La fresca es una publicación pensada y realizada por jóvenes de la educación pública uruguaya, con apoyo de algunos docentes y de un equipo de la diaria. La idea de generar un producto periodístico realizado por estudiantes de la educación media surge de la convicción de que los jóvenes uruguayos deben tener más espacios para expresarse y de que también deben abrirse un mayor número de oportunidades para que puedan desarrollar su potencialidad creativa. Es así que se gestó el proyecto “Periodismo en media”, entre la diaria, la Administración Nacional de Educación Pública –por medio de su Consejo Directivo Central y los desconcentrados de Educación Secundaria y Educación Técnico Profesional– y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En ese marco, se abrió una convocatoria a grupos de cuatro estudiantes, que, con el acompañamiento de un profesor, estuvieran interesados en desarrollar un proyecto comunicacional en sus liceos o escuelas de UTU, o ya lo tuvieran en marcha. A este llamado se postularon 21 proyectos, cifra que superó las expectativas de la organización, que preveía la participación de diez grupos de cuatro estudiantes, por lo que fue necesario llevar a cabo un proceso de selección. Finalmente, fueron seleccionados aquellos grupos que aún no tenían un proyecto en marcha y cuyo plan de trabajo incluyera la realización de un producto escrito.
Del interior se eligió el proyecto de un liceo rural de Curtina, departamento de Tacuarembó; un proyecto del liceo de La Floresta; uno del liceo 1 de Young, y dos proyectos de UTU: uno de Bella Unión y otro de Colonia Nicolich. Los proyectos de Montevideo elegidos pertenecen a la UTU Pedro Figari, al liceo 46 de Paso de la Arena, al liceo 47 de La Teja y al liceo 32 del Centro, al que concurren alumnos sordos, hipoacúsicos y oyentes. Además, fue aceptada una propuesta que nucleaba a estudiantes de varios centros de Montevideo con propuestas extraedad: los liceos 16, 38 y 75.
Si bien todos los jóvenes pertenecen a la educación media, la diversidad de realidades en las que viven es clara: desde estudiantes del primer ciclo hasta bachillerato, desde barrios céntricos de la capital hasta Bella Unión, pasando por un liceo rural. Las edades también fueron variadas: iban desde los 12 o 13 hasta quienes pasaban los 20. Por supuesto que eso complejizó la forma de encarar el proyecto, pero también lo enriqueció muchísimo.
Durante cuatro sábados, todos juntos trabajamos con un mismo fin. El trabajo seguía en cada centro educativo entre semana con la ayuda de los profes y la dedicación de los chiquilines. En los talleres abordamos nociones sobre la forma de selección y armado de noticias, y también sobre fotografía y diseño de prensa. Los temas fueron encarados desde la teoría pero fundamentalmente desde el hacer, por lo que todos pasaron por las etapas de construcción de una noticia, incluyendo la búsqueda de información, la consulta de fuentes directas y la fotografía. Pero no nos quedamos ahí. También hubo que tomar decisiones que tuvieron que ver con la identidad de la publicación, lo que no fue sencillo dada su heterogénea composición.
El nombre fue todo un tema, hasta que después de distintos tipos de abordajes salió humo blanco y quedó La fresca. Lo que no costó tanto fue la definición sobre las características que debía tener la publicación: hubo acuerdo general en que se tratarían diversos temas como violencia, tecnología, inclusión, cultura y humor desde una mirada “joven y fresca”. Desde este punto de vista, se marcó la necesidad de que la mirada de los jóvenes tenga mayor presencia en los medios de comunicación uruguayos. Otro de los espacios con mayor riqueza del proceso fue la participación de jóvenes de otros centros educativos que ya cuentan con proyectos de comunicación en marcha: jóvenes hablándoles a jóvenes. Algo que retrata dicha riqueza es que la primera pregunta que vino desde el público fue: “¿Se puede ir a conocer?”.
También hablamos sobre la forma en que los medios eligen contar la realidad, y fue unánime el deseo de que sean contadas más historias de la vida cotidiana que tengan como protagonistas a personas que se organizan para generar mejoras en sus comunidades o entornos más próximos. Por esos caminos irán las publicaciones que ellos sigan desarrollando después de esta experiencia.