-¿En qué nivel de la preparación para los Juegos Olímpicos estás?
-Los planes son ir a Tigre, en Buenos Aires, el 24 de abril y después, en mayo, hacer una gira de un mes o algo más por Europa, donde se hacen las dos copas del mundo. Ahí vamos a tener un parámetro de dónde estamos, qué hay que mejorar, qué hay que cambiar, o si hay que seguir por esta línea. Estar ahí va a ser importante, porque van a participar casi todos los que irán a los Juegos.
-¿Con qué apoyos contás?
-Con el apoyo de la federación y del Comité Olímpico Uruguayo. Además, tengo una beca que da el Ministerio de Defensa [Nacional] y cobro un sueldo como marino. Y acá, en el Rowing, estoy a cargo del gimnasio.
-Para clasificarte a los Juegos Olímpicos, el último día, no competiste con extranjeros sino con un bote uruguayo. ¿Cómo fue vivir esa situación?
-Fue complicado. No por los compañeros, porque compartí cuarto con Rodolfo [Collazo], lo conozco desde hace años, Es un amigo. Pero fue difícil la situación: si entrábamos los dos, uno se iba a tener que quedar afuera. Cuando empezamos con las competencias y entré en la semifinal, sabía que si entraba entre los tres de esa regata me iba a clasificar para los Juegos Olímpicos. La noche anterior, Rodolfo me dijo: “Jhoni, tenés que asegurarte un puesto y tenés que entrar. Tenés que estar ahí. Tenés que dar el paso y entrar. Si después nosotros entramos con el doble es una cagada, pero tenemos que asegurar los puestos”. Eso me dio tranquilidad y confianza.
-En la final competiste, quedaste sexto y recién después compitieron ellos, que si llegaban cuartos te quitaban el cupo. Por lo general, es natural que desde afuera apoyes a Uruguay, pero ese día eran ellos o vos. ¿Qué sentías?
-Cuando entré a los Juegos no lo festejé, porque no sabía lo que iba a pasar al día siguiente. Cuando competí en la final, hicimos un plan para estar en el podio. Salí fuerte buscando el podio, pero estaba muerto, porque la noche anterior no había dormido bien por los nervios. Al otro día, a las cinco de la mañana me levanté y estaba sobregirado. Cuando competí quedé sexto, y a los 20 minutos corría el doble par. Me quedé 25 minutos esperando en la zona de enfriamiento, entre los 250 y 500 metros finales. Cuando pasó la regata y vi cómo venían, supe que estaba adentro, pero tampoco daba para festejar, porque son compañeros con los que he estado durante muchos años los que estaban quedando afuera de un Juego Olímpico. Yo ya sabía lo que era quedar afuera: sé que no está bueno. Después de eso, hablé con Rodolfo, y la verdad es que es un compañero y un referente, un ejemplo. De ese modo se liberó la tensión y pude disfrutar un poco más la clasificación. Pero era una situación complicada, sobre todo para él, que iba por su cuarta participación en los Juegos Olímpicos.
-¿Cómo arrancaste en el remo?
-Empecé a los 13 años en El Pinar, que es donde vivo. Mis padres siempre me incentivaron a hacer deportes y me dijeron que probara, a ver si me gustaba. La primera vez que fui no quería saber de nada, porque sólo quería jugar al fútbol. A lo sumo, daba dos vueltitas y me iba a jugar dos o tres horas al fútbol. Así fui por tres o cuatro meses, y después dije que no quería ir más, que no me gustaba. El entrenador era Mario Maldonado. Llamó a mi casa y dijo que me veía condiciones, que siguiera yendo. Fui y había regatas internas del club, de 500 metros, y salí último. Último pero con gurises de 11, 12 años, cuando yo tenía 13 o 14 y medía 1,80. Entonces dije de nuevo: “No quiero saber más nada”. Pero otra vez el entrenador llamó e insistió, y terminé volviendo. Iba tres veces por semana. Al año siguiente comenzaba el Campeonato Nacional; la primera regata fue en Colonia, la gané y me entusiasmé un poquito más. A los 15 años me llamaron para la selección, para hacer unas pruebas antes de un Sudamericano junior de 2004. Anduve bien y me pusieron en el doble y en el cuatro sin timonel; terminamos ganando medallas de bronce en las dos pruebas. Al otro año dejé un poco -en parte por el estudio, en parte porque me boludeé- y me llevaron como suplente al Sudamericano de Porto Alegre. Eso fue lo peor. Estaba ahí, pero miraba de afuera y me dije: “Nunca más. Tengo que entrenar y competir”. Al año siguiente salimos campeones sudamericanos y clasificamos al Mundial de Holanda, y marcamos el récord sudamericano con el cuatro sin timonel. En 2007 participé en los Panamericanos en Río de Janeiro a los 17 años, quedé cuarto en el doble y en el cuádruple. En 2009, en single en el Mundial: quedé 17º entre 35. En 2010 fui a los Odesur de Medellín y competí en el single senior, en el doble y en el cuatro; en las tres pruebas ganamos la medalla de plata. En 2012 recibí un golpe grande, porque hice las pruebas internas para los Juegos Olímpicos de Londres y quedé afuera. Eso me marcó, casi dejo el remo: había estado cerca de siete meses en Carmelo, concentrado y entrenando.
