¿Cuándo comenzó a trabajar en el deporte?
-En 1984 comencé el posgrado de medicina en el deporte y paralelamente trabajaba en Racing, que estaba en la B. Desde entonces me mantuve vinculado al deporte; en 1986 terminé los posgrados de medicina en el deporte y cardiología, y al año siguiente recibí una invitación para hacer un posgrado en Porto Alegre. Ahí me especialicé durante dos años.
¿Y en la selección?
-En 1997 tuve un pasaje a instancias del doctor Carlos Voituret, que en ese momento era el jefe de sanidad. Estuvimos 15 días en La Paz, Bolivia, con Roque Máspoli de entrenador, Osvaldo Giménez de ayudante y el profesor Carlos de León de preparador físico. Ahí estuve en contacto con médicos bolivianos y una doctora alemana que trabaja en el Instituto Boliviano de Biología de la Altura [IBBA]. En ese momento traje un material que me ha servido hasta hoy. Antes de la Copa América de Bolivia 1997 hice unas evaluaciones en el Charrúa. Después, tuve un pasaje durante el período en el que el director técnico era Daniel Passarella, entre 1999 y comienzos de 2001, y el 5 de julio de 2005 -antes de que arrancara el proceso del Maestro Tabárez-, el doctor Alberto Pan me invitó a trabajar con la selección sub 15. El 21 de marzo de 2006, con el comienzo de los trabajos en el Complejo Uruguay Celeste y de la era Tabárez, me mantuve en el cargo.
¿En qué consiste su trabajo en la selección uruguaya?
-En la selección sub 15 tengo un rol asistencial: estoy a cargo de las lesiones deportivas, las enfermedades de los jugadores, y de la evaluación de la composición corporal, el porcentaje graso y muscular de todos los futbolistas de las juveniles. Además, llevo adelante la suplementación nutricional de los jugadores, sobre todo para que ganen masa muscular y lleguen al peso ideal para la competencia. También hago controles bioquímicos del entrenamiento; cuando llegan los jugadores de la selección mayor, obtengo muestras de sangre de cada uno -mediante un pinchazo en su dedo índice- para determinar si llegan fatigados del viaje y de los partidos que jugaron el fin de semana. De esa manera se puede determinar con precisión cuáles deben ser las cargas de entrenamiento.
¿Cómo evalúa estos diez años del proyecto de selecciones nacionales?
-Todos los logros se cimientan en torno a la figura de Tabárez, que está en cada detalle. Además, cree mucho en lo científico y se apoya en nuestro trabajo. A la hora de planificar el partido, el Maestro aúna todos los elementos científicos de las diferentes áreas, para sacarles el mayor provecho: desde el trabajo que hacen los preparadores físicos, pasando por lo que realiza una empresa argentina que trabaja específicamente para los partidos en lo que respecta a las distancias recorridas de alta intensidad, hasta lo que hace la empresa Kizanaro, integrada por uruguayos. Él está en todos los detalles: dónde va una planta, un asiento, el mejor lugar para colocar el parrillero. Es algo que me llama poderosamente la atención, de verdad: no deja un detalle librado al azar.
En una entrevista posterior a la Copa América 2011, usted dijo dijo sobre la selección uruguaya que “convivir con ellos nos unió mucho, aumentó la confianza en mi discurso científico”. ¿Es difícil instaurar ese discurso en los deportistas?
-Ganarse la confianza de los jugadores es todo un proceso. Ellos vienen de las principales ligas europeas, con lo último en tecnología y suplementación deportiva, que es mi área. De a poco logré eso, y ha habido también una evolución de ellos mismos al estar más años en Europa y tener un verdadero soporte científico en sus clubes. Aumentó esa credibilidad en la parte científica. Desde hace un tiempo estamos, además, directamente vinculados con el fisiólogo de Paris Saint-Germain. Yo siempre he tratado de ponerme al día desde Uruguay y estoy abierto a los aportes que hacen los jugadores y a los adelantos que tienen.
Se viene el Sudamericano sub 20 en Ecuador, en el que todas las sedes son ciudades con altura. ¿Qué trabajos previos se recomiendan en la alimentación y la preparación?
-Nosotros hemos hablado de esto con el profesor Sebastián Urrutia y con el doctor Juan Carlos García, que son los profesionales que viajarán con la delegación a Ecuador. Se hará hincapié en que la mayor parte de los jugadores lleguen con una óptima composición corporal de porcentaje graso y muscular. En cuanto a la competencia en la altura, difiere de otras porque este será un campeonato enteramente jugado ahí. Es sumamente importante llegar a la competencia con una muy buena base aeróbica, que ayudará al futbolista a recuperarse de un pique durante el partido y a acelerar los procesos de recuperación entre un partido y otro. Vamos a pedir exámenes de sangre, porque el hemograma tiene que ser óptimo para competir en la altura. Y más sobre la fecha de la competencia y del viaje a la altura, el suplemento con hierro se vuelve sumamente importante para todos los jugadores del plantel. La base para competir a buen nivel será esa.
