“Pasó lo que temíamos”, dijo ayer el primer ministro belga, Charles Michel. Las autoridades de Bélgica preveían un ataque de este tipo desde lo ocurrido el 13 de noviembre en Francia.

Las dos primeras explosiones tuvieron lugar en el aeropuerto Zaventem de Bruselas, cuando todavía no eran las ocho de la mañana. Mataron a 14 personas e hirieron a más de 90, según informaron los bomberos. Estas detonaciones obligaron a las autoridades a cerrar las instalaciones y cancelar todos los vuelos. Una hora y media después, una nueva explosión se registró en la estación de metro de Maelbeek y dejó 20 muertos y un centenar de heridos, informó el alcalde de Bruselas, Yvan Mayeur. La estación de Maelbeek no sólo se encuentra cerca del Parlamento de Bélgica, sino que está rodeada por las principales instituciones del gobierno de la UE: la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Parlamento del bloque.

El viernes, en esa zona, fue detenido Salah Abdeslam, sospechoso de haber participado en los atentados de París. Ese día, las autoridades belgas habían advertido que Abdeslam no estaba operando de forma aislada: el canciller Didier Reynders llegó a decir que existía “una nueva red alrededor de él en Bruselas” y que Abdeslam tenía planeado otro atentado como el de París. El presidente francés, François Hollande, dijo ayer que “toda Europa fue golpeada” y agregó: “Debemos tomar conciencia de la amplitud y la gravedad de la amenaza. Estos ataques llegan después de otros”.

El fiscal federal de Bélgica, Frédéric van Leeuw, dijo -también en conferencia de prensa- que las dos explosiones en el aeropuerto “probablemente fueron causadas por kamikazes”. Un tercer hombre, Najim Laachraui, fue detenido en el barrio de Anderlecht, informaron medios belgas.

Horas después de los ataques, el grupo Estado Islámico (EI) se adjudicó la responsabilidad, según reportó la agencia de noticias Amaq, vinculada a los jihadistas. “Combatientes de Estado Islámico llevaron a cabo el martes una serie de atentados con cinturones y artefactos explosivos, apuntando a un aeropuerto y a una estación central del metro en el centro de Bruselas, la capital de Bélgica, un país que participa en la coalición internacional” contra Estado Islámico, dice el texto.

Michel anunció ayer que el nivel de alerta antiterrorista en su país se elevó de 3 a 4 -el máximo-, lo que llevó a tomar medidas de seguridad adicionales tales como el despliegue de efectivos militares, el refuerzo del control en los límites de su territorio y restricciones en el funcionamiento del transporte público. Además, la frontera con Francia fue cerrada, y la Policía hacía ayer redadas y allanamientos en varios puntos de la capital belga. En una casa ubicada en el municipio de Schaerbeek, las fuerzas de seguridad encontraron un artefacto explosivo, productos químicos y una bandera de EI, informó la Fiscalía federal de Bélgica sin dar más información. El servicio de metro y de tranvía fue suspendido en la capital y las principales estaciones de tren del país fueron cerradas.

Radicales libres

Los principales candidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump y Ted Cruz, hicieron propuestas después de los atentados en Bruselas. Trump abogó por aplicar un método de tortura -el ahogamiento simulado- a los terroristas detenidos para “extraer toda la información rápidamente”, y agregó: “Si pudieran ampliarse las leyes, yo haría más”. También consideró necesario restringir la entrada de inmigrantes a su país. “¿Recuerdan todos qué bonita y segura era Bruselas? No lo es más, ¡es de un mundo diferente! ¡Estados Unidos debe estar vigilante y ser inteligente!”, dijo el empresario en Twitter.

Cruz, por su parte, llamó a patrullar los “barrios musulmanes” y a frenar la entrada de refugiados provenientes de países con una presencia “significativa” de terrorismo jihadista. Consideró que Europa enfrenta “las consecuencias de una mezcla tóxica de inmigrantes, entre los que se han infiltrado terroristas, y barrios musulmanes aislados y radicales”.