Cerca de 40 personas se encontraban en la mezquita del Centro Cultural Islámico cuando un hombre ingresó y empezó a dispararles. Como consecuencia, seis personas murieron y ocho resultaron heridas, la mayoría de gravedad. Dos de los fallecidos eran argelinos, uno marroquí, uno tunecino y los otros dos eran ciudadanos “de África subsahariana”, según informó el diario Le Journal de Québec.

La Policía de Quebec llegó al lugar una hora después de que comenzara el ataque y logró capturar a un sospechoso. Al rato, otro hombre llamó a las autoridades para entregarse por “estar involucrado”, según las primeras informaciones oficiales. Sin embargo, la Policía descartó ayer de tarde la existencia de un segundo atacante y confirmó que el responsable es Bissonnette, un estudiante de antropología y ciencias políticas de la Universidad Laval residente de Cabo Rojo, una localidad del centro de Quebec. Le Journal de Québec informó que otro hombre que había sido arrestado fue liberado después de que las autoridades comprobaran que era un testigo y no tenía vínculos con los asesinatos.

La portavoz de la Policía de Quebec, Christine Coulombe, aseguró en una conferencia de prensa que no hay más personas implicadas en el atentado, pero no dio detalles sobre lo que pudo haberlo motivado. Aun así, el propio Trudeau lo calificó en un comunicado de “un acto terrorista contra musulmanes en un centro de culto y refugio”. “Es desgarrador presenciar tal violencia sin sentido. La diversidad es nuestra fortaleza y la tolerancia religiosa es un valor que los canadienses apreciamos”, afirmó el primer ministro. Y agregó que “los musulmanes canadienses son una parte importante del tejido nacional”.

Trudeau también se refirió al ataque, durante una comparecencia ante la Cámara de Representantes. Allí, el primer ministro prometió “llegar hasta el fondo” en la investigación sobre lo sucedido y envió condolencias a los familiares de las víctimas. “Los canadienses no serán abatidos por esta violencia. No cerraremos nuestras mentes; abriremos nuestros corazones”, agregó, entre aplausos.

El primer ministro de Quebec, Philippe Couillard, también condenó el acto “terrorista” y “de barbarie” contra la mezquita y manifestó en Twitter su solidaridad con los musulmanes que viven en Canadá. Además, informó que se incrementará la presencia policial en todas las mezquitas del país, para evitar nuevos ataques.

Esta mezquita ya había sido blanco de ataques xenófobos en los últimos meses. En junio, en plena época del Ramadán, una cabeza de cerdo envuelta en papel de regalo fue depositada a la entrada del edificio, según la cadena canadiense CBC, con una carta que decía “buen provecho”. Tres semanas más tarde, el barrio de la mezquita amaneció cubierto de folletos que vinculaban al Centro Cultural Islámico con la organización islamista Hermanos Musulmanes. “Esta mezquita es un punto de radicalismo en el que se les propone a los fieles leer los escritos de ideólogos que defienden la yihad violenta, la sharia, la inferioridad de la mujer y la homofobia virulenta”, se podía leer en los panfletos. Los hechos del domingo aparecen como un paso más allá.

El ataque se produjo el domingo, el mismo día en que Trudeau dijo que Canadá seguirá recibiendo a los refugiados y que les otorgará residencia temporal a quienes no puedan ingresar a Estados Unidos. Hizo estos anuncios en respuesta a la política migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que suspendió el ingreso de refugiados de todo el mundo y de inmigrantes de siete países musulmanes a su país. Uno de los hijos del mandatario estadounidense, Donald Trump Jr, criticó a Trudeau por una política migratoria que comparó con la de Barack Obama. “El fallido líder de Canadá, Justin Trudeau, está llevándolos por el mismo camino que nosotros empezamos hace ocho años. Rezos para Canadá”, dijo en Twitter.