Nuevos datos sobre la distribución de la riqueza global muestran que “la brecha entre ricos y pobres es mucho mayor que lo que se temía”. Esa es la conclusión a la que llegó Oxfam en el informe Una economía para el 99%, que fue dado a conocer en la jornada de ayer. La investigación fue presentada horas antes de la inauguración del Foro Económico Mundial, cuyo comienzo oficial está previsto para hoy en la ciudad suiza de Davos, que recibirá a la elite política y empresarial. La semana pasada el Foro ya había reconocido que la desigualdad económica, la polarización social y los crecientes peligros medioambientales están entre los principales riesgos del mundo en los próximos diez años.

Uno de los datos más graves que revela el estudio es el que asegura que tan sólo ocho personas, todos empresarios y hombres, acumulan la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial. Es decir que, juntos, tienen la misma suma que 3.600 millones de personas. Se trata de Bill Gates, de Microsoft; Amancio Ortega, de Industria de Diseño Textil -el grupo al que pertenecen, entre otras, la marca Zara-; Warren Buffett, director ejecutivo y mayor accionista de Berkshire Hathaway; Carlos Slim, propietario del Grupo Carso -conglomerado que incluye, entre otras, a la empresa de telefonía Claro-; Jeff Bezos, de Amazon; Mark Zuckerberg, de Facebook; Larry Ellison, de la compañía de software Oracle; y Michael Bloomberg, de la agencia de información económica y financiera Bloomberg. Con excepción de Ortega, que es español, y de Slim, que es mexicano, todos son estadounidenses.

El informe también muestra que siete de cada diez personas viven en un país en el que la de- sigualdad aumentó en los últimos 30 años. Esa desigualdad se vuelve más evidente si se tiene en cuenta que entre 1988 y 2011 los ingresos del 10% más pobre de la población mundial aumentaron tres dólares al año, mientras que los del 1% más rico crecieron 182 veces más, a un ritmo superior a los 11.800 dólares al año. De acuerdo con la organización, si este ritmo se mantiene, en tan sólo 25 años podría aparecer el primer “billonario” del mundo. Con tal concentración de riqueza, esa persona necesitaría derrochar un millón de dólares por día durante 2.738 años para gastar toda su fortuna, explica Oxfam.

“Cuando una de cada diez personas en el mundo sobrevive con menos de dos dólares al día, la inmensa riqueza que acumulan tan sólo unos pocos resulta obscena”, señaló la directora ejecutiva de Oxfam, Winnie Byanyima, en un comunicado. “La desigualdad está sumiendo a cientos de millones de personas en la pobreza, fracturando nuestras sociedades y debilitando la democracia”, agregó.

En este esquema de asimetrías, las mujeres son quienes se llevan la peor parte. Según el informe, ellas sufren más discriminación en el ámbito laboral, tienen más dificultades para acceder a la educación y asumen la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado. “Al ritmo actual, llevará 170 años alcanzar la igualdad salarial entre hombres y mujeres”, advierte la organización, cuya sede central radica en Reino Unido.

Oxfam responsabiliza de esta situación al modelo económico actual, que está “al servicio del 1% más rico de la población”. Y, en particular, a las grandes empresas, cuyo accionar “agrava la actual crisis de desigualdad”. En este sentido, el informe denuncia cómo las grandes compañías consiguen evadir el pago de impuestos, bajar los salarios de sus trabajadores e invertir cada vez menos en sus empresas, con el único fin de maximizar la rentabilidad de los accionistas e inversores. También deja en evidencia cómo empresas e individuos con poder utilizan su dinero e influencia para que las leyes y las políticas públicas los favorezcan. El dinero que evitan en impuestos podría cambiar más de una realidad. A modo de ejemplo, Oxfam estima que en África el uso de paraísos fiscales por parte de los multimillonarios genera pérdidas de 14.000 millones de dólares al año, una cantidad suficiente para salvar la vida de cuatro millones de niños por año o permitir la escolarización en todo el continente.

Por todo esto, Oxfam pide una economía “más humana”, que se base en la cooperación entre los gobiernos, privilegie el uso de energías renovables y esté al servicio de todos los sectores sociales. Para eso, propone a los gobiernos “frenar la concentración extrema de riqueza para acabar con la pobreza”, así como “incrementar los impuestos” a las firmas y personas millonarias para “lograr un sistema más equilibrado, que genere los recursos necesarios para garantizar la inversión pública en salud, educación y creación de empleo”. Además, exige la implementación de medidas económicas que favorezcan de manera equitativa a mujeres y hombres.

Oxfam les hace un solo pedido a quienes se reúnen hoy en Davos: “Pueden empezar comprometiéndose a pagar los impuestos que les corresponden y garantizar que sus empresas paguen salarios dignos”.

El caso latino

Otro informe de la misma organización, publicado hace un mes y medio, hace foco en América Latina y el Caribe, una región en donde la desigualdad “se disparó” a partir de 2015. Como consecuencia, siete millones de personas cayeron en la pobreza y cinco millones pasaron a la indigencia.

De acuerdo con Oxfam, la desigualdad en esta región está fuertemente vinculada con el reparto desproporcionado de la tierra, producto de una “alta dependencia del modelo extractivista”, que se basa en la explotación a gran escala de los recursos naturales. Este tipo de producción llevó a una mayor concentración de la tierra, la riqueza y el poder económico y político, apunta el informe, titulado Desterrados: tierra, poder y desigualdad en América Latina.

Además, incrementó la violencia contra quienes defienden esos recursos. En este punto, los sectores más perjudicados son los pueblos indígenas y las comunidades campesinas. “Con la expansión de las actividades extractivas se han multiplicado los conflictos territoriales y se han disparado de forma alarmante los índices de violencia contra quienes defienden el agua, los bosques y los derechos de las mujeres y las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas. Estos grupos son marginados, perseguidos, agredidos y criminalizados por defender su derecho a la tierra”, denuncia Oxfam. “La impunidad con la que se asesina a los activistas indígenas debe terminar. Es urgente que los gobiernos en todo el mundo actúen de forma inmediata para protegerlos”, pide la organización.

El país más desigual en el reparto de la tierra es Colombia, donde 0,4% de las empresas de explotación agropecuarias domina 68% de la tierra productiva del país. Lo siguen Perú y Chile, donde más de 70% de la tierra está en manos de 1% de los productores.

Oxfam asegura que “la extrema desigualdad en el acceso y control de la tierra” es una de las principales causas “de los niveles intolerables de pobreza” en América Latina, a la vez que exige a los gobiernos políticas que aborden este desafío. También condena la concentración de tierra en pocas manos por ser “un orden social arraigado y más cercano al feudalismo que a una democracia moderna”.