Como en esas tontas comedias de equívocos, que se pudo haber llamado Locademia de no sé qué, comenzó, con la transmisión del himno chileno en lugar del uruguayo sin que nadie se inmutara, el partido inicial de los uruguayos en esta extrapolada Copa América; una sucesión de enredos, errores y situaciones extrañas. Lo ganó México, de muy superior inicio; lo perdió Uruguay, de una segunda parte heroica pero sin justeza.
Ahora el jueves, frente a Venezuela, que ayer en el arranque del grupo derrotó a Jamaica 1-0 , los celestes deberán ganar, para buscar la clasificación a la segunda fase en la última fecha.
A excepción de unos pocos partidos, tan pocos que los podría enumerar, los jóvenes iniciados en el fútbol en la última década han vivido en un mundo para nosotros, los demás, irreal. A excepción de esas cuatro o cinco veces, y ni sé si tantas, siempre han visto a una selección uruguaya seria, imperturbable, esperanzadora, capaz de jugar con cualquiera, y para esas generaciones no de advenedizos al fútbol sino de iniciados al inigualable rito celeste, cuando juega Uruguay casi seguro que ganaremos o no podemos perder. El resto, nosotros, todos los demás, los que nacimos antes, los que estuvimos casi siempre cerca de la guinda por estos lares, sabemos, aprendimos, nos hicimos callos por la frustración, por no poder, por saber que si teníamos una sólo sería esa.
El de anoche para nosotros, en la tarde allá por el desierto, fue uno de aquellos partidos de los que los de la #DécadaGanada no entienden, no esperan, no creen, mientras que los otros, los que hemos sabido capear temporal tras temporal, buscamos el huequito de la esperanza donde guarecernos.
Sólo en la primera pelota, sólo en el primer ataque llegó la diferencia para los mexicanos: Andrés Guardado desbordó por la izquierda y metió un centro abananado para la llegada de Chicharito Hernández y Héctor Herrera, y en el intento de cierre, Palito Pereira, marcado por el mexicano, mandó la pelota como chijetazo para las redes de Fernando Muslera. Sólo iban 3 minutos, y si había plan táctico -el de un solo punta, Edinson Cavani, con Diego Rolan y Nicolás Lodeiro llegando junto a él- ya había sido modificado.
Fueron minutos de incomodidad, de desacomodo, de no saber cómo encarar el juego. Ya no para buscarle la vuelta al empate, sino para contrarrestar la potencialidad -eso y sólo eso- del juego azteca.
Fue recién llegando a la media hora que una pelota filtrada con mucha calidad por Lodeiro encontró a Edinson Cavani cara a cara con el arquero Alfredo Talavera, que en una gran tapada la sacó al corner.
No hubo posibilidades de crecimiento, y encima, dos amarillas para Matías Vecino dejaron a Uruguay con uno menos para remontar 45 minutos en desventaja, en todo sentido.
Con el Tata Álvaro González en el campo en lugar de Lodeiro, la celeste estuvo cerca del empate al inicio de la segunda parte, con una pelota aérea que pasó a centímetros del caño de Talavera, que esta vez no hizo la sobradita que sí había hecho en la primera parte.
Con uno menos, Uruguay disimuló perfectamente en el segundo tiempo y con sus pocas pero valientes armas empezó a anunciar posibilidades reales de empate. Un jugadón de Diego Godín dejó a Rolan de cara al gol, pero se le fue afuera. La competencia ante un antagonista superior en algunos rubros y la desventaja en el marcador, además de la numérica, generan a veces errores no esperados en una competencia de elite. Pero lo que sucede es que los niveles de enfrentamiento llevan a no advertir que no hay comodidad en la resolución de situaciones que parecen ordinarias. A los 72, un minuto que es fácil de recordar por lo sucedido, vino la expulsión por segunda amarilla de Andrés Guardado, y en el centro del tiro libre, el terrible Diego Godín metió un cabezazo irreprochable, que terminó en las redes de Talavera. Con el empate quedaba un cuarto de hora para resolver el partido. Cuando sólo restaban cinco minutos para el final, en una jugada extraña por la situación previa, Rafael Márquez colocó el 2-1 para los mexicanos. Ya no había casi nada por hacer, y encima, en los descuentos, Herrera marcó el 3-1 definitivo.
Veamos lo que queda en el camino. Alguna recompensa habrá.