Ni bien Reino Unido aprobó su salida de la Unión Europea, Nigel Farage renunció al liderazgo del nacionalista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que tenía la salida del bloque como su principal estandarte. La partida de Farage y la victoria del brexit, ambas inesperadas, llevaron a que todo el partido se sumiera en un debate interno acerca de sus objetivos y el nuevo liderazgo.

Las discusiones no se daban en buen tono: cada vez más, los diálogos se convertían en cruces de groserías y los golpes en la mesa amenazaban con cambiar su rumbo y dirigirse a la cara del contrario, de acuerdo con el ex diputado conservador Neil Hamilton, que está en UKIP desde 2011, informó el diario español El País.

Después de la salida de Farage, lideró el partido Diane James, que dejó la presidencia del partido a los 18 días de asumirla. La dirigente manifestó que no contaba con el apoyo de los diputados y eurodiputados de UKIP ni de los “responsables” del partido para “implementar los cambios necesarios”. Después de James volvió Farage, pero como presidente interino, hasta que surja otro líder en nuevas elecciones internas, previstas para diciembre.

El favorito para el cargo era el eurodiputado Steven Woolfe. Su nombre sonó fuerte para suceder a Farage desde el comienzo, pero en las elecciones anteriores llegó 17 minutos tarde a inscribir su candidatura. Para las próximas internas parecía contar con todo a su favor, pero ayer anunció que ya no se postulará.

El 6 de octubre Woolfe fue internado con graves heridas después de haber perdido el conocimiento en el Parlamento Europeo durante un “altercado” con otros diputados de su partido, según un comunicado de UKIP. En una entrevista con la BBC publicada ayer, el eurodiputado dijo que lo golpeó uno de sus correligionarios, Mike Hookem, algo que fue negado por el acusado. El hecho generó una investigación en el Parlamento Europeo. Ayer Woolfe dijo a la BBC que renuncia a su candidatura a liderar UKIP, que dentro del partido “algo está podrido” y UKIP es “ingobernable”.