El Partido Popular Austríaco (ÖVP), demócrata cristiano y de derecha, ganó las elecciones celebradas ayer pero no alcanzó la mayoría absoluta, por lo que deberá pactar con otra organización política para poder gobernar. Los resultados revelaron la caída del Partido Socialdemócrata (SPÖ) y el ascenso del ultraderechista Partido Liberal (FPÖ), que por poco logra el mayor apoyo de su historia. Resta ver cuál de los dos ingresará como socio en el gobierno, una decisión que marcará el tablero político en el país.

Con un programa antiinmigrante y liberal, el ÖVP ganó las elecciones de Austria. De esta forma, su líder, el ministro de Asuntos Exteriores, Sebastian Kurz, se convertiría en el próximo canciller del país y en el jefe de gobierno más joven de Europa, a sus 31 años.

El partido de Kurz obtuvo 31,7% de los votos, seguido por los socialdemócratas que, liderados por el actual canciller austríaco, Christian Kern, lograron 26,9%, según el recuento parcial, con 97,7% de los votos escrutados. Muy cerca de ellos, en tercer lugar, quedó el FPÖ, encabezado por el ultraderechista Heinz-Christian Strache, que alcanzó 26% de los votos.

Si se compara con las elecciones de 2013, la formación de Kurz creció ocho puntos porcentuales y la ultraderecha casi seis. En cambio, los socialdemócratas, que están en el poder desde hace diez años, se mantuvieron en la misma posición.

El gran perdedor de la jornada fue el partido ecologista Los Verdes, que logró 3,9% de los votos y no llegó al 4,4% necesario para ingresar en el Parlamento de Austria. El derrumbe de los ecologistas llama la atención, a menos de un año de que el ex líder del partido Alexander van der Bellen ganó las elecciones presidenciales que lo enfrentaron al ultraderechista Norbert Hofer.

Los resultados de las elecciones de ayer, de las que surge un nuevo gobierno, muestran que el electorado austríaco se desplazó hacia la derecha, una tendencia que se puede consolidar más o menos dependiendo del partido al que se quiera aliar Kurz. La mayoría de los analistas políticos considera que el socio más probable será el ultraderechista FPÖ, con el que Kurz comparte posturas especialmente en materia de seguridad e inmigración, pero algunos no descartan una reedición de la alianza entre conservadores y socialdemócratas que gobernó durante la última década.

Tampoco sería la primera vez que se unen los conservadores y el FPÖ, que ya formaron una coalición en el año 2000. Esa alianza desató una oleada de críticas dentro y fuera de Austria, e incluso llegó a recibir sanciones diplomáticas de los demás países miembros de la Unión Europea (UE) por permitir que un partido de extrema derecha llegara al gobierno.

En una primera reacción, Kurz dijo ayer que si su partido “recibe un encargo para formar gobierno”, hablará “con todos”, sin dar más detalles. Agregó: “Este resultado es un claro mandato para cambiar Austria”.

Las de ayer fueron elecciones anticipadas, convocadas después de que en mayo dimitió el ex canciller y presidente del ÖVP, Reinhold Mitterlehner. Su puesto en el partido lo pasó a ocupar inmediatamente Kurz, quien desde entonces puso en marcha un proceso de renovación que se desarrolló en torno a su figura.

Lo primero que hizo al frente del partido fue imponer un cambio de estatuto que le dio plenos poderes para decidir cargos, candidaturas y estrategias. El joven político se presentó a las elecciones con el lema “Lista Sebastian Kurz-Nuevo Partido Popular”, cambió el color que por siete décadas identificó a la formación –de negro a turquesa– y evitó poner el logo del partido en los afiches.

Kurz –que comenzó su carrera política a los 23 años– lanzó una invitación a sumarse a su “movimiento” y lideró una campaña dinámica, con el foco puesto en lo estético, dos factores que muchos analistas emparentaron con la estrategia electoral que llevó a Emmanuel Macron a la presidencia de Francia.

El probable futuro canciller austríaco defiende una restrictiva política de inmigración y asilo, muy similar a la que proponen los ultranacionalistas. Entre otras cosas, ha planteado que la UE copie la estrategia de Australia de “internar” en islas a los refugiados que sean interceptados tratando de llegar a sus costas y se enorgullece de haber cerrado, junto a varios países de Europa del Este, la ruta de los Balcanes, por la que cientos de miles de refugiados entraron al bloque europeo entre 2015 y 2016.

En lo económico, Kurz propone una baja de impuestos para la clase media y las empresas, y promete una reducción de la deuda a largo plazo. Esto último lo haría, en parte, reduciendo el gasto social que, asegura, provoca la llegada de inmigrantes y refugiados.

Sus críticos le recriminan lo mismo que, en su momento, muchos le criticaron a Macron: la falta de propuestas concretas –terminó de presentar su programa electoral 18 días antes de las elecciones– y el hecho de que su estrategia esté dominada por la imagen y el marketing, sin un contenido detallado.