Todo comenzó el martes, cuando la Suprema Corte de Justicia británica resolvió que el gobierno necesita la autorización del Parlamento para activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que inicia las negociaciones sobre la salida del país de la Unión Europea (UE). Ayer, dos días después del fallo, el equipo de la primera ministra, Theresa May, presentó un proyecto de ley para conseguir ese permiso.

En concreto, el texto solicita que se le otorgue a May “el poder para notificar, en virtud del artículo 50 del Tratado de la UE, la intención de Reino Unido de retirarse de la UE”. Agrega que “tendrá efecto a pesar de cualquier provisión realizada por o bajo la Ley de las Comunidades Europeas de 1972 o cualquier otra promulgación”.

El documento tuvo ayer una primera lectura simbólica en la Cámara de los Comunes y se espera que la votación sea el 8 de febrero. Después la iniciativa pasaría a la Cámara de los Lores.

David Davis, secretario de Estado para el brexit, se mostró “confiado” en que “el Parlamento respetará la decisión tomada por el pueblo británico [en el referéndum del 23 de junio] y tramitará la legislación rápidamente”. El gobierno pretende mantener el calendario que había armado antes de conocer el fallo de la Suprema Corte, que fija la activación del artículo 50 para fines de marzo. Sin embargo, el trámite podría demorarse, ya que los partidos de la oposición manifestaron su intención de hacer modificaciones al proyecto. El Partido Nacionalista Escocés dijo que, él solo, presentará cerca de 50 enmiendas.

En el seno del principal partido opositor, el Laborista, las opiniones están divididas. Su líder, Jeremy Corbyn, impuso ayer a sus diputados la disciplina parlamentaria, con la que les exige que voten a favor del proyecto, aunque algunos no estén de acuerdo. Esto podría provocar más de una dimisión, según adelantó el diario británico The Guardian.

El proyecto de ley entró en el Parlamento un día después de que May confirmara la publicación de un “libro blanco” con los detalles de las negociaciones del brexit para que el proceso pueda desarrollarse bajo la lupa parlamentaria. La primera ministra aceptó publicar ese libro después de recibir fuertes presiones por parte de todos los partidos, incluido el suyo.