Volvieron a empatar, como les había pasado en la primera rueda del grupo, pero esta vez 2-2, y este resultado llevó a los de Gustavo Munúa a los 9 puntos, lo que los pone a resguardo de los 5 que tiene Palmeiras tras su empate del martes con Rosario Central, y naturalmente de los 3 que ahora tiene River, ya sin chances. La semana que viene, cuando enfrenten a Rosario Central en Montevideo, se sabrá si los tricolores integrarán la góndola de los primeros -con un empate ante los canallas lo aseguran- y asimismo qué cuadro los acompaña a la próxima fase, si los rosarinos o Palmeiras, que ese día en San Pablo enfrentará a River.
Propaganda engañosa
Ya de entrada me parecía que podía salir un gran partido. Me refiero a la cancha de la subjetividad previa, de lo que uno se va armando en la semana, tratando de apartar minuciosamente el análisis de lo que había pasado, los antecedentes inmediatos, los partidos que jugaron este fin de semana, y las cabezas de los técnicos, sus inclinaciones, sus formas públicas, sus planes privados.
Al minuto nomás, Nicola Pérez sacó una pelota de gol, a los 5 minutos ya estaba ganando River Plate con un gol del colombiano Cesar Taján tras una gran apilada conjunta de Brunito Montelongo y Michael Santos, y a los 7, después de una larga corrida del riverense Kevin Ramírez, cortado con falta a la altura de la medialuna, pateó el tiro libre con el que Mauricio Victorino empató el juego, con un derechazo malicioso contra el caño izquierdo de Pérez.
Andaba volando el partido, y hasta los 10 minutos fue eso, pero no aguantó más, y, tras todos los fuegos de artificio del arranque, los de los contrincantes y los míos, se achanchó mucho el juego. Nacional no pudo presionar la salida con posible pelota al pie de River, mientras que los darseneros empezaron a perder una y otra vez la pelota por falta de cualquier posibilidad de poner a correr en largo a Santos o a Taján. Ni para un lado ni para el otro, por más que Nacional, que jugaba por la clasificación (mientras que River iba por el milagro), estuvo un poco más cerca de tomar ventaja, ya fuera con otro libre de Victorino (que en 20 días sacó a relucir su casta de crack en los dos partidos con Palmeiras, en los dos de la selección y anoche), con otro zapatazo libre de Kevin Ramírez, que pegó en el travesaño, o con una definición de Nicolás López. De River, casi nada más, salvo la incómoda y petulante presencia de Juan Ramón Carrasco descalificando a sus propios futbolistas, en una acción que ayer habrá quedado más disimulada por la poco feliz aparición telefónica de Daniel Fonseca, que no Mossack, descalificando de manera asquerosa a Luis Suárez.
Más de lo mismo
Sin cambios en el juego al inicio de la segunda parte, casi de arranque nomás, Munúa intentó con un cambio de futbolistas y de posiciones: dio ingreso a Ignacio María González por el brasileño Léo Gamalho y pasó a Nico Diente López como delantero central.
No cambió demasiado el juego, y tal vez sólo cabía esperar una jugada brillante del jovencito Nicolás Schiappaccase, que tenía sobre sus espaldas el juego riverplatense y que además fue muy castigado por la defensa tricolor.
El ingreso en Nacional de Leandro Barcia por Cristian Tabó pareció darle al equipo tricolor una mayor movilidad y justeza en ofensiva, y se generaron un par de situaciones de gol.
Y cuando parecía que River buscaba llegar al 2-1, un pelotazo largo, casi un reviente de la defensa tricolor, encontró mano a mano al riverense Kevin Ramírez con Pepito Claudio Herrera. El hijo del Pepe no pudo parar la pelota, y una larga carrera y definición escorada a la izquierda de Ramírez puso el 2-1, pero para Nacional.
Sin más chances que una pelota quieta -lo que a Carrasco no le gusta o no le gustaba-, fue justamente un tiro libre con remate de Michael Santos el que, peinado en contra por Ignacio González, se convirtió en el empate para River. Faltaban 10 y parecía que otra vez podía empezar, o terminar, la fiesta.
Fue terminar nomás. Ya no pasó nada, salvo que Nacional consiguió su importante clasificación y River quedó fuera de la Copa.