Nacional logró 46 de los 113 campeonatos oficiales disputados en la historia bajo la organización de la Asociación Uruguaya de Fútbol. El equipo que ayer sumó un nuevo título generó ciertas dudas a lo largo del torneo, pero siempre se superó. Cada partido fue una final para el tricolor, que tuvo en su esquema una base conformada por lo que dejó el buen trabajo desarrollado por Gustavo Munúa, y eso fue muy bien potenciado por Lasarte. Con jugadores que se sumaron y fueron claves, como el floridense Martín Ligüera, Tabaré Viudez, Hugo Silveira, Sergio Otálvaro y Diego Arismendi, los de La Blanqueada plantearon una solidez táctica que les permitió ser los mejores. La localía, con el máximo de efectividad en siete partidos jugados en el Gran Parque Central, también fue un valor importante de este equipo.
La derrota en la primera fecha ante Danubio, y otra ante Liverpool en Belvedere, generaron ciertas presiones de acuerdo a lo que se había planteado desde el inicio para el tricolor. Una gran victoria sobre Wanderers en el Parque Viera, y otros partidos en los que el equipo sacó a relucir lo que en ese momento parecía una chapa de campeón, demostraron una rebeldía aplicada que hacía tener en cuenta a este equipo como posible aspirante al título. También con el correr de las fechas, Lasarte le encontró la vuelta a su sistema táctico y dio en la tecla con algunas variantes. El sistema con el que Nacional logró el campeonato, un aplicado 4-2-3-1, fue dando sus frutos y demostró que algunos jugadores eran claves en cada línea. La seguridad de Esteban Conde en el arco, el orden táctico de Diego Polenta y Mauricio Victorino, el manejo de los tiempos entre el Colorado Santiago Romero y Diego Arismendi, la fineza de Tabaré Viudez, la potencia de Sebastián Fernández y Kevin Ramírez, la inteligencia de Hugo Silveira y la magia de Martín Ligüera fueron determinantes.
En casa mando yo
La derrota ante Defensor Sporting en el Franzini en la 11ª fecha del campeonato volvió a poner en duda lo que podía dar Nacional. El clásico iba a ser la gran prueba de fuego para el equipo, pero pasó lo que pasó y el tricolor aprovechó esa posibilidad para seguir a tiro en el torneo, y luego vencer a Juventud y llegar a la última fecha con la posibilidad de ser campeón con tan sólo un empate. Ayer tuvo enfrente a la sorpresa del campeonato: Boston River. La rápida lesión a los diez minutos de juego del delantero Federico Rodríguez nubló al equipo del barrio Bolívar, que, si bien tuvo varias cosas interesantes en su juego, no llegó con tanto peligro. Nacional jugó mejor de contragolpe ese primer tiempo, y encontró una chance en el final, con una contra rápida iniciada por Silveira, que asistió a Sebastián Fernández, quien a su vez se la pasó a Viudez, que remató bien, pero encontró una gran respuesta de Adrián Berbia.
En el complemento el tricolor se encontró rápidamente con el gol, tras una gran corrida de Kevin Ramírez por la banda izquierda. Después de correr cerca de 80 metros con la pelota, el riverense remató y el Gallego Berbia dejó un rebote servido, que Papelito Fernández -en la zona del chocolate- empujó con alma y vida para marcar el único tanto de la tarde. Boston River tuvo rebeldía, y fue por el empate, pero no estuvo fino.
Sin presiones y un gol arriba en el marcador, Nacional afrontó con inteligencia el segundo tiempo, y con la ventaja deportiva de que ya alcanzaba con el empate, el equipo manejó los hilos y gritó campeón en un colmado Gran Parque Central.
Salú.