Las promesas de recuperación lanzadas por Michel Temer en Brasil están lejos de cumplirse. En su mensaje de Navidad, el presidente surgido del impeachment contra Dilma Rousseff aseguró: “En 2017 derrotaremos a la crisis”. El presidente conservador, que atraviesa niveles mínimos de popularidad, impulsa desde que asumió un programa de ajuste que incluye el congelamiento de salarios y pasividades, y recortes del gasto público; en medio de una recesión que ya lleva dos años, estas medidas agravan los problemas.

Pero Brasil no sólo es un país golpeado por la crisis económica, sino también por escándalos de corrupción que generan una crisis política y de confianza que un programa de ajuste no puede revertir. Según el último sondeo de la consultora Datafolha, Temer cuenta con apenas 10% de aprobación, y más de 60% de los brasileños prefieren que renuncie antes de completar el mandato que había iniciado Rousseff. Además, el nombre de Temer es uno de los mencionados en las primeras filtraciones de las “delaciones premiadas” de 77 ejecutivos de la constructora Odebrecht, que está implicada en el escándalo por pagos de sobornos a políticos para obtener contratos con la petrolera estatal Petrobras.

Sin embargo, Temer está convencido de que es acertado lo que se está haciendo en materia económica. Por eso, en plenas festividades de fin de año sostuvo que “Brasil está en el camino correcto”.

El viernes 30, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) divulgó datos sobre el mercado de trabajo, entre los que se destaca que el número de desempleados llegó al récord de 12,1 millones entre setiembre y noviembre, una cifra que representa 11,9% de la población económicamente activa. Esta cifra significa un salto de 33% en el número de desempleados en comparación con el mismo período del año pasado, lo que demuestra la falta de confianza en las perspectivas económicas del país.

Desde que Temer es presidente, se sumaron 109.000 personas al ejército de desempleados. La tasa de desempleo divulgada el viernes es la peor que registra Brasil desde 2002, cuando Fernando Henrique Cardoso estaba próximo a finalizar su mandato. Este ex presidente dejó el gobierno habiendo generado 12,3% de desocupación.

Temer renovó la confianza en su modelo el mismo viernes en una conferencia de prensa que se desarrolló después de que se dieran a conocer esas cifras. “El tema del desempleo es un asunto angustiante y no quiero eludirlo. Será un tema que comenzará a consolidarse a partir del segundo semestre del año que viene, y muy probablemente empiece a caer en función de las medidas que estamos tomando”, dijo.

En esa instancia, Temer aprovechó para reseñar sus tres grandes reformas: el congelamiento del gasto público por 20 años (sólo ajustable por la evolución de la inflación del año anterior), los cambios en el sistema de jubilaciones y la flexibilización de la legislación laboral. El proyecto de reforma previsional, que se está discutiendo en el Congreso, ha recibido duros cuestionamientos desde la oposición, las centrales sindicales y las organizaciones feministas. La iniciativa considera un mínimo de 25 años de cotización antes del retiro, y una edad mínima de 65 años para jubilarse, igualando la condición de hombres y mujeres. Además, el proyecto de ley prevé que es necesario haber hecho contribuciones a la seguridad social durante 49 años para tener derecho a una jubilación integral. Es decir, si alguien quiere jubilarse con la edad mínima (65 años) y recibir la pensión integral, deberá comenzar a contribuir con 16 años de edad.

Mala onda

La reforma del mercado laboral, que fue anunciada como un paquete de medidas para favorecer el crecimiento del empleo, implica una fuerte flexibilización de las condiciones vigentes. La propuesta permite a los empresarios contratar trabajadores por dos o tres días en la semana, e incluso por hora de trabajo, y se propone que los contratos de trabajo temporales que no generan cargas laborales sean extendidos hasta los 120 días (hoy el plazo es de 90 días).

“No vamos a parar. Este gobierno va a ser un gobierno de reformas”, dice una solicitada firmada por Temer e incluida en los principales diarios brasileños. El aviso publicitario recuerda que hace 120 días que el gobierno está en funciones, y destaca que “la situación económica y social de Brasil era gravísima”, pero responsabilizó de ella a la “herencia maldita” de Rousseff.

A pesar de las apariciones navideñas de Temer, las expectativas de los integrantes de la comunidad económica brasileña se derrumbaron en diciembre. Según la última encuesta semanal del año del boletín Focus, que divulga el Banco Central, la economía crecerá en 2017 apenas 0,5%, cuando hace tan sólo cuatro semanas se preveía un crecimiento de 0,98%. Los agentes consultados por el Banco Central esperan que 2016 cierre con una contracción del Producto Interno Bruto de 3,49% y que de esta manera se prolongue por segundo año consecutivo la peor recesión de la economía en más de 100 años. Los datos demuestran que el “buen humor” de los “mercados” tras el impeachment a Rousseff duró poco.

Por otra parte, las ventas en centros comerciales cayeron 3% durante el período navideño, según un estudio de Alshop, una asociación de comerciantes. Para esa asociación la debilidad de las ventas se origina en las dificultades en la obtención de créditos, el aumento del desempleo, la alta carga tributaria, el fin de incentivos fiscales y la incertidumbre acerca del futuro político y económico del país. En 2016 las ventas de muebles y artículos domésticos cayeron 9%, los productos de tecnología y comunicación lo hicieron 6,5% y los electrodomésticos 4,5%. Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores, el sector registró una caída de 15,1% en las ventas en octubre en comparación con el mismo mes de 2015. Entre enero y octubre las ventas de automóviles acumulan un retroceso de 17,7%.

De acuerdo con el IBGE, en el trimestre junio-setiembre el consumo de los hogares cayó 0,6% respecto del trimestre anterior. De la misma forma, el gasto público cayó 0,3% y la inversión en capital fijo retrocedió 3,1%. Desde el sector externo las noticias son igualmente malas, ya que las exportaciones de bienes y servicios cayeron 2,8%. Este panorama no permite imaginar cuál será el componente de la demanda que impulsará el crecimiento de la economía que espera Temer. Quizá por eso, el presidente en funciones prefirió encomendarse a una deidad. “2017 será el año en que, si Dios quiere, vamos a vencer la crisis”, dijo.