La fiesta estaba y el color en las tribunas fue espectacular, pero el fútbol faltó. Las dos tribunas se vistieron con sus mejores pilchas: trapos, globos, serpentinas, bombos, redoblantes y hasta trompetas le dieron un marco tentador a esta nueva edición del clásico barrial cerrense jugado en el estadio Luis Tróccoli. Pero dentro de la cancha el partido tuvo pocas emociones. El empate sin goles le vino bien a Rampla Juniors porque con el punto obtenido logró zafar del descenso en forma anticipada.
La tarde amenazaba, y el partido comenzó con una gran cantidad de agua que fue apretando cada vez más. La lluvia se adueñó de la tarde, desmejoró el césped de una cancha que sigue sin estar en perfectas condiciones, e incluso logró que varios hinchas, tras resignarse al agua, decidieran irse a casa a seguir viéndolo por televisión. El juego se vio obligado a plantearse más por el pelotazo que otra cosa, porque a ras del piso la pelota no corría y, para peor, se estancaba en alguna oportunidad. El equipo local fue el que manejó el ritmo del partido durante toda la tarde, pero no más que eso. Rampla Juniors lo esperó y salió de contragolpe con sus rápidos mediocampistas. Pero ningún intento prosperó. También de arranque, el juego marcó una tendencia que podía ser complicada. El piso generó una rapidez incontrolable, por lo que las llegadas tarde a la marca podían ser peligrosas. En diez minutos de juego ya estaban amonestados el cerrense Lucas Hernández y el ramplense Gabriel de León por dos jugadas en las que el estado del campo fue condicionante. Lo peor vino minutos después, cuando el suizo-argentino Kevin Gissi fue a pelear una pelota en las alturas y chocó con el arquero cerrense, Yonatan Irrázabal. A raíz de ese golpe, el golero fue sustituido y el delantero picapiedra debió abandonar la cancha minutos después. Las dos jugadas más claras de gol para Cerro llegaron cerca del final. Primero, el argentino Ángel Luna mandó un zapatazo que el arquero Rodrigo Odriozola controló, pero con rebote. Su defensa lo salvó. Luego, el zurdo Maureen Franco, el mejor jugador de la tarde, mandó un centro rastrero que complicó al zaguero De León. La pelota rebotó en el picapiedra y fue expreso al arco. Cuando apenas tocaba la raya del gol y se limitaba a entrar, el propio De León la sacó e impidió el tanto cerrense. Finísima. Luego el complemento marcó la misma tónica. Cerro mantuvo el balón, pero el campo estaba aun más mojado y fue imposible jugar por abajo. Rampla se limitó a pararse de contragolpe, pero le fue imposible salir en velocidad. El ritmo se hizo cansino y las chances mermaron en los dos arcos. Fue un clásico empate.