Fujimori y Kuczynski venían parejos en las encuestas de intención de voto casi desde que se supo que se enfrentarían en una segunda vuelta, después de las elecciones del 10 de abril. Mantuvieron un empate virtual durante 40 días. Sin embargo, la situación giró a favor de la candidata esta semana, cuando un sondeo de la consultora Ipsos, divulgado el domingo, concluyó que si el balotaje tuviera lugar ahora, Fujimori lograría 46,1% de los votos y Kuczynski se quedaría con 41,6%. El estudio muestra un avance de dos puntos porcentuales de Fujimori y un retroceso de 2,2 puntos de Kuczynski, si se compara con el sondeo anterior de la misma empresa. Además, aporta otro dato: 12,3% del electorado aún no se decidió por un candidato o votaría en blanco.

El avance de Fujimori se registra la misma semana en que las cadenas Univision y América Televisión divulgaron un informe que vincula al secretario general de Fuerza Popular, Joaquín Ramírez, con una investigación sobre lavado de activos por parte de la DEA, la agencia antidrogas estadounidense. Según el reportaje, la DEA tiene un audio en el que se escucha a Ramírez en una conversación informal de 2013, en la que afirma que lavó 15 millones de dólares de la campaña presidencial de 2011 de Keiko. La DEA aclaró al día siguiente, en un comunicado, que la candidata no está bajo investigación, después de que ella misma manifestara públicamente su preocupación. Ramírez, actual diputado, también es investigado por la Fiscalía y la Procuraduría de Perú, desde 2014, por sospechas de que tuvo ingresos no declarados, aunque podría beneficiarse de su inmunidad parlamentaria.

Según la última encuesta, el caso de Ramírez, que también es uno de los principales financistas de la campaña de Fujimori, no tuvo por ahora impacto en la intención de voto de la candidata. La semana pasada, en un acto electoral en Arequipa, Fujimori anunció que el secretario general de su partido daría “un paso al costado” mientras tuviera que enfrentar este proceso. La líder anunció el lunes que José Chlimper, candidato a la primera vicepresidencia de Fuerza Popular, asumirá en el lugar de Ramírez.

Cara a cara

El sondeo de Ipsos se publicó unos minutos antes de que Fujimori y Kuczynski se enfrentaran en el primer debate previo al balotaje, previsto para el 5 de junio, y algunos analistas peruanos opinaron que el resultado repercutió en los candidatos, que se dedicaron más a atacarse que a presentar planes concretos de gobierno.

Kuczynski dijo que en Perú “hay que dejar de lado los esquemas del pasado, dejar de lado la falta de transparencia, la corrupción, todos los azotes que deprimen al país” y “construir”. Agregó que la descentralización surgió a raíz del “asfixiante centralismo” del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), padre de su rival, y propuso dotar de más recursos a las regiones. “Usted fue primera dama durante seis años en un gobierno que destruyó muchas instituciones en el país. ¿Así cómo vamos a promover infraestructura? Tenemos que preservar las instituciones”, dijo el economista a su rival. También anunció que si llega a la presidencia promoverá “la no prescripción de los delitos de corrupción” y dijo que “con el dinero que robó” Alberto Fujimori “se podría construir 2.000 escuelas”.

“Soy yo la candidata, no mi padre”, respondió la líder de Fuerza Popular, y recordó que hace unos meses firmó su compromiso de “nunca más un 5 de abril”, en alusión al autogolpe de Estado que dio su padre. Luego, dijo que el plan de gobierno de Kuczynski “nace para defender los intereses de los grandes empresarios, es elitista y defiende la gran corporación internacional”, y reiteró que el candidato a la vicepresidencia de PPK, Martín Vizcarra, ha sido denunciado por corrupción y apropiación de terrenos. Kuczynski respondió que se trata de un “cuentazo” y le recordó a Keiko la situación del secretario general de su partido. “El narcoestado está caminando hacia nosotros y tenemos que pararlo”, agregó.

Otro tema del debate fue la inseguridad. “No me temblará la mano para declarar la emergencia en Lima para enfrentar la inseguridad ciudadana. Tengo la decisión política para poner orden, y será el primer paso para abrir las puertas del desarrollo”, dijo Fujimori. Kuczynski, por su parte, prometió mejorar el salario de los policías y “reducir el narcoestado, que es la causa central del crimen”.

Ponerle freno

El ascenso de Fujimori sobre Kuczynski desató críticas y advertencias en varios sectores. El Frente Amplio de Perú, encabezado por la ex candidata presidencial Verónika Mendoza, pidió el lunes no votar ni a Keiko ni en blanco en el balotaje. Mendoza y los legisladores de esa organización de izquierda lanzaron una campaña en las redes sociales con carteles que expresan conceptos como “Ni blanco ni viciado”, “No al Narcoestado” y “Keiko no va”.

También el escritor Mario Vargas Llosa llamó a evitar un gobierno de Fujimori. Dijo en una entrevista con el diario peruano El Comercio que “este es un momento grave” para Perú, en referencia a la posibilidad de que ella gane la presidencia. El gobierno de Alberto Fujimori “fue una dictadura corrupta y sangrienta”, y Keiko “quiere volver al poder y ha reunido en torno a ella a los colaboradores importantes de su padre”, dijo.

El domingo, 140 historiadores peruanos emitieron un comunicado en el que afirman que la elección de Fujimori como presidenta representaría “un retroceso para el Perú”. Agregan que un eventual gobierno de la dirigente “contaría con una mayoría parlamentaria absoluta y privilegiaría la impunidad y el autoritarismo por sobre la justicia, la autonomía de poderes y la libertad de expresión”. Los académicos que firman el documento sostienen, por otro lado, que “hoy recaen sobre varios líderes de Fuerza Popular sospechas muy sólidas respecto de actos delictivos similares a los que hicieron del gobierno de Alberto Fujimori uno de los más nefastos para la democracia y el manejo de los recursos del país”. También denuncian que “la ciudadanía, el Estado y la sociedad civil quedarían expuestos a la acción de mafias, en particular las relacionadas con el narcotráfico, que destruirían lo obtenido desde el retorno de la democracia en 2001”. Finalmente, los historiadores exhortan a la ciudadanía a unirse a su campaña de rechazo al fujimorismo para evitar que Perú regrese a “una etapa de incertidumbre política, irrespeto de los derechos humanos y descrédito internacional”.