-¿Qué pasó ahí?
-Tuve un problema con un bote. Usaba uno que era de la federación, pero para las pruebas internas, como son por clubes, no podía usar ese single. Me fui a Buenos Aires, porque compito para San Fernando, a buscar uno. Hice una carta para entrarlo por la aduana, me dijeron que no había problema, pero dos días antes, cuando me venía en la Cacciola con el bote, en la aduana me dijeron que no servía la carta. El día antes de las pruebas tuve que hablar con varias personas para conseguir un bote, y un socio del Rowing me prestó el suyo, pero tenía otras medidas, no me quedaba muy bien y terminé quedando afuera. Me frustró bastante no poder dar el cien por cien, y fue un golpe duro. Pensé en dejar el remo, hasta que tuve una charla con Ruben [Scarpatti] y me dijo, simplemente, que el deporte da revancha. Y es así. Retomé a full una vez más. En 2014 fui a los Juegos Odesur en el cuatro sin timonel y en el doble, y conseguimos la medalla de bronce; eso me enganchó de nuevo.
-¿Sentís que necesitás un apuntalamiento cuando te desmotivás? ¿Es común en el remo?
-Sí. Son cosas que pasan en todos los deportes. Siempre se precisa un empujón. Confiás en vos mismo, pero cuando los resultados no se dan te llevás una de- silusión. Incluso cuando creés que estás haciendo bien las cosas, es bueno tener alguien que te diga: “No, mirá, si seguís por esta línea no vas a llegar a nada”.
-¿Cómo ves el momento actual del remo nacional? ¿Qué posibilidades de desarrollo creés que hay?
-Cuando empecé había cuatro seniors, nada más. Luego hubo una camada de diez remeros que surgieron, y después hubo un corte, hasta que hace tres o cuatro años se apostó al recambio. Hay juveniles con buenos tiempos, que ya están compitiendo. La federación ha apostado a eso, y compró una flota entera de botes buenos, con nivel de copas del mundo o Juegos Olímpicos. Eso va a ayudar mucho al desarrollo del remo.
-¿Cómo es la preparación en otros países?
-En Chile, por ejemplo, hay un centro de alto rendimiento espectacular. Todos los chiquilines, los juniors, estudian, se entrenan y viven ahí. Además, tienen un lago en el que pueden entrenar siempre. Acá hay apoyos puntuales, pero falta la continuidad. No se apuesta, como se hace en otros países, a ciclos largos, que son los que dan resultado. En Inglaterra ya están entrenando con la selección que va a competir en el dos mil veintipico.
-El remo es el deporte que más medallas olímpicas trajo a Uruguay. ¿Qué cambió en nosotros, o tal vez en los demás países, para que hoy en día no pensemos en pelear por los primeros puestos?
-Antes era todo más parejo, era distinto. Creo que los demás países empezaron a apoyar al remo, a apostar por ciclos, por Juegos Olímpicos. Acá yo veo que se apoya y se va mejorando -hace años no había tanto apoyo como hay ahora-, pero falta que ese apoyo se transforme en algo más sólido como para pensar en volver a ganar medallas olímpicas.