Hábleme de la “zona blanco”. Se han probado muchas opciones antes de competir en la altura: subir un mes antes, ir el mismo día, pocas horas antes. Usted fue parte de aquella aclimatación de 22 días con Daniel Alberto Passarella.
-La “zona blanco” está referida a las horas inmediatas a la llegada a la altura. En ese momento los síntomas disminuyen, y esa fue la estrategia que seguimos en La Paz, que está a 3.650 metros sobre el nivel del mar. Para alturas menores, como la de Quito, que se encuentra a 2.850 metros, hemos tenido la experiencia de concurrir la noche previa; en alturas más bajas, como la de Bogotá, también subimos la noche previa. Eso de la “zona blanco” lo utilizamos en Bolivia, específicamente: la idea es llegar pocas horas antes del partido y hacer una ingesta muy liviana en el almuerzo.
¿Se sufre más la altura cuando estás ahí o en la vuelta al llano?
-Recuerdo un sufrimiento importante en el regreso al llano cuando estuvimos 22 días con Passarella en La Paz. En ese entonces trabajaba en Danubio y recuerdo el caso de Fabián Carini, que se vio afectado en su vuelta a Montevideo. Una larga exposición a la altura necesariamente afecta el metabolismo, y eso se ve acompañado de malestar general, digestivo, de mareos.
¿Qué es lo recomendable en Ecuador?
-La situación cambia totalmente, porque es un campeonato y el jugador va a ir aclimatándose a la altura a medida que transcurran los días. Eso también sucedió en el Mundial de Sudáfrica, y es algo sobre lo que se ha hablado muy poco. El partido con México se desarrolló en la altura -en la ciudad de Rustenburgo- y no era mínima, sino de aproximadamente 1.500 metros sobre el nivel del mar. Nosotros llegamos a jugar el tercer partido después de haber estado concentrados en Kimberley, que tiene una altura superior a Rustenburgo. Por lo tanto, llegamos en óptimas condiciones de aclimatación. En estos años se ha hecho poco hincapié en eso.
¿Cómo se prepara a chiquilines que tal vez no están acostumbrados a tantas evaluaciones?
-Es parte de su educación. Se comienza en la selección sub 15, que es la puerta de entrada al proceso. Es una selección sumamente importante para el proceso de Tabárez, porque se comienza a insertar la educación en valores y las evaluaciones forman parte de eso.
¿Es muy diferente la preparación física de los jugadores que están en Europa de la de los que están en Sudamérica?
-Lo que le puedo decir yo -porque esa pregunta sería más que nada para los preparadores físicos- es que el Maestro Tabárez ha tenido la enorme suerte de encontrar una cantidad de jugadores que conforma la selección con un ritmo de mayor intensidad que la de nuestro fútbol. Eso, a pesar de las oscilaciones de estos casi 11 años, se da con la base de jugadores que están acostumbrados a otro ritmo. Se habla mucho de intensidad, se analizan las distancias recorridas por cada jugador, pero dentro de ese análisis es muy importante la distancia recorrida a alta velocidad, que se maneja en metros por segundo y kilómetros por hora. Los futbolistas que juegan en Europa o en otros países incursionan más veces durante el partido en esas áreas de mayor velocidad.
Cuénteme un recuerdo de estos diez años del proyecto de selecciones.
-El recuerdo más reciente, el que tengo aún en la retina, es del partido con Colombia, en el que se hizo un despliegue enorme para paliar el calor de Barranquilla. Le pedí a Cristhian Stuani que trajera de Inglaterra unos comprimidos efervescentes que aportan electrolitos para combatir la deshidratación: aportan sodio, cloro, potasio y magnesio. Lo partís y lo diluís en la botella de agua sin gas. Dentro de todo ese enorme esfuerzo que hicimos me quedó grabado que en la previa en el vestuario, antes de entrar a la cancha, preparamos más de 100 botellas para que los jugadores se hidrataran. En esa preparación de la que le hablo colaboraron Stuani, Martín Campaña y Mario Rebollo. Con todo respeto, no me imagino a otros jugadores de otras selecciones y a un ayudante de campo colaborando con el médico. En esos pequeños grandes detalles se nota el funcionamiento de este grupo, y es algo que realmente me emociona. En estos diez años se ha establecido un verdadero grupo humano, y no es verso. Estamos todos unidos, siempre pensamos en no defraudar al pueblo uruguayo y en aportar al crecimiento de nuestro deporte.