años), y un largo etcétera. Pero no todos estos mensajes pudieron ser publicados, y en varios casos simplemente se le comunicó al lector involucrado la respuesta a su inquietud. A continuación, les mostramos algunos de estos casos.
Un integrante de la Asociación de Descendientes de la Nación Charrúa se quejó porque la diaria publica textos solamente en español, sin incluir las lenguas charrúas, cosa que, según este lector, el periódico está obligado a hacer. Desde esta ofensoría se le explicó que el Estado uruguayo reconoce solamente al español como lengua oficial. También se le hizo notar que Uruguay no ratificó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que protege el derecho al trabajo de los descendientes de las tribus indígenas, y finalmente se les recordó que fue el primer presidente constitucional de la República, Fructuoso Rivera, quien se encargó, prácticamente con sus propias manos, de exterminar a los charrúas. En una inexplicable muestra de intolerancia, este lector dio de baja su suscripción.
Un grupo de futbolistas de la Segunda División amateur del fútbol uruguayo envió un correo electrónico para quejarse por lo que ellos consideraban una “actitud discriminatoria” hacia su divisional, que se manifestaba en la poca cobertura que se les daba a los partidos. Este ofensor se comunicó con los dirigentes de esa divisional para exigir que los responsables de ese mensaje, que claramente no podía haber sido escrito por un grupo de personas que con suerte terminaron la escuela primaria, dieran la cara. El pedido no tuvo éxito, y debido a esta muestra de cobardía los responsables de la sección Deporte decidieron darle una cobertura aun menor a la divisional, lo que dio lugar a algunas de las crónicas de partidos más escuetas de la historia de la prensa deportiva uruguaya, como aquella que consistía solamente en las palabras “Ganó Salus”.
El canciller Rodolfo Nin Novoa, enojado por la cantidad de veces en que, de una u otra manera, se lo criticó en forma tangencial o indirecta (como en la edición en la que se lo tachó de “ignorante, conservador, amanuense, poco informado de las cuestiones de su cartera, oligarca del interior, mezcla de Walter Matthau y Pedro Picapiedra, peinado para el costado y amante de las camperas de descarne marrón”), escribió personalmente una dura carta a esta sección. El corazón de la misiva se podría resumir en: “Exijo respeto” y “¿Quién es exactamente Walter Matthau?”. La respuesta de este ofensor se perdió en el disco duro, por lo que no se le envió.