El sector crítico del PSOE, encabezado por la líder andaluza Susana Díaz, dio ayer un paso más en su intento de desbancar a Sánchez de la secretaría general y dejó a la comisión ejecutiva federal del partido con la mitad de la dirigencia. En total, 17 dirigentes socialistas presentaron su renuncia, un número de bajas que no fue elegido al azar. La comisión ejecutiva del PSOE está integrada generalmente por 38 personas, pero en los últimos dos años el número descendió a 35 -un miembro murió y dos dimitieron-. Los reglamentos establecen que si la mitad más uno de los miembros abandonan el organismo, este se disuelve y, en su lugar, se establece una comisión gestora o interina.

Antonio Pradas, diputado por Sevilla y uno de los 17 disidentes, recordó esta idea ayer cuando en las puertas de la sede del partido, después de que se presentaran las renuncias, dijo que “la ejecutiva no está legitimada, porque si se produce una baja de la mitad más uno, queda disuelta”. Agregó que, por ende, sus líderes también pierden sus competencias. Entre los que renunciaron se encuentran la presidenta del PSOE, Micaela Navarro, y los presidentes Ximo Puig, de Valencia, y Emiliano García-Page, de Castilla-La Mancha.

Los críticos de Sánchez se vieron impulsados, en parte, por las declaraciones que hizo ayer el ex presidente del gobierno Felipe González, en las que reveló que el secretario general le había transmitido su intención de abstenerse en la votación de investidura del actual presidente en funciones y líder del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, del 29 de junio. Sánchez, finalmente, emitió su voto negativo a Rajoy, una postura que sigue sosteniendo desde entonces. “Me siento engañado”, dijo González al respecto. También hubo un punto de inflexión el lunes, cuando Sánchez anunció su propuesta de convocar a un congreso federal del partido con unas elecciones primarias previas para elegir al nuevo líder, todo antes de que se forme gobierno en España. Unos meses antes, la cúpula del PSOE había acordado hacerlo una vez que hubiera gobierno. Esto iba a votar ante el comité federal, en una reunión que estaba prevista para el sábado. Para Sánchez, es necesaria esa votación lo antes posible a fin de enfrentar la crisis interna.

La división en el PSOE se debe, en particular, a que parte de sus integrantes quieren mantener la negativa a la investidura de Rajoy, mientras otros consideran que se debe permitir que forme gobierno.

A pesar de la estampida de ayer, Sánchez se resiste a renunciar. El secretario de Organización del PSOE, César Luena, dijo en una conferencia de prensa que la dimisión de 17 dirigentes no provoca la renuncia del secretario general, sino la disolución de la comisión ejecutiva. Amparado en los estatutos del partido, dijo que lo que queda de esta comisión se reunirá hoy y modificará el orden del día del comité federal del sábado para convocar a un congreso extraordinario que elegirá una nueva comisión ejecutiva. Hasta ese congreso, previsto para los primeros días de diciembre, se mantendrá la misma dirección, aseguró Luena, y agregó que la fecha del 23 de octubre para el congreso se mantiene. Además, aclaró que sólo el comité federal puede cubrir las tres vacantes, y que los miembros totales de la comisión son 38 y no 35.

Sobre las renuncias, expresó: “Algunos y algunas han instigado estas dimisiones para evitar un congreso y que no hablen los militantes, con la intención de que haya una gestora, sin explicar apoyos o alianzas fuera del partido. Es un acto muy grave. Hoy se ha querido torcer la legitimidad de los órganos del PSOE”.

La estrategia de los socialistas críticos despertó reacciones entre otros dirigentes políticos españoles. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, dijo en Twitter que a pesar de que tiene “muchas diferencias con Sánchez”, considera que “pretender hacer caer a un secretario general -elegido por las bases- con dimisiones es un fraude”. Su jefa de gabinete, Irene Montero, publicó en esa red social: “Se acabó la diversión, llegó Felipe [González] y mandó a parar. Parece que en el PSOE ganan los que quieren más PP. Golpe de régimen”. Por su parte, el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, consideró en un artículo publicado en el diario Público que lo que está pasando en el PSOE es un “fraude democrático” y que constituye un “motín oligárquico”. Agregó que “el golpe de timón que ha puesto en marcha el llamado sector crítico del PSOE es, sin lugar a dudas, un intento de impedir cualquier alternativa al gobierno de Mariano Rajoy”. Garzón acusó a los socialistas críticos de “aspirar a la restauración del régimen, es decir, a una salida de la crisis por la derecha”, “capitaneados por el ideólogo Felipe González” y por Susana Díaz.

En tanto, Albert Rivera, que encabeza el partido de derecha Ciudadanos, dijo en Twitter que si bien no lo “alegra” ver “a un partido constitucionalista en crisis”, sería “peor” que “toda España continuara en crisis por el bloqueo institucional”, en clara referencia al No a Rajoy que sostiene con firmeza Sánchez y que sus críticos pretenden revertir con una abstención.