En un partido complicado, ante un rival que vendió cara su derrota jugando un buen partido, el carbonero logró su segundo triunfo consecutivo en el Clausura al imponerse 2-0, con goles del colombiano Miguel Murillo y de Luis Aguiar a los 16 y 35 minutos del primer tiempo, respectivamente.
En el fútbol todo se complica por la presencia del otro. A ley de juego, todo dicho: era mejor el conjunto fusionado, con Juan Amado y Yuri Galli imponiéndose en el centro del campo y con la movilidad de Maximiliano Callorda y Matías Acuña en el ataque, pero pegó Peñarol, aferrado a la eficiencia. En la primera jugada que elaboraron Maximiliano Rodríguez y el mercedario Aguiar, calesita tuya y mía que éste le abrió a Maxi para que tirara el centro, llegó el primer gol: atropelló Murillo, el arquero Darío Silva dio rebote y le quedó servida al colombiano, que la tocó suave cerca de la línea.
Como si nada hubiera pasado en el lindo césped del Atilio Paiva riverense, El Tanque siguió insistiendo. Cuando promediaba la primera media hora de juego, Callorda pudo empatar con un tiro libre, pero Gastón Guruceaga sacó la pelota al córner, con la punta del pie, cuando se tiraba hacia el otro lado; luego de ese tiro de esquina, la bocha le quedó a Galli y el volante la apretó desde fuera del área, pero esta vez fue el travesaño el que negó la igualdad. Cinco minutos más tarde, del laboratorio del Polilla da Silva llegó el segundo gol del manya: Diego Forlán sacó un córner corto desde la izquierda, Maxi Rodríguez se la devolvió, Forlán la puso rasante en la medialuna y Aguiar, siempre de buen pie, le pegó de primera y la mandó al fondo del arco. No es casualidad que en dos partidos Peñarol haya convertido dos goles a partir de jugadas que empezaron en sendos tiros de esquina.
Las estadísticas finales del partido fueron elocuentes: fusionados y aurinegros tuvieron la misma cantidad de situaciones de gol: cuatro. Es más, El Tanque tiró mucho más al arco que el carbonero. Ganó Peñarol porque fue eficaz y porque supo administrar la diferencia en el segundo tiempo. Del partido sólo queda una bruma distante e inatrapable. El futuro para El Tanque será de lucha. Para Peñarol el sueño vuelve el jueves cuando en tierras incaicas empiece su participación en la Libertadores ante Sporting Cristal de Perú.
Polilla en mano
En dos partidos Jorge da Silva ha mostrado sus intenciones de juego y sus preferencias a la hora de conformar el equipo. Por cuestiones lógicas de falta de tiempo de trabajo, en el inicio del Clausura el entrenador conformó una oncena con la base de jugadores que terminaron siendo titulares en la campaña pasada, a la que sumó las novedades de Maximiliano Rodríguez y el argentino Tomás Costa. Pero el sábado, ya con más días de teoría y práctica en Los Aromos, el Polilla cambió jugadores, estructura y casi completamente el banco de suplentes con respecto al debut.
En Rivera estuvieron desde el inicio Maximiliano Olivera en el lateral izquierdo, Luis Aguiar suelto en la zona de volantes y Miguel Murillo como centrodelantero. Eso relegó a Gianni Rodríguez, Cristian Palacios y Diego Ifrán al banco de suplentes. La novedad táctica fue que Aguiar jugara suelto por delante de Nahitan Nandez y Costa, mientras que Forlán se movió con libertad en la punta y el colombiano fue el único delantero de área. Otra de las incorporaciones, el delantero Mauricio Affonso, jugó unos pocos minutos, al sustituir a Forlán en el complemento.