Superado por Defensor Sporting, el conjunto de Leonarado Ramos el sábado se defendió bien y logró un punto impensadamente valioso para definir el campeonato. A propósito: la definición del campeonato ya no es cuestión de dos sino de tres, porque se coló Wanderers, y puede ser de cuatro si Liverpool gana hoy. El título se apresta para un final con campana abierta.
Lo que mostró el sábado Defensor Sporting puede considerarse una buena radiografía de su campeonato. Jugó mejor que Danubio durante la mayor parte del partido, controló la posesión de la pelota y los espacios, generó más chances de gol -al punto de convertir en figura al arquero danubiano Michael Etulain-, pero no ganó. Son cosas del fútbol, pero siempre se sufre más por lo que no se logró a pesar de haber podido hacerlo que, de entrada, no haber tenido posibilidad alguna. De todas formas, sin chances de campeonato desde hace rato, el fusionado mantiene buenas posibilidades de clasificarse para la próxima Copa Sudamericana. Eso es, quizá, el mejor sabor que le dejó la igualdad en el estadio Luis Franzini. El violeta arrancó y terminó acorralando a Danubio, aunque por diferentes razones. Lo bueno empezó de inmediato: Etulain salvó a los 30 segundos lo que bien podría haber sido la apertura del marcador. Tras ello, Defensor se paró bien arriba y presionó la salida danubiana; fue importante el trabajo de los laterales volantes Matías Zunino, por la derecha, y Mathías Suárez, por la izquierda, quienes no dejaron salir a los franjeados por las bandas, al tiempo que fueron importantes al sumarse al ataque con permanentes diagonales. Obligado al pelotazo y con el agregado del fuerte viento en contra, Danubio parecía lanzar un boomerang: el balón siempre volvía a su terreno. Fueron casi 25 minutos con esas características, pero Defensor no supo ponerse en ventaja. Ni de pelota quieta, ni jugando con paz y orden por abajo o con envíos aéreos, ni buscando tiros lejanos o tratando de meterse con pelota y todo. Pero ojo: el no saber de la viola también es índice de la efectividad defensiva danubiana. Tanto la zaga central, conformada por Matías de los Santos y Damián Malrechauffe, como el doble cinco de Rodrigo Fernández e Ignacio González fueron bastiones, además de Etulain.
Recién a la media hora de juego Danubio pudo romper el asedio defensorista y generar su primer contragolpe. Elaboraron la jugada por la derecha, descargaron para la izquierda y Marcelo Saracchi pateó por encima de Guillermo Reyes. Lo que pareció un hecho aislado fue el momento danubiano del partido: desde esa jugada hasta el final de la primera parte, los franjeados rompieron la presión y se soltaron en el ataque. A los 34 y a los 39, primero Jonathan dos Santos y luego Juan Manuel Olivera tuvieron sendas chances, pero la primera la volvió a tapar Reyes y la segunda se fue arriba. Si bien en el inicio del complemento Danubio apareció más preciso y mejor ubicado que Defensor, el violeta le encontró nuevamente los puntos a su rival y, tal vez pasando los 60 de juego, empezó a gravitar en la ofensiva. Fue importante la labor en recuperación y creación de Martín Rabuñal, el primero en cortar el juego danubiano y en dársela redonda a Nico Olivera y a Matías Cabrera.
Defensor inclinó la balanza, pero no pudo torcer la historia del cero. Danubio contragolpeó cuando pudo, y mucho más en los diez minutos finales, cuando se quedó con un jugador menos tras la expulsión de Emiliano Ghan. Refugiado atrás, otra vez Etulain salvó el punto: contuvo un tiro de Rabuñal, le tapó otro a Maxi Gómez y le ganó el mano a mano a Gonzalo Bueno en la hora. Está claro que uno es más que cero. El tiempo dirá cuánto más.