Fue un vuelo tranquilo, pero largo. Una noche entera de viaje, y hoy, más de 24 horas después de haber bajado del avión, el piso todavía parece moverse bajo mis pies. Desde el aterrizaje pude saber que esta ciudad sería preciosa para recorrerla “a pata”. Los uruguayos estamos acostumbrados a esas leves ondulaciones del terreno. Les llamamos la penillanura y nos lo enseñan desde la escuela. Imagino que a los niños torontonianos (sí, ése es el gentilicio de Toronto) les machacarán con que su ciudad es absolutamente plana. Como tal, sin subidas ni bajadas, la caminata se hace amena. Eso sí, la llanura no impide que, tras mucho caminar, los pies se llenen de ampollas.
Vi el amanecer desde el tren que me llevó del aeropuerto a la ciudad. Una preciosa metáfora para llegar a un lugar desconocido, el amanecer. Los primeros rayos del sol iluminaron esa vista distante del distrito comercial de Toronto. Las siluetas de muchos edificios se podían adivinar, pero, por encima de todas, la CN Tower.
Este edificio tiene una forma particular. Para describirlo, es como si un plato volador fuera atravesado, a 350 metros de altura, por una gran aguja de 500 metros que sale desde el piso. En Toronto, la CN Tower es omnipresente. Se ve de lejos y de cerca, y son pocos los momentos en los que algún otro edificio consigue esconder la presencia de este símbolo de la ciudad.
Pero, en definitiva, estamos acá para seguir los Juegos Panamericanos, así que vamos a aprovechar la mención de la torre para meternos en el tema. Debajo de ella, justo al pie, está el Rogers Centre, el estadio de béisbol de los Blue Jays, equipo local. En este escenario, cubierto por un techo retráctil, se realizará mañana la ceremonia inaugural de los Juegos Panamericanos. Será la primera vez que un escenario techado albergue este espectáculo. Allí desfilarán los 131 deportistas uruguayos que vinieron a Toronto, con Déborah Rodríguez a la cabeza portando la bandera. La expectativa está centrada en el número artístico, que está producido para la ocasión por la famosísima compañía canadiense Cirque Du Soleil. Sin duda, promete mucho. Si usted, querido lector, puede verlo por televisión, hágalo.
Pese al inminente inicio de los Panam, como les llaman aquí, la ciudad se mantiene con cierta indiferencia. Al encender la radio, pude escuchar algunos comentarios satíricos sobre la importancia de los Juegos. Un conductor aseguraba que le emocionaría si fueran los Juegos Olímpicos, pero se burlaba de las competencias de waterpolo, deporte que comenzó por anticipado el martes. Para usar otra metáfora: el salón está decorado para la fiesta, pero la fiesta todavía no empezó.
De hecho, las noticias en los diarios, por ejemplo, en el Toronto Sun, manejan que el índice de venta de entradas apenas supera 50%. Hay más de un millón de entradas a la venta y la organización insiste en que los precios son accesibles. Quienes tengan entradas para las competencias podrán además utilizar durante ese día el transporte público de forma gratuita. Otro atractivo, con el que los organizadores esperan llamar la atención de la gente, es el recorrido de la antorcha, que está en Toronto desde el lunes. Sin embargo, el fuego olímpico todavía no prendió en la gente.
Uno de los puntos más significativos de esta moderna ciudad es el Town Hall. Son dos edificios ubicados frente a frente y construidos sobre una plaza utilizada con fines culturales. Algo similar a lo que sucede en Montevideo con el Palacio Municipal y su explanada. En esa plaza, llamada Nathan Phillips Square, se están armando varios escenarios y colocando pantallas gigantes. Allí se podrán ver los eventos más importantes, incluyendo la ceremonia inaugural y de clausura. Además, la propuesta cultural paralela a las competencias, denominada Panamanía, ofrecerá espectáculos musicales y exposiciones artísticas en algunos puntos de la ciudad. Quien esté en Toronto podrá disfrutar de Calle 13, por ejemplo, que, al igual que otros importantes artistas, se presentará en esta plaza.
Por último, es bueno resaltar la noticia que se conoció el martes de tarde. Aguelmis Rojas, maratonista cubano nacionalizado uruguayo que había sido desafectado de la lista para los Juegos Panamericanos al igual que otros cinco atletas, finalmente viajará y competirá. Aguelmis le pondrá a la maratón, competencia que por lo general los uruguayos no miramos con demasiada atención, un condimento extra. No sólo peleará por subirse al podio, sino que también buscará alcanzar la marca para los Juegos Olímpicos de Río 2016. La situación fue bochornosa y hay otros cinco atletas que se quedaron sin competir aunque habían clasificado. La responsabilidad es 100% de la Asociación Panamericana de Atletismo. Pero por lo menos llegó esta buena noticia, que nos permite ilusionarnos con sumar desde aquí, desde Canadá, algún clasificado para los Juegos Olímpicos del año próximo.
En la tarde de hoy estaré recorriendo la Villa Panamericana, donde se quedan muchos de los atletas uruguayos que competirán en los Panam. En ese lugar, hoy, se izará la bandera de Uruguay. Escribo estas líneas con la promesa de que para la próxima contaré algo de esa experiencia y de cómo es el lugar donde para nuestra delegación.
Saludos desde la tierra de los torontonianos.