No teníamos tiempo. Habíamos decidido hacer una revista, habíamos estado esbozando cómo queríamos que fuera y trazamos un plan comercial, pero recién pudimos ponernos a hacerla a pocas semanas de la salida a la calle (durante las cuales, por si faltaran tareas, dos de nosotros volvimos a ser padres). Por esos días, también, en asamblea de cooperativistas, elegimos por votación que la revista se llamaría Lento.

Sé que eso fue hace exactamente tres años, porque me acuerdo de que, mientras festejábamos los siete años de la diaria en el café, algunos nos escapamos arriba, a la redacción, para hacer cambios en la echada final del primer número de la revista. No hubo número 0: se llegó justo a la fecha límite para publicar el primer número.

Y, sin embargo, salió bien. Quizá demasiado. Por un lado, nos vimos desbordados por la cantidad de suscriptores que habíamos enganchado antes de salir a la calle, que superó las previsiones más optimistas y puso en jaque a la distribución de la revista. Por otra parte, mientras el material ya estaba en la imprenta, el entonces presidente José Mujica nos hizo un favor involuntario al maltratar, por un micrófono inadvertidamente abierto, a Cristina Fernández, presidenta de Argentina en aquella época; aquel número 1 de Lento tenía una serie de artículos sobre la izquierda uruguaya y el peronismo, y allí Mujica hablaba de su relación con los mandatarios argentinos de una forma que parecía agravar sus infelices declaraciones. Sin buscarlo, fuimos noticia en medios internacionales y se generó la expectativa de que seríamos una revista con contenido político de “alto voltaje”.

No fuimos eso; no era el plan. Había una hoja de ruta interna -la hicimos con Lucía Stagnaro y Lucas Silva-, aunque lo que circuló tres años atrás fue un folleto aspiracional:

Hace siete años empezamos a publicar un diario con dosis parejas de optimismo e incertidumbre. Ahora, con el mismo ánimo, los que nos nucleamos en el colectivo la diaria decidimos emprender otra aventura: la edición de una revista.

Nos sigue entusiasmando tratar de interpretar lo que pasa día a día, pero también queremos poder tomarnos un tiempo para escribir sobre asuntos que transcurren a otro ritmo. Toda sociedad muta, pero el cambio no siempre se percibe inmediatamente. Queremos ser testigos de esas transformaciones, y también transmitir nuestra alegría, preocupación, interés, asombro ante ellas.

Seremos curiosos. Queremos entender en qué nos parecemos y en qué nos diferenciamos de nuestros vecinos. Es decir, nos interesan las fronteras y la historia. También queremos saber hacia dónde nos lleva la bonanza económica: ¿somos meramente consumidores?, ¿de qué clase? Queremos averiguar quiénes somos, con la sospecha de que albergamos muchas comunidades poco visibles.

Seremos creativos. Nos gustaría especular sobre nuestro camino. Nos gustaría no solamente escribir sobre arte, sino escribir con arte. Ficción y no ficción como dos caras de un mismo impulso, el de la comunicación como placer y como vehículo de ideas.

Seremos tendenciosos. Siempre hay un punto de vista, porque siempre es una persona la que martilla el teclado. ¿Por qué ocultarlo? La experiencia del autor ante el asunto que busca registrar puede resultar un plus informativo: apostemos por ella.

Seremos coquetos. Nos gustan las páginas apretadas, pero también necesitamos aire, jugar un poco más con las imágenes, dibujar. Mostrar lo que podemos hacer con la fotografía en colores, con la fotografía documental, con el trabajo fotográfico como una tarea de autor.

Seremos indiscretos. Tendremos un momento para compartir qué nos llama la atención de lo que nos ofrecen las pantallas, la ciudad, los escenarios.

Seremos bienhumorados. La mirada cómica, el escape irónico, el reflejo absurdo han sido parte de nuestra identidad. Llegó el momento de darles espacio para la expansión y explorar nuevos límites. Sean pacientes: Lento aparecerá una vez por mes. El tiempo que precisamos para pensarnos y para leernos.

Y hubo que ser pacientes, porque la revista empezó a parecerse a lo que queríamos, creo, a partir del tercer número, ese que tenía un retrato de Mario Levrero en la tapa, un informe sobre la interna de los militares en el medio y un elogio de la tarta pascualina en las últimas páginas. Seguimos haciéndole cambios, casi sin parar: en realidad, teníamos tiempo.

Supongo que, una vez que nos adaptamos al ritmo mensual -la mayoría veníamos de estar full time en el diario- “los de la mesa de Lento” nos acostumbramos al cambio permanente. Además de ajustes más o menos sutiles, aprovechamos cada aniversario para dar saltos más notorios. El de la revista que sale el 2 de abril y que marca nuestro “año IV” será el más intenso: se va a ver de lejos que nos tomamos en serio el trabajo de reinventarnos.* Sin disfrazar el orgullo, me hace muy feliz pensar en el nivel y el número de los temas, los géneros y las voces que acopiamos en tres años y 3.600 páginas. Desde distintas manifestaciones del boom del consumo provocado por la pasada bonanza económica a la misma bonanza económica como tema. Desde el surgimiento de nuevos movimientos sociales al análisis de mitos y temas históricos de la izquierda. Desde la traumática relación de la izquierda con los temas de seguridad pública y defensa a las complicaciones para poner en funcionamiento pleno varios ítems de la nueva agenda de derechos. En forma de ensayo político, de ensayo histórico, de informe de humor, de relato fotográfico, de nota de agenda, de cómic. Con académicos, chefs, narradores, periodistas, ilustradores. De a poco, además, fuimos dejando de ser exclusivamente una revista de asuntos uruguayos: llegaron notas de gente de otras partes y luego nos pusimos de traductores.

En estos días, los de la mesa hemos estado buscando identificar cuáles son las rutas más interesantes que hemos recorrido, para repavimentarlas y también pensando en nuevas avenidas: la aventura continúa. Así como las ganas de tratar de explicar la época en que vivimos. Hace rato que viajamos lento: tenemos tiempo.

*No era la idea arruinar las sorpresas del próximo número de Lento, pero me muero por avisar que vamos a tener dos relatos de escritores que, sin mucha discusión, son los más importantes de Argentina y Brasil.