El conjunto carbonero que dirige Jorge da Silva ahora sí está a sólo un partido de consagrarse campeón uruguayo. El domingo que viene volverá a enfrentar a Plaza Colonia, flamante ganador del Torneo Clausura, en un partido que será una semifinal que puede ser final para Peñarol, que se quedó con el Apertura y la tabla anual. Si los colonienses son los ganadores -además de los 90 minutos de juego habrá alargue y penales si es necesario-, estos mismos equipos tendrán que jugar dos partidos más para definir el Uruguayo.

Sobre el partido del sábado con Juventud de Las Piedras, que finalizó 1-1, se puede decir que el carbonero fue un manojo de nervios y, tal como ha ocurrido desde el inicio del semestre, no pudo manejar esa falta de estabilidad emocional. De juego, poco y nada; todo a los ponchazos, con algún detalle de clase de Diego Forlán y de Federico Valverde cuando entró.

Jorge da Silva nuevamente volvió a fallar y se hace preso de sus palabras: si contra Plaza no puso a los pibes del club porque el partido requería jugar con “hombres”, lo del sábado es inexplicable, porque volvieron a aparecer -como debe ser- Diego Rossi y Valverde. Peñarol no ha podido encontrar nunca esa frescura que le dan los chiquilines, y cuando la tiene no debería dejarla escapar.

El empate y el punto que le dieron la anual a los carboneros -a pesar de que Nacional perdía en el Parque Central- llegaron con un gol del colombiano Miguel Ángel Murillo. Aunque el delantero no falla cuando tiene la pelota de frente al arco, cuando le tiran pelotazos largos casi que no gana pelotas, cae recurrentemente en posición adelantada y se lleva puestos a los jugadores contrarios.

Número 100

Juventud empezó ganando el partido a los 11 minutos, con una corrida de Delis Vargas que dejó mal parado a Guillermo Rodríguez y Gastón Guruceaga, que tuvo que salir a cortar y no pudo con esa pelota que entró como pidiendo permiso al arco de la tribuna Colombes. El gol pedrense silenció el Centenario, se gritó a unas cuadras en La Blanqueada y generó una desesperación en el juego de Peñarol que le podría haber costado el partido.

Los de Jorge Giordano, que al igual que el capitán Alejandro Reyes cumplía 100 partidos al frente de Juventud, se aprovecharon de ese momento y en cada ataque parecía estar al caer el segundo gol. Primero tapó Guruceaga, después sacaron varias los defensas, y en otras tantas ocasiones la pelota fue a parar afuera. El 2-0 podría haber sido mucha diferencia para Peñarol, que con poco terminó empatando el partido cuando faltaban 15 para el final.