Hay varias razones que explican el triunfo de Nacional. La primera y más contundente, y que quizá englobe a todas las otras, es estrictamente futbolística: superó en todos los aspectos del juego a Defensor, tanto en defensa como en ataque, con o sin pelota. Además, el equipo de Gustavo Munúa fue contundente a la hora de concretar sus chances de gol, incluso habiendo errado un penal.
El orden táctico de Nacional fue su plus. El bolso hizo un muy buen trabajo en la zona de volantes, se adueñó de la pelota y jugó cómodo. Cada vez que recuperó una pelota, la intención fue abrir inmediatamente la cancha hacia los laterales y también a los delanteros, todos ellos muy activos en la parte inicial del partido. En la mediacancha se destacaron Carballo y Santiago Romero, responsables de quitarles el balón a los violetas; después, con López como enganche, Cristian Tabó y Ramírez fueron los encargados de atacar por las puntas hasta poner contra las cuerdas a su rival. Pero al equipo tricolor también le salió bien algo que siempre intenta y en numerosas ocasiones no logra: presionó en la salida y obligó a Defensor a tener que salir con envíos largos, que generalmente fueron contendidos por los zagueros Diego Polenta y Mauricio Victorino.
La gráfica del primer tiempo muestra a las claras esa superioridad. Nacional se fue al descanso 3-1 y, como si fuera poco, pasados los 15 minutos de la parte complementaria consiguió el cuarto. El primer gol fue de Ramírez a los 11 minutos; desde el borde del área, el zurdo riverense metió un disparo rasante que se metió contra el palo. El arquero Irrazábal, quien estaba tapado por un defensor, poco pudo hacer. Unos minutos después, Olivera, en el primer tiro al arco de Defensor en el partido, la pegó bien desde el borde del área y concretó la igualdad. Pese al empate, Nacional mantuvo su vocación ofensiva y, sobre el epílogo de la primera mitad, consiguió ponerse 3-1: López, de penal, y Carballo, con un gran tiro lejano, tras una jugada personal, anotaron los dos últimos goles del primer tiempo.
Fue la noche de los penales. Andrés Cunha, árbitro central de la noche, pitó cuatro: tres para Nacional y uno para Defensor. Hubo tres de esas faltas que no admiten discusión. Fue dudosa, en cambio, la del segundo penal en favor de Nacional, el primero que convirtió el Diente López: La pelota tocó la mano de Mathías Suárez y el árbitro cobró penal, amparado rígidamente en el criterio que marca el reglamento, más allá de que el lateral violeta tenía prácticamente el brazo contra el cuerpo.
Si es raro ver que se cobren cuatro penales en un mismo partido, raro también es que la mitad de ellos fueran atajados. El primero, al minuto de partido, dio para que se luciera Yonathan Irrazábal, mientras que en el último, cuando Defensor intentaba acortar distancias y jugaba su mejor tramo del partido, el que se llevó los honores fue Esteban Conde, que le detuvo el tiro a Olivera.
Anoche el violeta se despertó tarde. Tras quedar 4-1 abajo, luego del penal anotado por Gamalho, Acevedo reformuló el esquema táctico con cambios. Olivera pasó a jugar como enganche, y delante tenía prácticamente tres puntas, porque Facundo Castro se sumaba por la izquierda a Romário y Santiago Barboza. Aunque quedaba muy poco tiempo, si el violeta hubiera convertido el penal sobre la hora, los minutos de tiempo adicional habrían estado cargados de (mucha más) intensidad. Pero no sucedió.
Luego de diez años, Nacional ganó en el estadio Luis Franzini, aunque es más sincero decir que lo logró luego de no poder hacerlo en seis partidos. Ayer el equipo de Munúa consiguió tres puntos que lo mantienen arriba y en la pelea por el Clausura y la anual, en la semana previa a jugar por la Copa Libertadores con la clasificación a la segunda ronda asegurada.