Cuando los hinchas de Cerro respiren y arranquen una nueva semana con una sonrisa en el alma, tendrán tiempo para mirar la tabla y darse cuenta de dónde están. Recordarán aquella Liguilla en 2009 (la última que se jugó) y cómo accedieron por segunda vez en su historia a la Copa Libertadores de América, de la mano de Eduardo Acevedo, el mismo técnico que los puso en esta posición de privilegio que ocupan hoy en la Tabla Anual: terceros detrás de Nacional y Peñarol.
Esta vez, la víctima del buen momento cerrense fue Liverpool, que viene condenado, cabizbajo, y no encuentra explicación a su mal momento. El debut del artiguense Mario Saralegui en la conducción técnica (suplantando a Gabriel Oroza) tuvo algunas muestras de efectividad en el juego de contragolpe del equipo de la Cuchilla, aunque no estuvo fino en la última línea, y eso lo pagó caro. Cerro, por el contrario, está entonadísimo y con unas ganas bárbaras, y se las transmiten a sus hinchas, que llenan las tribunas, en este caso las del estadio José Nasazzi, en el que están siendo locales porque su Tróccoli fue resembrado recientemente.
El equipo de Gustavo Ferrín, que se fue expulsado en el segundo tiempo por protestas al árbitro principal, Esteban Ostojich, planteó un sistema muy eficaz -con más juego que el habitual-, que generó mucho daño en la defensa negriazul. El albiceleste tuvo infinidad de situaciones de gol a lo largo del partido, pero sólo pudo concretar una. La mala puntería, la lentitud de reacción de algunos jugadores y las buenas intervenciones del arquero Guillermo de Amores hicieron que el equipo de Belvedere siempre tuviera una vida más, y eso incomodó mucho a los cerrenses, que sufrieron más de la cuenta.
El negocio de los de la Villa consistió en abrir las bandas constantemente. La compañía de Lucas Hernández y Agustín Sant’Anna por los laterales, la velocidad del Tito Luis Urruti y el trabajo sucio de Richard Porta y Hugo Silveira fueron las claves de ataque en el local. Pero el juego no se abrió hasta el minuto 83 -tras muchas chances desperdiciadas-, cuando Lucas Hernández fue a buscar un centro pasado, que volvió a tirar de tres dedos, y que conectó notablemente de cabeza el moreno Silveira. Un golazo del nueve.
Cerro mereció llevarse los tres puntos y mostró un fútbol más contundente. El volante ofensivo Matías Abisab fue el que le cambió la cara al equipo, con su picardía, su velocidad y sus asistencias. Sin embargo, como en toda la tarde, Liverpool probó y probó, y casi tiene su premio en el final, con una pelota que dio en el palo tras un tiro de esquina. Después de un notable Apertura, Cerro sigue firme en el Clausura, y así se aferra con alma y vida al sueño internacional.