Hoy a las 22.00, Tigres de México y River Plate de Argentina jugarán en Monterrey la primera final de la Copa Libertadores. Para los millonarios será una nueva oportunidad, tras 19 años de su última vez como campeones; para los mexicanos, es la posibilidad de lograr el campeonato que ningún representante del país norteamericano ha obtenido, tras las finales que perdieron Cruz Azul en 2001 y Chivas de Guadalajara en 2010.

Los finalistas ya se enfrentaron en la fase de grupos. Integraron el grupo 6, jugaron dos veces y no se superaron (en el Monumental igualaron 1-1 y en el Estadio Universitario mexicano terminaron 2-2).

En aquel grupo el millonario ganó un solo encuentro (de local, 3-0 sobre el San José de Oruro boliviano): a los dos empates con Tigres les sumó dos otros empates con Juan Aurich de Perú, además de arrancar perdiendo en la primera fecha en Bolivia 2-0. Pasó a duras penas como el peor de todos los segundos, pero después vino lo grande: le tocó jugar octavos de final con Boca Juniors, el mejor de todos los primeros. Pegó primero 1-0 con gol de Carlos Pato Sánchez y a los 45 minutos de la revancha, cuando iban 0-0, sufrieron esa terrible agresión con gas tóxico que les impidió seguir el partido. Continuar en carrera y eliminar al rival de todas las horas; doble goce para cualquiera. Pero había más anécdotas para la historia: en cuartos perdió como local 1-0 con Cruzeiro, pero en la revancha goleó en el Mineirão 3-0. Ah, y el Pato Sánchez hizo un gol de nuevo. El último paso para llegar a la final fue el partido con Guaraní de Paraguay, al que derrotó 2-0 en la ida y le empató en Asunción 1-1, partido con el que logró la clasificación.

Lo de Tigres fue bastante diferente. El grupo 6 lo pasó de lo más campante, invicto y con 14 puntos, el doble de unidades que las que hizo el segundo, River Plate, precisamente. En octavos eliminó a Universitario de Sucre, en cuartos de final a Emelec de Ecuador y en semifinales dejó por el camino a Inter de Porto Alegre.

Lo cierto es que ahora se verán las caras por las que valen. Tigres, cuadro en el que hoy juega Egidio Arévalo Ríos y en el que alguna vez se destacó el arquero celeste Robert Siboldi, va por la máxima aspiración de su vida deportiva. Los aztecas, que no son de los equipos más grandes de México, nunca salieron campeones internacionales ni allá ni, mucho menos, acá. Con un buen equipo como estandarte, buen resguardo desde el arco con el argentino Nahuel Guzmán, seguro en defensa y mediocampo, y con un ataque muy potente gracias a la dupla que conforman el brasileño Rafael Sóbis y el francés André-Pierre Gignac, los felinos se esperanzan con pegar primero para definir en la revancha.

Las ediciones de 1986 y 1996. son las dos Copas Libertadores que River ganó. En el camino obtuvo la Intercontinental de 1986, la Copa Interamericana en 1987, la Supercopa Sudamericana en 1997, la Copa Sudamericana en 2014 y la Recopa Sudamericana este año. Hoy apuesta todo. Carlos Sánchez (que si no es el mejor jugador de los millonarios pega en el palo), Camilo Mayada, Tabaré Viudez y Rodrigo Mora son los embajadores orientales que intentarán reeditar el último título en la Libertadores de 1996, la de Enzo Francescoli y Gabriel Cedrés. En 1986 obtuvo el primer título, después de perder las finales de 1966 y de 1976; fue campeón con cuatro uruguayos, Antonio Alzamendi, el Pocho Rubens Navarro, Mario Saralegui y el Tano Gutiérrez (en orden de minutos jugados), pero sin Francescoli, que se había ido a Racing de París.