Si bien puede ser discutible catalogar a los duelos entre Racing y Fénix como clásicos, para los hinchas de ambos equipos sin duda se trata de un partido muy especial, y la discusión de si corresponde catalogarlo de una forma u otra pierde el sentido cuando la guinda empieza a rodar. Esta vez, el escenario del enfrentamiento entre cervceros y albivioletas fue el Parque Roberto de Sayago, que se vistió con sus mejores pilchas y engalanó el ambiente con un marco distinto para el partido. Los dos llegaron invictos a la cita, y Racing incluso ostentaba el liderazgo del Clausura.
El choque del sábado de tarde tuvo varios condimentos: goles, pierna dura, expulsiones y clima picante en las pobladas tribunas del Roberto. Fénix, con su matriz fundada en la segunda era de Rosario Martínez, sabía exactamente lo que quería: esperar de la mitad de cancha hacia atrás, presionar como si se tratara de la final del mundo y trasladar la pelota en velocidad para capitalizar arriba. Con esa fórmula llegó el primer gol del partido.
Martín Ligüera, el que menos corrió (y el que mejor jugó), recibió un pase de Maximiliano Pérez -como queriendo desembarazarse de la papa caliente- e hizo magia. Unos segundos le bastaron al diez para darse cuenta de que Lucas Cavallini creaba un hueco en el área. Ligüera asistió y Cavallini definió bien contra el palo cuando recibió el balón. Gol con la grifa “made in Capurro” cuando apenas habían transcurrido cinco minutos.
En esos momentos Racing estaba descontrolado en la cancha, tenía la pelota, pero caía una y otra vez en la trampa de Fénix. Lo peor vino cuando Juan Pablo Rodríguez agredió al Polaco Claudio Rivero y recibió la roja. Si con 11 era complicado, con uno menos iba a ser dificilísimo para los locales. Fénix pudo ampliar la ventaja, pero no pudo concretar. Los de Capurro manejaron los hilos hasta el final del primer tiempo, hasta que Cavallini -uno de los que estaban jugando mejor en el partido- se le tiró con las dos piernas a Javier Méndez y el árbitro Christian Ferreyra lo expulsó, y ahí cambió la historia.
Con la igualdad numérica el albiverde salió a matar en el segundo tiempo y no demoró en empatar. Pablo Caballero quedó solo con la pelota y definió notable para el 1-1, que apenas se mantuvo. Una falta de la defensa cervecera al borde del área dejó a Martín Ligüera como más le gusta: de frente al arco. Otra vez, el mágico floridense regaló flor de perlita, con un exquisito remate que pegó en el travesaño y entró; otro gol capurrense con marca registrada.
En adelante, el juego se puso entretenido. Racing lo empató en una jugada en la que tuvo mucha liga, que dejó a Caballero solo de cara al arco. En igualdad de condiciones, aunque con Fénix más agotado, el juego se tornó de ida y vuelta. Podría haber sido para cualquiera, pero al final el caliente duelo se saldó con reparto de puntos. El empate fue justo y cerró un resultado que no le viene mal a ninguno. Siguen invictos y con aspiraciones serias de clasificarse para copas internacionales.