Hoy cumple un año el autoproclamado califato del grupo jihadista Estado Islámico (EI), que durante el fin de semana fue vinculado con ataques en tres continentes distintos, en Túnez, Kuwait y Francia, aunque no está claro si el ataque en la ciudad de Lyon fue cometido en nombre de esa organización.

“Musulmanes, embárquense y apresuren el paso hacia la jihad. Mujahidines [guerreros santos] de todo el mundo, corran y muévanse para convertir el Ramadán en un mes de desastres para los infieles”. Esas palabras fueron pronunciadas el martes por el portavoz oficial de EI, Abu Mohamed al Adnani, apenas unos días antes de los ataques del viernes.

El primero fue el de Kuwait, donde un atacante suicida detonó explosivos en una mezquita chiita, donde había unos 2.000 fieles, y mató a 27 personas. La rama saudita de EI reivindicó el ataque, que fue el primero de este grupo jihadista en Kuwait.

Unas horas después, en Francia, Yassin Salhi, decapitó a su jefe e intentó causar una explosión en una planta química ubicada en Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon. Dejó la cabeza colgada en una valla junto a pancartas con inscripciones en árabe, una de las cuales significaba “Profesión de fe”. Salhi, que es francés, confesó el ataque, pero no dio a conocer sus motivos, por lo que se desconoce si es atribuible a EI este atentado, que conmocionó a una Francia que tiene todavía frescos los recuerdos del ataque contra el semanario Charlie Hebdo de enero.

El otro ataque fue el de Túnez, donde según EI, “el soldado del califato Abu Yahya Al-Qayrawani” atacó en dos hoteles y en una playa juntos en Susa, una localidad turística que queda a unos 140 kilómetros de la capital. Con dos fusiles Kalashnikov escondidos en una sombrilla mató a 39 personas, que fueron identificadas como turistas -15 de ellas son británicas-, antes de ser abatido por la Policía.

Con las horas se supo más sobre el atacante. Su nombre verdadero era Seifeddine Rezgui, un tunecino nacido en 1992 que estudiaba ingeniería eléctrica en la Universidad de Kairouan y no tenía antecedentes policiales. Los sobrevivientes del ataque dijeron que mientras Al-Qayrawani disparaba, varios tunecinos se acercaron a increparlo e intentar detenerlo. “Nos dijo que nos alejáramos, que no venía por nosotros sino por los turistas”, contó uno de los testigos, Ibrahim El Ghoul. Durante el fin de semana decenas de tunecinos realizaron pequeñas manifestaciones en distintos puntos del país para mostrar su rechazo a los atentados terroristas.

Cada ataque parece haber tenido objetivos distintos. El de Kuwait parecía enmarcarse en varios ataques de EI contra la comunidad chiita cometidos en varios puntos de la península arábiga, así como en Siria e Irak. El jueves, por ejemplo, un día antes de estos atentados, el grupo mató a 152 personas en la ciudad kurda de Kobane.

El ataque en Túnez, según el propio EI, tenía como objetivo los “antros de fornicación, de vicio y de apostasía de la ciudad de Susa”. Durante el fin de semana hubo un éxodo de extranjeros de Túnez, donde el turismo representa directa o indirectamente 15% del Producto Interno Bruto, informó la agencia de noticias Efe. La ministra de Turismo, Selma Elloumi, dijo que la seguidilla de atentados (incluyendo el del Museo del Bardo, en marzo) es también “una catástrofe económica”.

En Túnez generó mucha molestia que la Policía tardara 30 minutos en llegar al lugar del atentado, especialmente considerando que desde el comienzo del Ramadán el país elevó su alerta de seguridad. Las autoridades asumieron parte de la responsabilidad y tras una reunión de urgencia realizada ayer, el primer ministro, Habib Essid, ordenó que se tomaran medidas para garantizar la seguridad en las zonas turísticas, y dispuso el cierre de las mezquitas salafistas.

En la investigación sobre el atentado participan autoridades tunecinas y también extranjeras: “Alemanes, franceses y británicos nos han dicho que no impedirán a sus turistas venir, pero que quieren participar en la investigación y tener una visión clara de las decisiones”, dijo Elloumi.

La ministra británica del Interior, Theresa May, informó ayer que Reino Unido envió a Túnez un equipo de expertos para evaluar las medidas de seguridad que tomaron las autoridades tunecinas y, eventualmente, adoptar otras “adicionales”. Por otra parte, la fiscalía general de Alemania anunció que abrirá una investigación sobre lo sucedido en Túnez y el ministro del Interior de ese país, Thomas de Maizière, viajará hoy para mostrar su solidaridad con el gobierno y ofrecerle ayuda.